MORA, Ángeles

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MORA, Ángeles

Biografía

Ángeles Mora nació en Rute (Córdoba), en 1952. Desde comienzos de los 80 vive en Granada, en cuya Universidad cursó su Licenciatura en Filología Hispánica. Siendo estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, en 1982, publicó su primer libro de poemas.

Es miembro fundador y actual Presidenta de la Asociación de Mujer y Literatura «Verso libre», que tiene como principal tarea dar a conocer la obra de mujeres escritoras. Recientemente ha sido nombrada miembro numerario de la Academia de Buenas Letras de Granada.

En el año 89 obtuvo el «Premio Rafael Alberti» de poesía por su libro La Guerra de los treinta años y en el 2000 el «Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla» por Contradicciones, pájaros.

 

Obra

POESÍA

Pensando que el camino iba derecho (1982).
La Canción del olvido (1985).
La Guerra de los treinta años (1990).
La dama errante (1990).
Antología poética (1995).
Cámara subjetiva (1996).
Caligrafía de ayer (2000).
¿Las mujeres son mágicas? (2000). Antología.
Contradicciones, pájaros (2001).
La guerra de los treinta años (2005).
Bajo la alfombra (2008).
Ficciones para una autobiografía (2016).
La sal sobre la nieve: antología poética 1982-2017 (2017).

OTRAS

Cuarto cerrado (1994). Cuento.
Silencio/4 (1994). Plaquette de poemas.
Elegía y postales (1994). Plaquette de poemas.
Cantos de sirenas (1997) Plaquette de poemas.
Versos (1999). Plaquette de poemas.
Un olor a verbena (2001).
Juegos entre la lluvia (2005).
Diversos, 17 (2005).
Juego de cartas (2012).
Saber de ti (2013).

Premios

1989: Rafael Alberti de poesía por La guerra de los treinta años.
2000: Ciudad de Melilla por Contradicciones, pájaros.
2008: Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma por Bajo la alfombra.
2015: Premio de la Crítica de Poesía Castellana por Ficciones para una autobiografía.
2016: Premio Nacional de Poesía por Ficciones para una autobiografía.

Poética

Para mí, en principio, la poesía es una manera de pensar, de pensarme a mí misma y de pensar el mundo. La poesía, la literatura en general, nace de la contradicción, de nuestras propias contradicciones. Si todo lo tuviésemos claro, si no existieran las contradicciones, no necesitaríamos escribir, porque tampoco necesitaríamos hacernos preguntas. Un poema es siempre una aventura dentro de nosotros mismos. Escribo para construirme, para construir un yo que al mismo tiempo es el que construye el poema… Me gusta decir que el poeta se interna en el poema como un explorador en una selva oscura, y para abrirse camino lleva la luz y el cuchillo de la palabra. Las palabras construyen el sendero, o sea, el poema, porque el poema no es sólo el resultado final, el claro del bosque, sino el proceso. Cada verso, cada palabra, nos va dando una luz, para eso escribimos, para buscarnos y para comprender el mundo. Creo que quise escribir poesía desde que tomé conciencia de mí y de mi manera confusa de interrogar a la vida. Mi poesía siempre ha tenido que ver con el tiempo en que vivo y con mi forma de vivir, mis intereses personales de cada momento. Pero también mi poesía siempre tuvo un punto de enganche con la poesía española que más me interesa, la que arrancando de los clásicos pasa por Rosalía y Bécquer, Machado, Juan Ramón, Cernuda, los poetas del 50, etc. Es una poesía que reflexiona, que nos hace pensar, plantearnos y replantearnos nuestra vida. Es una poesía que cree en la historia, que no se sitúa en un terreno esencialista, aparentemente ajeno a nuestra realidad. Vivimos en un mundo cada vez más duro e implacable, donde sólo la ley del mercado y de la competencia funciona. Hace falta una poesía dialéctica que analice y se cuestione la vida, el mundo en que vivimos, la muerte que nos rodea. Vuelvo a pensar, con Machado, como cuando empecé a escribir, que la poesía es «palabra en el tiempo».

 

Texto

EL INFIERNO ESTÁ EN MÍ

Pasos de un peregrino son errante
(Góngora)

El infierno no son aquellos otros
que siempre se quedaron lejos
de mi calor:
el infierno soy yo.
Mi nombre es el desierto donde vivo.
Mi destierro, el que me procuré.
No me he reconocido en este mundo
inhóspito,
tan ancho y tan ajeno.
Supe que mi equipaje, demasiado indeciso,
pronto me delataba: este mundo tampoco
se reconoce en mí.
Yo siempre estuve fuera,
en otra parte siempre.
Soy una extraña aquí.
Sólo tengo una fuerza, sólo un secreto acaso:
esta voz que me escribe,
el doble que me habita en el silencio.
Este otro, mi infierno,
el vértigo
que al despertar me empuja
a una huida sin fin.

Estos son sólo pasos
de un peregrino errante.
Los caminos
que no me pertenecen,
las palabras prestadas que los días
dejaron en mi oído.

(De Contradicciones, pájaros, Madrid, Visor, 2001, pp. 21-22).

 

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Enlaces

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