SILVA, Lorenzo

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SILVA, Lorenzo

Biografía

Lorenzo Manuel Silva Amador nació el 7 de junio de 1966 en un edificio hoy demolido del antiguo hospital militar Gómez Ulla, en el barrio de Carabanchel de Madrid. Ha vivido un buen trozo de su vida (entre 1971 y 1985) no demasiado lejos de allí, en Cuatro Vientos. El resto lo ha pasado en Getafe, en tres etapas: 1966-1971, 1985-1993 y desde fines de 1994 hasta la fecha. Haber regresado dos veces empieza a persuadirle de que éste es su lugar en el mundo, aunque por otra parte necesita la proximidad de su Madrid natal y por eso su casa actual dista unos diez kilómetros del parque del Retiro.

Estudió Derecho en la Universidad Complutense y ha venido ejerciendo ininterrumpidamente como abogado desde 1992, tras pasar un año como auditor de cuentas y otros dos como asesor fiscal en una firma multinacional.

Sin embargo, su camino siempre fue otro. Desde que iniciara su dedicación a la literatura, allá por 1980, ha escrito relatos, algunos artículos y ensayos literarios, varios libros de poesía, una obra dramática (de muy ingenua factura), un libro de viajes y diecisiete novelas. De todo ello, tras abandonar en plena adolescencia la poesía y el género dramático, ha publicado hasta la fecha diversos relatos, unos cuantos artículos, el ensayo sobre literatura de viajes Viajes escritos y escritos viajeros (2000), el libro de viajes Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos (2001), el álbum infantil ilustrado Laura y el corazón de las cosas (2002) y algunas novelas.

Su obra ha sido traducida al ruso, francés, alemán, italiano, griego, catalán y portugués. Como guionista de cine, ha escrito junto a Manuel Martín Cuenca la adaptación a la gran pantalla de la novela La flaqueza del bolchevique.

«[…] Lo que precede es lo que suele considerarse un currículum. Naturalmente, Lorenzo Silva es otra persona, y no el tipo que reflejan estas líneas. Pero nadie puede explicarse a sí mismo.» [Tomada de la página personal del escritor: www.lorenzo-silva.com/index_espanol.htm].

Obra

NARRATIVA

Noviembre sin violetas (1995).
La sustancia interior (1996).
La flaqueza del bolchevique (1997).
Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia (1997).
El lejano país de los estanques (1998).
El cazador del desierto (1998).
El ángel oculto (1999).
El urinario (1999).
El alquimista impaciente (2000).
La lluvia de París (2000).
El nombre de los nuestros (2001).
La isla del fin de la suerte (2001).
La niebla y la doncella (2002).
Los amores lunáticos (2002).
El déspota adolescente (2003). Relatos.
Carta blanca (2004).
Nadie vale más que otro: cuatro asuntos de Bevilacqua (2004).
Líneas de sombra: Historias de criminales y policias. (2005).
La reina sin espejo (2005).
En tierra extraña, en tierra propia. Anotaciones de viaje (2006).
Y al final, la guerra. La aventura de los soldados españoles en Irak (2006) [con Luis Miguel Francisco].
Muerte en el reality show (2007).
El blog del inquisidor (2008).
El Derecho en la obra de Kafka (2008).
La flaqueza del bolchevique (2008) [con Manuel Martín Cuenca].
La estrategia del agua (2010).
Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil (2010).
Niños feroces (2011).
El misterio y la voz (2011).
La marca del meridiano (2012).
Los trabajos y los días (2012).
Todo suena (2012).
El hombre que destruía las ilusiones de los niños (2013).
Siete ciudades en África: Historia del Marruecos español (2013).
Los cuerpos extraños (2014).
Historia de una piltrafa (2014).
Música para feos (2015).
Donde los escorpiones (2016).
Nada sucio (2016) [con Noemí Trujillo].
Todo por amor (2016).
Recordarán tu nombre (2017).
Tantos lobos (2017).
Lejos del corazón (2018).
Si esto es una mujer (2019) [con Noemí Trujillo].
Donde uno cae (2019).
Y te irás de aquí (2020) [bajo el seudónimo de Patricia Kal].
El mal de Corcira (2020).

Castellano (2021).

