MORENO VALENCIA, Salvador

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MORENO VALENCIA, Salvador

Biografía

Salvador Moreno Valencia nació en Setenil de Las Bodegas, Cádiz, en 1961. De formación autodidacta, escribe artículos de opinión, novela, poesía en verso libre, relato breve y cuentos. Es director de la revista cultural LetrasTRL: (http://alvaeno.com/letrasTRL.htm), desde 2008 a 2010 fue subdirector del diario Online El Librepensador (www.ellibrepensador.com).

Socio de AIPEP (Asociación independiente de periodistas, escritores y profesionales en nuevas tecnologías de comunicación). Es miembro de la Biblioteca Digital Siglo XXI, de Poetas del Mundo y de REMES. Su primera novela Una puerta en el laberinto se publicó en 2004 (Imagine Ediciones). En bubok.com ha publicado sus novelas Así en el cielo; Pasos Largos, el último bandolero; El sonido lacónico de las balas; y los libros de relatos Dosmásuna; El defecto mariposa y 7 (Siete) cuentos de pan y pimiento. Es coautor, junto a cinco escritores, del libro de relatos El trueno en la memoria, de Ediciones Rubeo, publicado en 2009. En marzo de 2011 su libro Hilos rotos para una marioneta fue finalista del I Casting Literario organizado por OnLine Studio Productions para la App Store. En el mismo mes de marzo se publica su novela Santa Compaña, que ha estado durante el 2011 entre los diez libros más vendidos de Casa Eolo libros.

Como artista plástico ha realizado más de cincuenta Exposiciones en España, Portugal, Argentina, y Francia.

Obra

POESÍA

Barro en los zapatos (1997).
Tenue Poseidón (2004) inédito.
Trece náufragos
(2006) editado por Letras Uruguay.
Los Márgenes del viento, Ínsula de libros VVAA
(2010).

NOVELA

Una puerta en el laberinto, Imagine Ediciones (2004).
Así en el cielo, bubok.com
(2008).
Pasos largos; el último bandolero, bubok.com
(2008).
El sonido lacónico de las balas, bubok.com
(2008).
Hilos rotos para una marioneta,
OnLine Studio Productions LLC- (2011).
Santa Compaña, Casa Eolo
(2011).
Atenea Café (2012).
En el lado salvaje (2014).
Sangre (2016).
La chica del 33 (2019).
Matinal Costa de Madrid (2020).

RELATOS

Dosmásuna, bubok.com (2009).
El defecto mariposa, bubok.com
(2009).
Siete (7) cuentos de pan y pimiento, bubok.com
(2009).
El trueno en la memoria, VVAA, Ediciones Rubeo
(2009).
Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas.  VVAA Editorial Traspies (2010).

OTROS

-Periodista digital

Artículos periodísticos, ensayos y entrevistas: http://www.ellibrepensador.com/author/alvaeno/
http://lacomunidad.elpais.com/alvaeno/posts
http://vegamediapress.net/col/68/peter_magnus/

Premios

2º Premio Internacional de Artes de la Villa de Beziers (Francia).

2011: Finalista en el 1º Casting OnLine Studio Productions LLC.

 

Poética

Ser libre ante el verso y considerar el poema como una herramienta de expresión, buscando, a través de ella, la melodía apropiada para contar poéticamente una historia, o para plasmar un pensamiento, una emoción o una sensación…, para denunciar lo injusto del hombre y del mundo.

 

Texto

El niño pez

Cómo el pez se hizo niño
Y el hombre sin darse cuenta se hizo pez.

En silencio se sentó el pez cerrando los ojos
Cuando los abrió ya era hombre.

El niño durmió sin sueños más allá de su mundo
el pez de ojos saltones se deslizó en la noche
por un mar de incienso.

La manzana podrida

Ahora que soy un gusano dentro de la gran manzana
Ni siquiera puedo llegar al corazón.

El horizonte

Vuelve la copa a cegar mis sentidos
y en la maraña de la niebla
tus ojos miran al infinito
buscando el rostro del niño.

