POSADAS, Carmen

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POSADAS, Carmen

Biografía

Carmen Posadas nació en Montevideo en el año 1953, pero reside actualmente en Madrid. Es conocida tanto por su faceta periodística como por sus obras literarias. En el comienzo de su carrera novelística, dedicó su tiempo a escribir obras para niños, destacando entre todas El señor Viento Norte, que fue galardonada con el Premio del Ministerio de Cultura al mejor libro infantil de 1984. A finales de los años 80, comenzó a escribir narrativa para adultos, llegando a publicar su primer éxito a finales de los 90: Cinco moscas azules (1996). Al año siguiente, su colección de relatos Nada es lo que parece la consagró como autora de prestigio, y en 1998 logró obtener el Premio Planeta gracias a Pequeñas infamias.

El cambio de milenio le trajo aún más reconocimientos. En el año 2001 publicó La bella Otero, una obra que sería llevada al cine, y años más tarde volvió a obtener tres galardones literarios: el Premio Apeles Mestres de Literatura Infantil, el Sent Sovi de Literatura Gastronómica y el de Cultura de la Comunidad de Madrid. También fue premiada por sus facetas artística y periodística: en 2010 fue nombrada profesora Honoris Causa por la Universidad Peruana de Artes Aplicadas, y en 2011 ganó tanto el Premio Camilo José Cela de periodismo como el ABC Cultural & Ámbito Cultural. Asimismo, resultó vencedora de otros certámenes literarios, como el Premio Cartagena de Novela Histórica o el Iberoamericano de Periodismo Rey de España.

A día de hoy, la obra de Posadas ha sido traducida a más de 30 idiomas y se vende en más de 40 países, recibiendo buenas críticas tanto de los profesionales como del público. Por último, cabe destacar que es consejera de la Universidad Europea de Madrid, donde se ha creado una Cátedra a su nombre.

Obra

NARRATIVA

El señor Viento Norte (1983).
El parque de papel (1984).
Kiwi (1984).
El mercader de los sueños (1990).
María Celeste (1993).
Padres, padres (1993).
Liliana, bruja urbana (1995).
Cinco moscas azules (1996).
Nada es lo que parece (1997).
Pequeñas infamias (1998).
Dorilda (2000).
La bella Otero (2001).
El buen sirviente (2003).
Cuac (2004).
Hipo canta (2006).
Juego de niños (2006).
Literatura, adulterio y una tarjeta Visa platino (2007).
Hoy caviar, mañana sardinas (2008).
Deseos de mujer (2008).
La cinta roja (2008).
Mi primer libro sobre Machado (2009).
Invitación a un asesinato (2010).
El testigo invisible (2013).
Medea (2014).
La hija de Cayetana (2016).
La maestra de títeres (2018).
La leyenda de La Peregrina (2020).
Licencia para espiar (2022).

 

ENSAYO

Yuppies, Jet Set, La Movida y otras especies (1987).
¡Quién te ha visto y quién te ve! (1991).
El síndrome de Rebeca (1998).
Un veneno llamado amor (1999).
Por el ojo de la cerradura (2002).
A la sombra de Lilith (2004).
El síndrome de Rebeca (2014).
Usted primero (2015).

Premios

1984: Premio del Ministerio de Cultura al mejor libro infantil editado en el año 1984.
1998: Premio Planeta.
2004: Premio Apeles Mestres de Literatura Infantil.
2007: Premio Sent Sovi de Literatura Gastronómica.
2008: Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid.
2011: Premio Camilo José Cela de periodismo.
2011: Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural.
2014: Premio Cartagena de Novela Histórica.
2014: Premio Glauka.
2014: Premio Brazier, el Goncourt de Novela Gastronómica Francesa.
2017: Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España.
2017: Premio ABC Joaquín Romero Murube.

Poética

«Escribir es un ejercicio muy azaroso, uno nunca sabe lo que va a gustar y lo que no. Por otro lado, uno no puede escribir pensando en lo que le va a gustar al lector. Es como el futbolista que, en vez de jugar libre y arriesgar corre siempre detrás de la pelota y no se separa de ella. Lo más probable es que no meta nunca gol. Como yo soy de esos escritores que no tienen ni la más remota idea de lo que va a pasar en sus libros, al final soy la primera y la más sorprendida de mis lectores. Escribir tiene algo mágico y, una vez que uno empieza, la historia empieza a trenzarse sola. Pero hay que dejar que se trence, no obligarla a ir por aquí o por allí. Eso no funciona.

Para mí la escritura es como esa copla que dice: ‘Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio. Contigo porque no vivo y sin ti porque me muero’. A mí me pasa exactamente esto. Si escribo sufro y me desespero. ¡Pero si no escribo es peor! Para decir toda la verdad, también hay momentos gloriosos. Y entonces uno se siente… espectacular».

Texto

De nada sirvió que su amiga le intentara explicar que ella no pensaba que Sofía le mintiera, que desde muy niña le había dicho que no tenía padre y que, puestos a elegir misterios, el que sí le intrigaba era el otro, el de su mundo antes de que la vida diera tantas vueltas. «Vamos, Elba, no hace falta ponerse así, tía, hay miles, quién sabe si millones de niños en el mundo, que no saben nada de sus verdaderos padres y no por eso dejan de querer a sus padres de ahora. Para de comerte el tarro de esa manera. Olvídate ya, no hace falta darle más vueltas ni sentirte diferente por no tener papá, yo tampoco lo tengo, y qué. Además, hay secretos en los que es mejor no rebuscar porque lo más probable es que sean tristes o muy feos o las dos cosas a la vez; tú misma dices que las niñas que se creen princesas son unas tontas de remate. En cambio, ¿qué pasa cuando sabes, cuando estás completamente segura de que sí hubo un pasado más bonito que el presente, Elba?».
Elba ni siquiera se había tomado la molestia de leer esta parte del correo de Avril. Hacía rato que dejaba volar los dedos sobre el teclado escribiendo una frase tras otra sin comas, sin puntos, sin ortografía: «Qué suertuda eresAwi megustaría tanto ser tú, ahora no sólo podrássaber cómo es tu pasado bolbiendo a kasa de tu madre, sino también cómo será tu futuro. Los que tenéis Padres —padres había escrito Elba, en plural y con mayúscula— jamás pensáis en estas cosas, claro, pero los que no lo tenemos, desconocemos también nuestro futuro porque no tenemos dónde mirarnos. Cada persona de una familia es un espejo. ¿Nunca lo habías pensado así? El padre, la madre, los abuelos, los tíos, son espejos pequeños, grandes, cursis, tramposos, sucios, espejos retrovisores, espejito espejito de Blanca Nieves, o de feria de pueblo, qué más da, unos más feos, otros más bonitos. Pero en cada uno de ellos estás tú a poca atención que pongas. Nosotros los huérfanos, en cambio, no tenemos en quien mirarnos y tenemos que buscarnos a alguien, a alguien que…»
Y siguió tecleando siempre atropelladamente, uniendo unas palabras con otras hasta que Avril se cansó de leer y cerró el ordenador. Que Elba creyera lo que le diera la gana, incluso que aquel hombre podía ser el Antonio del que hablaba la tía Lila o cualquier otro de igual nombre, como el mismísimo padre de Elba, total, puestos a imaginar tonterías imposibles… cuando se le metía algo en la cabeza era muy difícil hacerla cambiar de opinión. «Ya se desengañará mañana —se dijo Avril—; cuando vea que en esa casa no hay ningún Antonio».

 

(De Juego de niños, 2006).

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