La forja de una rebelde (2022), coescrito con Noemí Trujillo.

Nadie por delante (2022).

NARRATIVA INFANTIL

Pablo y los malos (2006) [con Violeta Monreal].
La isla del tesoro (2007) [adaptación de Robert Louis Stevenson].
Mi primer libro sobre Albéniz (2008).
Albéniz, el pianista aventurero (2008).
El videojuego al revés (2009).
Suad (2013) [con Noemí Trujillo].

ENSAYO

Viajes escritos y escritos viajeros (2000). Ensayo sobre literatura de viajes.

OTROS

Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos (2001). Libro de viajes.
Laura y el corazón de las cosas (2002). Álbum infantil ilustrado.
Lorenzo Silva (2005).

OBRAS TRADUCIDAS

El lejano país de los estanques: Une femme suspendue (París, 2000).
El alquimista impaciente: L’alchimiste impatient (París, 2002).
El alquimista impaciente: L’alchimista impaziente (Firenze, 2002).
Laura y el corazón de las cosas: Laura e o coraçao das coisas (Lisboa, 2002).
El nombre de los nuestros: Au nom des nôtres (París, 2003).
La niebla y la doncella: La nebbia e la fanciulla (Firenze, 2003).
El lejano país de los estanques: Tödlicher Strand (München, 2003).
La flaqueza del bolchevique: Le chagrin du bolchevik (París, 2004).

Premios

1997: Finalista del Premio Nadal con La flaqueza del bolchevique.
1998: Premio Ojo Crítico con El lejano país de los estanques.
2000: Premio Nadal con El alquimista impaciente.
2002: Finalista del Premio Ciudad de Cartagena de Novela Histórica con El nombre de los nuestros.
2003: Premio Destino Infantil Apel.les Mestres de literatura ilustrada con Laura y el corazón de las cosas, compartido con el dibujante Jordi Sàbat.
2004: Premio Primavera de Novela por Carta blanca.
2010: Premio Algaba por Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil.
2012: Premio Planeta por La marca del meridiano (7ª novela de la serie Bevilacqua y Chamorro)
2010: Guardia civil Honorario por su contribución a la imagen del Cuerpo.
2017: Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo.

2021: Premio de las Letras del Ateneo de Valencia, por su trayectoria literaria.

Poética

A mi juicio, en una buena novela hay tres elementos principales: el estilo, la narración y la mirada. El estilo es el mimbre del cesto, y sin duda es indispensable que sea de buena calidad, pero sólo con el mimbre y sin una idea del cesto no se llega a ninguna parte. Más importante, hablando de una novela, me parece la narración; el arte que el novelista desarrolla para contar una historia, y que implica tener la capacidad de hacerla ordenada, sólida y atractiva para quien la lee. Si el lector se escapa o bosteza, la novela está muerta y el novelista descalificado gravemente, aunque quiera buscar otras compensaciones (v.gr.: «Lo que cuento es demasiado complejo para la inteligencia del vulgo»). Pero hay que tener cuidado, porque una habilidad en la fabulación que no venga acompañada de algo más puede conducir sin más trámite a la patraña o al cuento chino. Aquí es donde interviene la mirada, en mi opinión el elemento crucial: el que asienta la obra literaria en la realidad para darle su debida consistencia.
La mirada es lo que el escritor ha hecho antes de escribir, incluso antes de construir la historia, y es también lo que se desprende de su obra cuando la terminamos, más allá de la destreza verbal o de la peripecia narrada. Es algo que sale de ella y que la sobrevuela; la sensación distinta de la realidad que tenemos cuando cerramos el libro. La mirada no supone una simple fotografía, sino un ejercicio de aproximación más intenso y meticuloso a la realidad. La simple fotografía es objetiva, fría, formalista. La mirada es subjetiva, apasionada y moral. Puede estar equivocada, pero me temo que ésa es la apuesta del artista que intenta serlo de fuste.
El realismo de la mirada ayuda a alejar por igual la obra literaria del realismo ramplón y del esteticismo ensimismado. No se trata, ni mucho menos, de dejar a un lado la pretensión de belleza, sino de intentar impregnarla de la idea de necesidad. Las ventajas de esta actitud combinada las expresa Spinoza con su usual precisión geométrica, y a él recurro para cerrar con alguna solvencia mi balbuceante conjetura: «El afecto que experimentamos con relación a una cosa que imaginamos como necesaria, es más intenso, en igualdad de circunstancias, que el que experimentamos con relación a una cosa posible o contingente, o sea, no necesaria.» Creo que no hace falta decir mucho más.

