RIVAS, Manuel

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RIVAS, Manuel

Biografía

Nace en A Coruña en 1957. Licenciado en Ciencias de la Información fue nombrado subdirector de Diario 16. Colaborador habitual en diversos medios: El País, Diario de Galicia, El Ideal Gallego, La voz de Galicia… Además ha fundado varias revistas de vida muy corta.

Destaca su compromiso ecológico (es socio fundador de Greenpeace) y social, que puede percibirse tanto en su faceta periodística como en su obra literaria.

Como autor recorre todos los generos: poesía, cuento, novela, ensayo… Y en todos destaca su personal manera de hacer, que algunos han calificado de realismo mágico gallego.
Sus obras están escritas en esta lengua, y él mismo se ha encargado de traducir alguna de ellas al castellano.
Algunas de sus obras han sido llevadas al cine: La lengua de las mariposas de José Luis Cuerda (en la que se agrupan dos de sus cuentos) y El Lapiz del carpintero llevada a la pantalla por Antón Reixa.

Obra

POESÍA

Libro do Entroido (1979).
Anisia e outras sombras (En colaboración con Xavier Seoane) (1981).
Baladas nas praias do Oeste (1985).
Mohicania (1987).
Ningún cisne (1989).
Costa da morte blue (1994).
O pobo da noite (Antología) (Traducida al castellano como El pueblo de la noche (1997)) (1996).
Do descoñecido ao descoñecido (antología) (2003).
El pueblo de la noche y mohicana revisitada (2004).
A desaparición da neve (Traducido al castellano La desaparición de la nieve (2009)) (2009).
A boca da terra (2015).

O que fica fóra (2021).

NARRATIVA

Todo ben (1985).
Un millón de vacas (Relatos y poesía) (1989).
«O león de catro ventos», relato publicado en Contos eroticos / eles (1990).
«O último rei dos galegos», relato publicado en Contos do Castromil (1990).
Os comedores de patacas (Traducida al castellano: Los comedores de patatas (1991)) (1991).
En salvaxe compaña (En castellano por el autor: En salvaje compañía (1998) (1994).
¿Qué me queres amor? (Traducida al castellano: ¿Qué me quieres amor? (1998)) (1996).
Bala perdida (Traducida al castellano en 1998) (1996).
O lapis do carpinteiro (Traducida al castellano: El lápiz del carpintero (1999)) (1998).
A deusa atlántica (1999).
Ela, maldita alma (Traducido al castellano Ella, maldita alma (1999)) (1999).
El secreto de la tierra (Contiene Un millón de vacas y Los comedores de patatas) (1999).
A man dos paíños (Traducido al castellano La mano del emigrante (2001)) (2000).
As chamadas perdidas (Traducido al castellano Las llamadas perdidas (2002)) (2002).
Contos de nadal (Ilustrado por Miguelanxo Prado) (2003).
Nosotros dos (2003).
Cuentos de invierno (2005).
Os libros arden mal (Traducido al castellano Los libros arden mal) (2006).
Todo é silencio (Traducido al castellano Todo es silencio 2011) (2010).
O máis estraño. Contos reunidos (Traducido al castellano Lo más extraño 2011) (2011).
El último día de Terranova (2015).
Vivir sen permiso e outras historias de Oeste. Traducido al castellano Vivir sin permiso y otras historias de Oeste (2018).

Chispas (2021).

A nena lectora (2021).

TEATRO

O héroe (2005).

ARTÍCULOS

Galicia, el bonsai atlántico (En castellano) (1989).
No mellor país do mundo (1991).
Toxos e flores (1992).
El periodismo es un cuento (1997).
Galicia. Galicia (En castellano) (1999).
Muller no baño (Mujer en el baño (2003)) (2002).
Unha espía no reino de Galicia (Una espía en el Reino de Galicia (2005)) (2004).
Os Grouchos (2008).
A cuerpo abierto (2008).

ENSAYO

1980: Informe dunha frustración : as claves do proceso estatutario galego (Junto a Gaciño Barral, Xosé L.).
1993: Informe da comunicación en Galicia.
1998: A comunicación en Galicia, 1998 : sobre o hipersector da comunicación (Junto a López García, Xosé y Lobato Sánchez, Xurxo Andrés).
Vicente Ferrer, Rumbo a las estrellas con dificultades (2013).
Contra Todo Isto: un manifesto rebelde». Traducción al castellano «Contra Todo Esto: un manifiesto rebelde» (2018).
Libro dos manifestos (2019).

OTROS

Galicia, el país soñado (Textos de Torrente Ballester y M. Rivas para fotografías de Xurso Lobato) (1991).
Tempos que hai neste tempo (Texto para las fotografías de Manuel Sendón ; Rivas, Manuel ; Caujoulle, Christian (1995).
A Coruña y rías altas (Junto a Posse, Enrique) (1997).
Rías Altas (1999).
Imaxes líquidas (García García, Aurora ; Rivas, M. ) (1999).
Compostela, vanguardia y sosiego (2000).
Arte y palabra por la paz (2002).
As voces baixas (Traducido al castellano Las voces bajas. 2012) (2012).

