ROBLES MIRAS, Salvador

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ROBLES MIRAS, Salvador

Biografía

Salvador Robles Miras nació en Águilas (Murcia) el 28/07/1956. Vive en Bilbao desde los diez años. Es periodista y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Ha trabajado más de 40 años en El Correo-Español El Pueblo Vasco en diversas facetas, en Redacción. Asimismo, fue socio fundador del centro de educación Paideia. Ha colaborado asiduamente en EITB y en Tele 7.

Obra

ENSAYO

Tú Puedes. Manual de Estrategias de Aprendizaje y Automotivación (1994).

Ser más. Manual de Desarrollo de la Autoestima (1995).

Tú puedes más (1996).

Sólo tú eres tú (1997).

El éxito del fracaso (1998).

Lee, hijo (1999).

Inteligencia vital (2000).

Éticos de atar (2000).

Sueño maestro (2001).

El afán de superación (2004).

La pluma del colibrí. Diario del coronavirus (2020).

 

RELATO Y MICRORRELATO

Los abuelos también van a la escuela (1995).

La escuela sin edad (2004).

Los ojos de la vida (2005).

Mirar es encontrar (2007).

Pequeñas palabras (2009).

La fiesta de las palabras (2014).

El espectáculo más hermoso (2015).

A la sombra de un tilo (2016).

La vida de las palabras (2017).

 

NOVELA

Noche clara (1996 y 2019 -edición revisada-).

La luz del silencio (1997 y 2018 -edición revisada-).

La vida en la distancia (2001).

Contra el cielo (2010 y 2020 -edición revisada-).

El último día, el primero (2011).

La exclusiva del asesino (2015).

Troya en las urnas (2016).

El delantero centro se niega a jugar (2017).

Aurora en la oscuridad (2018).

Una voz en la noche (2019).

Sangre mala (2020).

Premios

2012 “El Parnaso”.

2013: “Valentín Palacio”, “Francesc Candel”, “La Pluma del Guirre”.

2014:  “José Rodríguez Dumont”.

2016: “El Espolón”, “Premio Wilkie Collins de Novela Negra”.

2017: “Premio de Relato del Ayuntamiento de Cornellá” .

2018: “Carmen Holgueras”.

Poética

Texto

Fragmento de Contra el cielo (edición 2020).

“Dionisio apenas necesitó unos segundos para contar el dinero que contenía la caja registradora de su tienda de golosinas. “Menos que ayer y más que mañana”, se dijo, resignado, mientras, arrastrando los pies, rodeaba el mostrador para dirigirse a la puerta de la calle a echar la persiana. No pudo hacerlo porque, a un metro de la puerta, una atronadora explosión lo despegó del suelo. “¡Dios mío!”, exclamó antes de perder el conocimiento sepultado bajo un alud de cascotes, cromos, frutos secos y caramelos, muchos caramelos. El mundo de Dionisio se había venido estrepitosamente abajo. Eran las nueve de la noche del segundo lunes de junio de uno de los primeros años del milenio. Un minuto antes de la explosión, un todoterreno de color rojo se había detenido frente a la tienda de Dionisio, al otro lado de la calzada, a un par de metros de la marquesina de la parada de autobuses de la calle Azul, en la periferia de Villa del Norte. En el momento en que una mano fina de largos dedos abría la puerta trasera del vehículo, este saltó hecho pedazos por los aires.

Cuatro personas perdieron la vida en el siniestro: los tres ocupantes del automóvil, que murieron en el acto, y Dionisio, quien falleció en el hospital diez días después a causa de las heridas sufridas. Horas antes de que el Ministerio del Interior lo confirmara de manera oficial, en cuanto el tam tam del boca a oreja propaló el rumor de que en el suceso habían muerto tres de los miembros del comando Bravo, uno de los más sanguinarios de la Organización, la opinión pública se barruntó que no se trataba de un atentado, sino de un accidente, quizás un ajuste de cuentas del destino. Varias horas más tarde, ya bien entrada la noche, el rumor se convirtió en noticia. Los más de cincuenta kilos de explosivos que transportaba el coche con destino a algún infierno habían estallado de manera fortuita, y los muertos pertenecían a la Organización”.

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