NEGUERUELA, Jacinta

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NEGUERUELA, Jacinta

Biografía

 

Jacinta Negueruela nace el 23 de Mayo de 1961 en Vargas (Cantabria). Desde 1991 reside en Benicásim (Castellón). En 1984-85 ejerce como Lectora de Español en Béziers-Montpellier (Francia), país cuya lengua y cultura dejan una profunda huella en su vida y en su obra. Es Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia (1995), con una tesis titulada Yves Bonnefoy: la poética de la presencia, autor de innegable influencia en sus trabajos posteriores.

Además de poeta, centra sus investigaciones en el ámbito de las artes plásticas, la literatura y la Estética y son numerosos sus escritos sobre artistas diversos. Actualmente es profesora de Lengua Castellana en el I.E.S de Benicásim (Castellón), donde además es promotora de los «Encuentros Literarios» que desde 1997 reúnen en dicho Instituto a la mejor poesía contemporánea.

 

Obra

POESÍA

Animal marino, prólogo de Antonio Colinas, (2006).
La luz de Orión, prólogo de Luis A. de Cuenca, (2008).
Cuerpos varados, Poética, (2009).

Los desiertos del tiempo (2012).

Varsovia llueve (2017).
Los mundos que se acercan (2020).

ENSAYO

Un arte presencial. De Yves Bonnefoy a Miquel Barceló, prólogo de Elena Real, (2007).

OTROS

Paisajes interiores, Luis A. de Cuenca, Vicent Román y Jacinta Negueruela (2008); libro de arte (poesía, pintura y ensayo). Texto «Paisajes interiores» y edición a cargo de Jacinta Negueruela.

TRADUCCIONES

Pierre Vidal, El arte rupestre en peligro, (2001).
Philippe Lacoue-Labarthe, «La fábula (literatura y filosofía)» en Teoría literaria y deconstrucción, (1990).

Premios

 

2007: Premio Mar de Poesía de la Fundación Carolina Torres al poemario Animal marino, (2006).

2010: Finalista del Premio de la Crítica de Poesía por Cuerpos Varados.

 

Poética

 

La poesía tiene mucho que ver con el fenómeno lumínico. Es un alumbramiento, un fulgor. La poesía es un encendido de la vida. Dura unos instantes acelerados, incontrolables. Sólo el lenguaje es un «apaciguamiento tembloroso» de esa sobrecarga eléctrica. No hay, como antes de la tormenta, un tiempo anunciador. Ofrece una nitidez asombrosa de los contornos de las cosas, el relieve descarnado de la escena en la memoria o en el devenir, en lo que fue, en lo que pudo haber sido, en lo que hubiera debido ser, en todos los tiempos conjugados.
A veces aparece en medio de la dicha cotidiana, vida ociosa y abandonada. Otras asusta irrumpiendo violentamente en escena, en extrañas soledades, y es imperiosa y hasta dictadora, e incluso podría ser gesticulante.
La poesía es una reverberación del espacio. Acerca lugares que creímos olvidados, es una lente que acrecienta o debilita la imagen especular de la propia vida. La memoria es, definitivamente, su alimento. Por ello, tiempo y espacio atraviesan indefectiblemente sus estancias. Son «rumores constantes» sobre los que discurre la palabra.
La poesía nos acerca a la experiencia destripando, diseccionando el cadáver que nos quedó de lo vivido. De alguna forma, favorece una regeneración celular, una resurrección de la carne a través del conjuro verbal. Mucho hay de latencia y de respiración en un poema. El ritmo y el tono son aquí la definición de un cuerpo de arquitectura diversa pero bien cimentada y armada desde donde avistar amplias panorámicas o minúsculos secretos.
La poesía nace de la intensidad de la vida. El poeta mira con una lente que acerca los objetos hasta traspasarlos. Hay una interpenetración fluida y constante, corporal y sensual. La realidad, así, tiene el peso añadido de los sueños, los deseos, las emociones que inundan todo.
La poesía es voz instigadora de la propia vida porque mira recónditos y oscuros pasadizos de la mente. También es reveladora y, en palabras de Yves Bonnefoy, es presencial, es decir, transciende el signo sobre el que reposa la palabra.
Es terreno pantanoso, ciénaga matriz del pensamiento y la emoción conjuntas…

(texto completo publicado en Cuerpos varados, Devenir, Madrid, 2009).

 

 

Texto

 

Y SI TU AUSENCIA

Por las ondas del río,
más allá del puente,
en remolinos y vértigos negruzcos,
te llevaban los días
hacia la otra orilla,
la de la niebla del poeta.
No te sentía el pálpito,
la cara ya tan blanca.
Ven,
déjame beberte,
traspásame hasta
el otro lado de la carne
donde el fango y la ciénaga matriz
se sobrecogen,
golpea sus paredes
y dime que volviste de la mitad del río
y que es pronta la marea que se nos lleva
y que hoy te quedas,
un día más,
una vida más,
como un pez devuelto
de las manos del pescador.

(De Animal marino 2006).

EL CAMINO DE LA VIDA

En la piel fría de la tarde,
cuando los perros anuncian
la anochecida luna,
en el silente y húmedo corredor
que sale al mar,
he visto nuestras sombras alargadas.
Corrí detrás de nuestros pasos
sin alterar la estampa eterna del camino.
Dejé que el viento mudo y Orión fuerte
cuidaran de mi noche más amada.
He querido tener para la eternidad
el sitio de los dioses.

(De La luz de Orión, 2008).

 

 

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