MARTÍN GARZO, Gustavo

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MARTÍN GARZO, Gustavo

Biografía

Gustavo Martín Garzo nació en el año 1948 en Valladolid, ciudad en la que reside y ejerce su profesión de psicólogo. Entre 1987 y 1990 codirigió, junto con los poetas Miguel Suárez y Carlos Ortega, la revista literaria Un ángel más, en la que colaboraron figuras tan prestigiosas como Rosa Chacel, Francisco Pino o Leopoldo María Panero.

Se confiesa hombre metódico y sin prisas (se levanta a las seis, se prepara un café y comienza a escribir hasta las siete y media, cuando no le queda más remedio que ducharse e irse a trabajar), y afirma no haber sentido nunca la necesidad de abandonar su ciudad porque «cualquier lugar contiene el mundo entero, los mismo conflictos, los mismos anhelos. Basta con saber mirarlos». Se le considera uno de los narradores más profundos, personales y originales del panorama literario español.

 

Obra

NARRATIVA

Luz no usada (1986).
Una tienda junto al agua (1991; 1999).
El amigo de las mujeres (1992). Libro de relatos.
El lenguaje de las fuentes (1993; 2002; 2003).
Marea oculta (1994).
La princesa manca (1995).
La vida nueva (1996).
Ña y Bel (1997).
El pozo del alma (1997). Para niños.
El pequeño heredero (1997).
Las historias de Marta y Fernando (1999).
El valle de las gigantas (2000).
Una miga de pan (2000). Novela para niños.
El hilo azul (2001). Artículos.
La soñadora (2002).
El libro de los encargos (2003). Miscelánea.
Tres cuentos de hadas (2003). Narrativa infantil. Ilustrado por Jesús Gabán.
Pequeño manual de las madres del mundo (2003).
Los amores imprudentes (2004).
Dulcinea y el caballero dormido (2005). Narrativa infantil. Ilustrado por Pablo Auladell.
Mi querida Eva (2006).
La calle del paraíso (2006).
Un regalo del cielo (2007). Infantil; con ilustraciones de Elena Odriozola.
Un regalo del cielo (2007). Narrativa infantil.
El cuarto de al lado (2007).
El jardín dorado (2008).
Los viajes de la cigüeña (2008).
La carta cerrada (2009).
Tan cerca del aire (2010).
El pacto del bosque (2010). Narrativa infantil.
Y que se duerma el mar (2012).
La puerta de los pájaros (2014).
Donde no estás (2014).
No hay amor en la muerte (2017).
La ofrenda (2018).
Castilla y León, puerta de la historia: Antología (2018).
La rama que no existe (2019).

POESÍA

Los cuadernos del naturalista (1997). Libro de poemas en prosa.

OTROS

«Los comedores de letras», prólogo a La Biblia contada a todas las gentes (1997).
«Lo que guarda un guisante», introducción a Cuentos de Andersen (1999).
«Pagar una prenda», introducción a Cuentos Completos de Charles Perrault (1997).
La mano, Voces de Escritura, Ciclo de Literatura Contemporánea, CAM, noviembre de 1998.
Mariano Olcese : las propiedades de la mano (2005). Dibujos de Mariano Olcese.
Ángel Marcos (2005). Libro de fotografía de A. Marcos con texto del autor.
La calle del paraíso (2006). Recopilación de artículos.
El cuarto de al lado (2007).
Sesión continua (2008).
Una casa de palabras (2013).
Nocturnario (2016). Libro colectivo.
Elogio de la fragilidad (2020).

Premios

1992: Premio Emilio Hurtado por El amigo de las mujeres.
1994: Premio Nacional de Narrativa por El lenguaje de las fuentes.
1995: Premio Miguel Delibes por Marea oculta.
1999: Premio Nadal por Las historias de Marta y Fernando.
2003: IV Premio Periodístico sobre Lectura por el artículo «Instrucciones para enseñar a leer a un niño».
2004: Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Tres cuentos de hadas.
2005: Finalista del III Premio de la Crítica de Castilla y León por Los amores imprudentes.
2007: Premio Castilla y León de las Letras.
2008: Premio Mandarache por Mi querida Eva.
2008: Premio Llanes de Viajes por Los viajes de la cigüeña.
2010: Premio Ciudad de Torrevieja por Tan cerca del aire.
2013: Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León por Y que se duerma el mar.
2016: Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León por Donde no estás.  
2018: Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León por No hay amor en la muerte.
2019: Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León por La ofrenda.