Huesos
Tengo el alma desnuda
sin piel
Sólo huesos en mi corazón.

Miraba

Miraba, esta tarde, por el ojo de una aguja, y allí, tras el infinito agujero pude ver, pude contemplar en toda su extensión el huracán, sí, el ojo del huracán que me guiñaba desde el pasado que se convirtió en presente y futuro para derrotar, a la vez, las mismas raíces del mismo, el tiempo.

Un hombre, tan solo un hombre, debería tener el derecho a soñar sin que luego el sueño lo contradiga.

¿Qué hay de esa quietud exasperante que muestran las ranas sin su charca?

¿Dónde se fueron los pájaros? Ni siquiera les dio tiempo a emigrar.

Sería la cuenta de la vieja, al fin y al cabo, la que inclinaría la balanza hasta el final.

Socorremos a los desvalidos perros, pero miramos y escupimos con indiferencia al vecino.

Ella habla con su perro, incluso lo besa, pero sigue odiando al pedigüeño.

Bastarían unas monedas para amaestrar al mono, pero el mono se volvió avaro.

Ni que decir tiene que lo único que les importa es la cuenta.

Colonicemos la cultura, privaticémosla, así no escapará nada a nuestro control.
(El Estado Demócratatotalitario)

Un pez es ajeno a este trasiego, me identifico con él, y olvido que es de necios, olvidar.

Ayer ganó mi equipo de fútbol, mientras lo hacía, murieron millones de inocentes víctimas del verdugo que paga los jugadores.

La prensa: montón de páginas que coleccionan la mentira.

Si venciera la razón seríamos exterminadores del la sin razón y la falta de sentido común.

(Del poemario De cómo el pez se hizo niño, 2009).

 

El defecto mariposa

A las cuatro en punto de la tarde, minuto arriba, minuto abajo, un barco hace su entrada en el puerto. A esa misma hora, minuto abajo, minuto arriba, un señor con gafas entra en una cafetería. El barco lleva realizando la acción de entrar al puerto y salir de él desde que saliera del armador, hace casi quince años. El hombre de gafas realiza la acción de entrar en la cafetería y salir de ella, también desde hace unos quince años, precisamente desde que el hombre aprobara las oposiciones convirtiéndose en funcionario público. ¿Qué pueden tener de común estas situaciones? Nada, excepto que se producen, cada día, a la misma hora.

Pero hoy ha sucedido algo impensable. El barco ha encallado en la entrada del puerto. Sin embargo, el funcionario ha hecho su entrada en la cafetería a la misma hora, sin que nada le haya impedido hacerlo. Tanto el señor de gafas como el patrón del barco son ajenos, el uno del otro, además de que desconocen dichas coincidencias. Cada uno de ellos realiza su función, digamos que cada uno hace acto de presencia en su escena cotidiana sin saber nada del otro. Sin imaginar que éstas acciones que llevan a cabo cada día, hoy les deparen una sorpresa. El defecto mariposa para ambos es desconocido y por tanto carece de sentido y valor.

El patrón del barco se irrita al cometer semejante error. ¿Cómo puede haber cometido una torpeza similar? Tantos años realizando la misma maniobra, a la misma hora, con buen tiempo, con temporal y siempre ha llegado perfectamente a puerto. Conoce el lugar como la palma de su mano. Pero ésta tarde algo lo ha lanzado sobre las rocas, y lo peor para él es que acaba de perder parte de su carga: unas treinta cajas de pescado recién extraído de las profundidades del abismo marino. El trabajo de un día completo tirado por la borda, nunca mejor dicho.

El señor funcionario de gafas, pongamos que se llama Aurelio, sí, Aurelio Benítez Sánchez, eso es, nombre y apellidos corrientes. A él nunca le ha ocurrido nada en particular, nada que se salga de lo habitual, su ordinaria y esquemática vida. Su vida ha sido y es un tránsito de acciones organizadas con meticulosidad extrema, rayando la obsesión. Nada escapa al azar. Todo está esquematizado. Ni siquiera el destino escapa al cuadrante con el que regula su existencia.