(De Lorenzo Silva, «Conjeturas al hilo de un encuentro», El extramundi, nº 16, 1 de septiembre de 1998).

 

Texto

UN ASUNTO CONYUGAL (2003)

1. Un pésimo augur.

El verano siempre me provoca sentimientos contradictorios. Pero no me refiero al verano en general, sino a esa parte de él, el mes de agosto, en que se deja sentir un cierto abandono del mundo corriente: cuando las ciudades y las oficinas están vacías, los periódicos son escuetos y apenas informan (incluso aunque alguien tenga el mal gusto de iniciar o sostener una guerra) y la gente parece abdicar, cuando no renegar, de su vida cotidiana. A mí me gusta la vida cotidiana, y me desasosiega la excepcionalidad. Lo que en cierto modo resulta una paradoja, teniendo como oficio fisgar en la vida de los demás cuando les sucede lo más excepcional de todo, que es dejar de vivirla. Pero así es, y por eso prefiero pasar la mayor parte de agosto trabajando, cosa que mi antigüedad me permitiría evitar, y que casi nadie comprende.

Aquella mañana de agosto, mientras iba en el metro invariablemente atestado (cada vez somos más los parias, y menos holgados los medios puestos a nuestro servicio), me encontré con una noticia que indicaba que había gente para la que aquel mes resultaba aún más desagradable. Según decía el periódico, la víspera una mujer había sido asesinada a hachazos en un pueblo de Toledo. Con la delicadeza habitual en estos casos, el periodista no se privaba de detallar, a todas aquellas personas a las que pudiera dolerles saberlo, que la crueldad ejercida sobre ella había sido tan brutal, y el arma empleada tan poderosa, que uno de sus brazos había quedado separado del tronco, y la cabeza, apenas unida por unas hebras de tendones, músculo y cartílago intervertebral. También contaba que el marido de la fallecida estaba detenido, como principal sospechoso del crimen. Vagamente se hacía alusión a un historial de malos tratos y amenazas; en fin, la historia tantas veces repetida que, como sucede con cuantas tragedias se exponen con cierta reiteración al sobrealimentado homo sapiens telespectator, ya no conservaba la capacidad de impresionar a nadie. Prácticamente no habría habido noticia de no haber sido por lo cruento del procedimiento exterminador, que sin duda por eso quedaba descrito con tanta minuciosidad y truculencia.

Al llegar a la unidad me tropecé con sus dos miembros más madrugadores. El taciturno alférez Gracia, que exploraba con ahínco un listado de llamadas de teléfono móvil, y mi usual compañera de fatigas, la cabo Chamorro, que estaba colocando en un expediente el resultado por ahora fallido de unos perfiles genéticos. Los habíamos pedido en relación con uno de esos muertos que suelen darnos, una muchacha que había aparecido descuartizada tres años atrás en una cuneta de una población turística de Alicante. Algún día, sostenía desafiante Chamorro, a todos los hombres nos obligarían a depositar nuestro perfil genético en un ordenador, para poder cruzarlo al instante con cualquier resto de semen encontrado en cualquier víctima o lugar de un crimen. Pero mientras la sociedad no adoptara tan juiciosa y útil providencia, nos veíamos forzados a buscar a tientas, a localizar a algún tipo que pudiera ser el propietario de la basurilla seminal y a conseguir que se le sacara el material biológico pertinente con mandato de un juez, si no acertábamos a hacerlo con astucia. Luego tocaba pedir al laboratorio que hiciera el cruce con la muestra original, procedimiento lento y costoso que la mayor parte de las veces, como había sucedido con aquellos análisis, resultaba negativo. Pero en fin, ése era nuestro negocio, y nuestra obligación, no desanimarnos aunque no se vislumbrara ninguna perspectiva.

(De «Un asunto conyugal», aparecido por entregas en El Mundo, agosto de 2003. Tomado de www.lorenzo-silva.com/index_espanol.htm).

 

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