Poética

«Creo que se escribe con la vaga ilusión de que el alma hable a través de nosotros. No siempre ocurre: ella cuenta cosas, pero no se puede contar nunca con ella (no es calculable ni previsible). Y el alma busca siempre acortar las distancias. Abrirnos, en suma, al misterio del otro, que debemos encandilar con nuestra historia. Escribimos para que se detenga y nos oiga contar. No importa lo que contemos, sino que esté a nuestro lado y que nos escuche. Porque contar una historia es, por encima cualquier cosa, contemplar el rostro del que la escucha. No conozco otro cobijo frente a la crueldad del mundo que esa contemplación.»

(De El hilo azul, Madrid, Aguilar, p.27).

 

Texto

EL CABALLERO DE LOS BREZOS (2001)

La historia de la literatura está llena de muchachas como Psique, muchachas que se internan en un terreno que desconocen, que lo hacen movidas no sólo por un deseo de pérdida y de exaltación, sino también de rescate. Eva, Pandora, la joven esposa de Barbazul, Jane Eyre, la institutriz de Una vuelta de tuerca, se enfrentan a una prohibición, que implica no traspasar cierto límite, y que ninguna respeta. Aún más su ser mismo, su misma naturaleza, no podría existir sin ese desafío, como si en última instancia lo femenino viniera a definirse por esa entrega activa, ese desafío que es a la vez ardor y vocación de acoger. Leer es buscar ese ardor, esa fusión ardiente, pero también asumir esa función de rescate. Eros y Ágape. Tal vez por eso las mujeres se mueven en el mundo de la literatura como pez en el agua. De hecho mi biblioteca ideal está llena de libros escritos por mujeres. Los nombres de sus autoras han llegado a ser tan importantes para mí que me doy cuenta de que no podría concebir un mundo en que no pudiera pronunciarlos. Emily Brönte, Emily Dickinson, Katherine Mansfield, Carson McCullers, Flannery O’Connor, e Isak Dinesen… En sus obras está resumidos todos los libros que existen, y bastaría que en un hipotético incendio, que afectara a la vez a todas las bibliotecas, se salvaran los suyos para que la literatura quedara salvada. En Flannery O’Connor, está Conrad, Shakespeare y Kafka; en Carson McCullers, Faulkner, Salinger y Homero; en Katherine Mansfield, Babel, Proust, Scott Fitzgerald y los terribles cuentos de hadas; en Emily Brönte, Stendhal y Rulfo; en Emily Dickinson, San Juan de la Cruz, Dante, Holan y Milosz; en Isak Dinesen, Cervantes, y Las mil y una noches. […]
A todas ellas habría querido espiarlas en algún momento de sus vidas. A Emily Brönte en Haworth, en compañía de sus hermanas, cuando concebían aquellas obras nocturnas, demasiado secretas para ser escritas, que las hacían caer en tales arrebatos de júbilo que llegaban a despertar a su adusto padre con sus risas. A Emily Dickinson preparando aquellas tartas que luego enviaba a su vecinos con notitas tan divertidas como incomprensibles; a Flanery O’Connor rodeada de pavos reales; a Katherine Mansfield en París, en la época en que tuvo su fugaz romance con Francis Caro. A Carson McCuller y a Isak Dinesen en aquella cena incomparable que compartieron con Marilyn Monroe. Isak Dinesen estaba a punto de morir y, en el que sería su último viaje, le pidió a Carson McCullers que le consiguiera una cita con Marylin Monroe. Isak Dinesen, que apenas pesaba treinta kilos, y que era delgada y frágil como una copa de champán y Marylin terminaron bailando sobre la mesa ante la mirada extasiada del resto de los comensales.
Sí, toda la literatura está contenida en los libros escritos por estas mujeres excepcionales. Tienen además una rara cualidad para mí. Siempre que los abro me devuelven a esa escena inaugural. La escena en que veo a mi madre abstraída en la lectura, y a mí mismo contemplándola en secreto desde la puerta tratando de adivinar sus pensamientos. Esos libros son entonces el que ella estaba leyendo. Todos los libros El Caballero de los brezos. Lo he tomado en secreto (de hecho durante un tiempo nada me gustó más que robar los libros que iba a leer) y vuelvo a estar escondido en el cuarto que había bajo las escaleras. Eso es leer para mí, estar escondido. Todos los libros son ese único libro, y yo me inclino sobre sus páginas tratando de adivinar los pensamientos de mi madre joven y hermosa.

(De El hilo azul, Madrid, Aguilar, 2001, pp. 21-32. Contiene artículos escritos entre los años 1990 y 2000 y publicados casi en su totalidad en ABC y El País).

 

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