El defecto mariposa

Al patrón del barco, que acaba de encallar a la misma hora en que Aurelio entra en la cafetería, también habrá que darle nombre y apellidos de común y ordinario, corrientes como el de muchos, está bien: Antonio Aranda Pérez, será un buen nombre.

Ni Aurelio, ni Antonio saben, tampoco intuyen que las circunstancias en las que se van a ver envueltos, tienen un denominador común.

Aurelio como cada día entra en la misma cafetería a las cuatro de la tarde, pide un cortado con un chorreoncito de leche fría. Lo bebe de tres tragos, exactos tragos de sabor cafetero. Paga religiosamente con dos monedas: de cincuenta y veinte céntimos. Y luego vuelve sobre sus pasos, entra en la oficina donde trabaja hace quince años.

Mientras tanto, el pescado que ha vuelto al mar va siendo empujado por las olas hacia la orilla. Allí se reúnen cientos de gaviotas que con sus estridentes graznidos se lanzan sobre el festín. Minutos más tarde otra bandada, no de pájaros, sino de personas, se abalanza también sobre el preciado festín, disputando con las gaviotas el pescado que yace sobre la arena.

Aurelio hace su trabajo como cada día. Escrupuloso. Esquemático. Archiva. Introduce datos. Enter. Alt G. Control C. Control V. hasta las siete de la tarde que dará por finalizada su jornada laboral.

Antonio grita a sus marineros para evitar males mayores. Pide ayuda por radio. Un barco grúa acude en pocos minutos. Remolca al Rosario del viento hasta el puerto. Al menos no se ha perdido todo, se dice el patrón tomando el asunto por el lado positivo. Pero el día está perdido y casi toda la pesca destrozada; hay que pagar los jornales, los gastos y el arreglo, pero podría haber sido peor.

Aurelio sale de su trabajo en el mismo momento en que el Rosario del viento entra en el hangar. De repente ha decidido cambiar de recorrido. Decide ir de regreso a su casa por otro camino. Algo impensable en él. Hay en su interior algo que lo empuja a tomar esa decisión y en el exterior, como si fuese un imán, algo que lo atrae hacia un lugar.

El defecto mariposa.

Aurelio llega a la playa sin saber cómo y sin preguntarse por qué. Oye las gaviotas como locas chillando. Se acerca. Ve la tragedia. Piensa en una catástrofe ecológica. Miles de peces muertos sobre la arena. Se plantea su existencia mirando sobre la arena esos miles de ojos saltones que lo miran a él, por qué. Un hombre se acerca al verlo. Le cuenta lo sucedido y Aurelio decide, como todos, llevar a casa un poco de pescado para sorprender a su querida esposa. Al recoger su botín se pincha en el dedo índice con una púa de algún pescado y siente un fuerte y agudo dolor. Al rato ha olvidado el dolor y el pinchazo y como un niño con zapatos nuevos, regresa feliz con la cena.

Antonio en ese momento sale del astillero y va a visitar a su amante, visita que ha estado haciendo con puntualidad escrupulosa, desde hace unos quince años. Hoy llegará un poco tarde de modo que la visita ha de ser breve. Antonio estrecha en sus brazos a su amada reconfortando de algún modo la pérdida.

Aurelio llega al portal del edificio donde vive.

Antonio azorado por la pasión hace el amor con su amante en el pasillo.

Aurelio sube los tres tramos de escalera.

El defecto mariposa.

Rosario grita de placer.

Aurelio saca las llaves del bolsillo.

Antonio aprieta con fuerza todo su cuerpo contra el de su amante como si fuese el viento envistiendo a las olas.

Rosario gime convulsionado su cuerpo.

Aurelio abre la puerta, el dedo índice se ha hinchado y tiene un color morado nauseabundo. La bandada de gaviotas lucha por los peces del Rosario del viento.

El índice se agita con odio y rabia. Señalando el defecto mariposa apretando su pus virulenta sobre el ojo de un pez volador.

Del libro de relatos El defecto mariposa: http://alvaeno.com/eldefectomariposa.htm

 

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