Biografía
Ángela Reyes nació en Jimena de la Frontera, Cádiz, en 1946. Es miembro fundadora de la Asociación Prometeo de Poesía, en la cual colabora desde 1980, y miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía y la Asociación «El Foro de la Encina».
Ha publicado tres novelas, cuentos, y diez poemarios, desde Amaranta (1981), a Carméndula (2001), y otras tantas plaquetas de poesía.
Obra
No se incluyen folletos o plaquetas.
NARRATIVA
Crónicas de un lirista naufragado (Madrid, 1991).
Morir en Troya ( Mérida, 1999).
Adios a las amazonas (Madrid, 2004).
Cuentos de la Arganzuela (2005).
Las mujeres del farolillo rojo (2005).
Los trenes de marzo (11-M) (2008).
Benedicamus Domino (Alabemos al Señor) (2009).
Cofre de misericordia (Antología de varios autores) (2010).
Morir en Troya (2013).
Verónica y el hombre bello (2015).
Historias sin cuento (2018).
Cántico del alba (2020).
POESÍA
Amaranta (1981).
La muerte olvidada (Madrid, 1984).
Labio de hormiga (en colab. con Juan Ruiz de Torres, 1985).
Viaje a la Mañana (en colab. con Juan Ruiz de Torres y Alfredo Villaverde, 1987).
Lázaro dudaba (1987).
Calendario helénico. Hellenic Calendar (en colab. con Angela Reyes, bilin. español/inglés, 1987).
La niña azul (1991). Plaqueta.
Cartas a Ulises de una mujer que vive sola (1991).
Breviario para un recuerdo (1993).
Carméndula (2000).
Hija de la Frontera (2000).
No llores, Poseidón (2008).
Fantasmas de mi infancia (2011).
Mujer en la penumbra (2017).
El cuerpo y sus lenguajes (2018).
Vivir, valió la pena (2019).
Los músicos dormidos (2022).
Premios
1986: Premio de Poesía San Lesmes (Burgos).
1991: Premio de Poesía Villa La Roda (La Roda).
1991: Premio de Poesía Leonor (Soria).
1994: Premio de Poesía Vicente Gaos, (Valencia).
1999: Premio de narrativa Juan Pablo Forner, (Mérida, Badajoz).
2000: Premio de Poesía Blas de Otero (Majadahonda, Madrid).
2005: Premio “Calicanto” por Las mujeres del farolillo rojo.
2008: Premio Ciudad de Majadahonda (Madrid).
2013: IV Premio de Novela “Juan Pablo Forner” por Morir en Troya.
Poética
QUÉ ES PARA MÍ LA POESÍA
Es un cofre lleno de palabras que encontré en Granada, a la edad de ocho años. Nadie vino a reclamármelo, nadie echó en falta su pérdida y desde entonces no me he separado de él porque es una de las cosas más preciosas que poseo. Desde que tengo ocho años no he dejado de abrirlo ni un solo día y, de su fondo inagotable, he extraído las palabras precisas para inventarme mundos que me hubiera gustado habitar, situaciones, personas inmesamente bellas, largamente desgraciadas, siempre tiernas, crueles hasta donde mi imaginación me permitía, dioses venidos a menos, humanos tan magníficos que morían para volver a resucitar en páginas posteriores. Para ello, unas veces elegía las palabras más líricas, otras veces las retóricas, las amorosas, muchas veces las sensuales, místicas en pocas ocasiones, palabras y más palabras con que creaba personajes de ficción que, después de convivir con ellos un tiempo, se convertían tan humanos, tan de mi sangre, que llegaba a amarlos y a sentir su ausencia a la hora de abandonarlos a su suerte, a la hora de finalizar el libro.
Texto
El verano anterior,
Josefina Manresa había comprado
unos metros de encaje de bolillos
y un frasco de almendrado aceite que suavizaba el agua.
Aprendió a empequeñecerse el talle
desde que oyó decir
que por una cintura desvalida
trepaba fácilmente la pasión.
En marzo nueve,
ella había cosido dos diminutos lirios de organdí
en el extremo de las ligas.
Y en una colcha no lejana
su camisón de muselina
estaba amaestrado para desabrocharse fácilmente,
para caer rendido al suelo
lleno de pliegues.
También la blusa, y el chaquetón de pana,
y hasta las medias de algodón sabían
que aquella noche
dormirían mirando a la pared
apenas se iniciara la más dulce tormenta
bajo la colcha rosa pálido.
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