AUDIO

La lengua de las mariposas (1998).

Premios

1989: Premio Leliadoura por Ningún cisne.
1990: Premio de la Crítica por Un millón de vacas.
1994: Premio da Crítica por En salvaxe compaña.
1995: Premio Torrente Ballester por ¿Qué me quieres, amor?
1996: Premio Nacional de Narrativa por ¿Qué me quieres, amor?
1998: O lapis do carpinteiro.
1998: Premio de la Crítica por El lápiz del carpintero.
1998: Premio da Asociación de Escritores en Lingua Galega por El lápiz del carpintero.
1998: Premio Arcebispo Xoán de San Clemente por El lápiz del carpintero.
2001: Premio 50 aniversario da sección belga de Amnistía Internacional por El lápiz del carpintero.
2006: Premio de la Crítica de narrativa gallega por Os libros arden mal.
2013: Nominado a los Premios Goya, categoría Mejor Guión Adaptado, con Todo es silencio.

2016: Premio Gala do Libro Galego  por «O último día de Terranova».

2022 : Premio Follas Novas de poesía por «O que fica fóra».

Poética

Lo primero que tengo conciencia de escribir son poemas, pero se podría decir que de una forma un poco cómica porque mi padrino, un familiar que se llama Xose Couseiro, que era un hombre que trabajaba de viajante de especies -azafrán, canela y todo eso- que llevaba por toda Galicia y que fue el que me dijo una gran verdad literaria -posiblemente la primera-: que es que «un kilo de azafrán vale más que un kilo de oro». Eso, sin ser consciente entonces, fue una lección literaria: no hay que quedarse con las medidas convencionales. Pero además él tenía una máquina de escribir muy pequeñita que era para hacer las cuentas y que un día me dejo escribir mientras íbamos viajando, pero yo, en lugar de escribir cuentas y números, me puse a escribir poesía porque me parecía que en una máquina tan pequeñita era más difícil acabar el folio y pensé que era mejor para el verso.
Pero realmente creo que empecé a escribir poesía porque me gustaba mucho. A pesar de que yo no conocía mucha literatura -en mi casa no había libros-; mi madre sí conocía de memoria poemas de Rosalía de Castro. Así que mi primer libro fue la memoria de mi madre y mis primeros cuentos también tienen que ver con los relatos de mi madre, que me gustaban mucho porque hablaban de la mujer, de la rebelión y de los problemas de la vida en un tono que era como la canción del pueblo. Esas poesías románticas de Resalía de Castro el pueblo las había adoptado como propias, de hecho hasta la fecha se cantan muchos de esos poemas sin que la gente sepa que son de Rosalía de Castro.
Todo eso me hizo sentir una idea de Galicia, pensar que si este pueblo se encarnara en una persona sería en una mujer; y en vez de padre fundador o héroe militar lo que tenemos es una madre que se identifica con la tierra, con esa idea mítica de la tierra madre que se encarnó en nuestra heroína que lo que dejo fueron únicamente poemas. Pero sí, mis primeros libros de poesía eran sobre todo aquello, en los que yo intenté imitar en aquella máquina pequeñita de mi padrino ese canto popular del pueblo.

[…] Yo asocio más el aprendizaje literario con escuchar relatos.
Y lo que contaban los mayores no eran historias de leyendas, brujas, hadas o de los enanitos del bosque -como mucha gente piensa-, sino que contaban historias de crímenes, lujuria, de amores, de aventuras y de viajes, porque casi todo el mundo había emigrado o se había ido en un barco o trabajado como marinero. Estaban todos los géneros literarios modernos contadas en esa conversación al calor del fuego. Era un momento en el que veías, al menos lo pienso ahora, el artificio literario en su esplendor y cómo todo el mundo aceptaba que aquello era como el fuego: algo que salía de la madera para crear una nueva realidad. Y eso yo lo escuchaba como un clandestino, por eso creo que siempre asocio la idea de escribir como un acto de clandestinidad.

[¨···] Los primeros poemas tenían una veta muy sentimental, muy romántica y por eso son tan malos, pues yo entonces pensaba que la poesía era fácil y al mismo tiempo compartía esa idea de que la poesía era algo como muy juvenil, que encarnaba como mito Rimbaud o los poetas románticos, que si vas país por país siempre aparece esta figura: en España, Becquer, Espronceda; o en Rusia, Pushkin y en fin, cada país tiene su poeta romántico. Eso creó una idea de la poesía como género de irrupción primaveral en la vida, pero hoy me doy cuenta que el tipo de poesía que me gusta va más con la idea de madurez, de hacer un balance de la vida y por eso me gusta muchísimo la poesía que podríamos llamar de la vejez, pienso en Fernando Pessoa, Miguel Torga, Thomas Harding…

[···] Empiezo muy pronto a trabajar lo que podríamos llamar el contrabando de géneros, pues es una especie de fuerza que no puedo evitar y que me obliga a que cuando me ponga a escribir un poema o un cuento hay una fuerza que me lleva a contar algo. Es como un espíritu contradictorio que me dice: «haz un poema pero cuenta algo, una historia».
Por otra parte, cuando haces un relato o una novela como En salvaje compañía, que yo creo que se puede leer como un largo poema o un poema largo, para mí la poesía no tiene que ver con ajustarse a un formato, a una rima ni a escribir con una máquina pequeña, como hacía cuando era niño, sino que tiene que ver con una inclinación o tensión que te empuja hacia la autenticidad. Eso es al menos lo que yo entiendo por poesía y que también tiene que ver con la emoción, en la que hay una excitación en las palabras y que entonces e das cuenta que a eso le puedes llamar poesía. Es como si estuvieras vibrando o temblando o riéndote o que, en definitiva, está pasando algo. Cuando las palabras empiezan a moverse, a danzar, que se sacuden el reuma o el estado de congelación, entonces podemos hablar de poesía.

B: Que al parecer también trasciende el tiempo y el espacio, pues a pesar de ser tan joven usted se ha erigido como la voz de un pueblo milenario, del que guarda su memoria …

M.R.: Lo que pasa es que la ligazón de la literatura con la vida es mucho más fuerte de lo que pensamos y la literatura tiene esa tensión o encrucijada: por una parte quieres escapar de la vida pero en esa fuga te encuentras con un proceso muy curioso que lo que hace es atarte más a la vida. ¡Quieres escapar pero al mismo tiempo te quedas prendado a la vida con una relación muy ligera, como puede ser una telaraña y te q uedas suspendido por todas partes!
También hay otra imagen que se hace cuestionarte cómo expresar cuando hablas de poesía y de lenguaje, pues hay una cierta tendencia a pensar en la poesía en términos de retórica y de entender el trabajo de escribir en términos de llenado. Es decir, donde hay un vacío, una página en blanco, hay que llenarlo, cuando en la escritura también hay un proceso de vaciamiento. Esa idea me ha hecho reflexionar que la mejor forma de expresar ese vaciamiento de la literatura, en términos pictóricos, es la mano vacía: sólo hay que recordar las cuevas del pasado más remoto, donde hay pinturas rupestres en las que aparecen manos impregnadas en arcilla o tintes o polvos que llevan a la pared y aparece la figura de las manos. Pero de pronto se produce un avance importantísimo en la evolución estética de la humanidad, que es cuando a alguien, que debió de ser una persona genial y picassiano, se le ocurre que en lugar de manchar la mano de arcilla o de tintes lo que hay que hacer es poner la mano sobre la pared y sólo pintar el borde de la mano. Es un poco como el cuadro de Magritte en el que pinta una pipa y pone debajo: Esto no es una pipa. Pues yo creo que la literatura es un poco eso, es decir esto no es una pipa.
Lo que hay es una fascinación por la precisión de la palabra y el lenguaje. Eso tiene un poco de juego y de desafío en el que apuestas la cabeza y plagias cada vez más al lenguaje. No sé lo que voy a escribir en el futuro pero creo que sí voy a escribir mejor. Dice una oda mayor irlandesa que la primera y la segunda palabra te llevan a la tercera; a mí eso me parece maravilloso, pues es como el proceso de las bolas de billar en las que tu activas una bola que va hacia otra pensando que va a provocar una composición determinada dentro del tapete, pero resulta que te sorprende el final, pues tú lo único que controlas son los movimientos y después lo que pasa siempre es impredecible. En la escritura hay mucho de eso: hay un arranque que controlas pero inmediatamente se abre el abanico; no para descomponerte ni hacerte más abstracto, sino para buscar aquello que es más preciso. Y ese es un proceso en el que apuestas la cabeza y así lo vivo yo, como un juego arriesgado.

Lo que hay es una fascinación por la precisión de la palabra y el lenguaje. Eso tiene un poco de juego y de desafío en el que apuestas la cabeza y plagias cada vez más al lenguaje. No sé lo que voy a escribir en el futuro pero creo que sí voy a escribir mejor. Dice una oda mayor irlandesa que la primera y la segunda palabra te llevan a la tercera; a mí eso me parece maravilloso, pues es como el proceso de las bolas de billar en las que tu activas una bola que va hacia otra pensando que va a provocar una composición determinada dentro del tapete, pero resulta que te sorprende el final, pues tú lo único que controlas son los movimientos y después lo que pasa siempre es impredecible. En la escritura hay mucho de eso: hay un arranque que controlas pero inmediatamente se abre el abanico; no para descomponerte ni hacerte más abstracto, sino para buscar aquello que es más preciso. Y ese es un proceso en el que apuestas la cabeza y así lo vivo yo, como un juego arriesgado.

(De http://www.lateral-ed.es/revista/articulos/070mrivas_crubio.html)

 

Texto

DESPEDIDA

Puedo estar orgulloso.
Se cae la casa
pero mis hijos huyeron al bosque
con la cabeza llena de pajaros.

(De Un millón de vacas, Barcelona, Ediciones B, 1990).

 

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