Biografía
Nació en Madrid en 1942. Formó parte de la antología Espejo del amor y de la muerte (1971). Es autor de libros de poesía que han sido muy bien recibidos por la crítica. Creó el programa de radio La estación azul en Radio 3 junto a Ignacio Elguero. Pertenece a la Academia Castellano-Leonesa de Poesía.
Ha publicado varios poemarios, cinco de ellos recopilados en La rosa inclinada. Obra reunida. 1976-2001, publicado en 2002 por Calambur. También es autor del libro de reflexión literaria Quien lee, vive más (2013), y responsable de Antología del mar y la noche (1971), de Vicente Aleixandre, y de Edad presente. Poesía cordobesa para el siglo XXI (2003). Su primera aparición es en la mencionada antología Espejo del amor y de la muerte (1971), prologada por Aleixandre.
En su libro Cielo, Diego Doncel contextualiza la realidad cronológica del poeta, «uno de los más intensos de su generación», que incluye a Luis Alberto de Cuenca y a Luis Antonio de Villena, y responsabiliza a la sociología literaria cierto olvido a que lo sometió la crítica durante algún tiempo, «nada que ver con su calidad literaria». Aunque estudió Derecho, dirigió sus preferencias hacia la comunicación.
En la década de 1970 empezó a colaborar en Radio Nacional de España, emisora de la que llegó a formar plantilla. Ha presentado El Ojo Crítico entre otros programas. También ha colaborado en el espacio de radioteatro Historias de RNE. Por su labor en la promoción de la lectura recibió en 1995 el el Premio Nacional al Fomento de la Lectura a través de los Medios de Comunicación.
Obra
POESÍA
Espejo del amor y de la muerte (1971). Antología junto a Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Ramón Mayrata y Eduardo Calvo.
Jimmy, Jymmy (1976, 2000-reedición).
Figura en el paseo marítimo (1981).
La rosa inclinada (1995).
Hondo es el resplandor (1998).
La rosa inclinada. Poesía reunida 1976-2001 (2001). Incluye un libro inédito de poemas en prosa, La estación azul.
La estación azul (2004).
Tormenta transparente (2010).
Rosa y tormenta (2011).
El pulso de las nubes (2014).
Cielo (2018).
La luz de lo perdido (Antología poética 1976-2020) (2020).
Ascensión (2022).
RELATOS
Quien lee vive más (2013).
OTROS
-Ediciones:
Antología del mar y la noche (1971). Poesía de Vicente Aleixandre.
Edad presente: poesía cordobesa para el siglo XXI (2003). Edición y prólogo de Javier Lostalé.
33 de Radio 3 : poesía joven en la estación azul, (2004), coordinador junto a Ignacio Elguero.
-Libro-disco de poemas:
Tiempo en lunación (2019). Con Josué Bonnín de Góngora.
-Libro misceláneo:
Lector cómplice (2021).
Premios
Premio Ondas.
1995: Premio Nacional de Fomento de la Lectura a través de los medios de comunicación.
Premio Internacional para medios Audiovisuales Antonio Machado por su programa titulado La estación azul, que se emite por Radio 3, y que codirige con Ignacio Elguero.
Premio de Poesía Juan de Baños por La rosa inclinada.
2003: Premio Villa de Madrid de Poesía «Francisco de Quevedo» por su poemario «La estación azul», incluido en el libro La rosa inclinada.
2003: Premio Francisco de Quevedo por La estación azul.
Poética
Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: ésa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.
(«Confesión», de La rosa inclinada (poesía 1976- 2001), Madrid, Calambur, 2001).
Texto
LA FRONTERA
Todos vivimos en la frontera, a un paso de la felicidad y a otro del abandono y el desamparo. Somos unos refugiados sin territorio que estamos pendientes de que alguien nos nombre para sentirnos habitantes de algún lugar. Nos vestimos cada día sin saber cuántos grados de soledad seremos capaces de alcanzar, o si, por el contrario, nos sucederán tantas cosas que hasta nuestra chaqueta se sentirá extraña. Y al arribar la noche no sabremos dónde estamos, cuánto nos queda para llegar a la maravilla o al precipicio. Libramos una batalla con nosotros mismos en la que somos reyes y mendigos. Mientras nos ponemos la corona del triunfo o del dinero, nuestro corazón despojado muestra sus harapos. Todos vivimos en la frontera, en la invisible línea que separa palabra y silencio. Hablamos y no hacemos sino callar lo que realmente queremos decir. Guardamos silencio y nos desnudamos de tanto contar. Abrimos una puerta y cerramos un sueño. Tapiamos una ventana y los ojos se queman con el paisaje. Recibimos una carta y el tiempo pasado borra sus letras. Entre lo claro y lo oscuro navega nuestro pensamiento, y arde cuando sólo quedan las cenizas. Toca la verdad pero se ve deslumbrado por la mentira. Su alma es la razón y, sin embargo, a veces delira. Nada es como es y todo es como nunca fue. Así, instalados en esta frontera del desconcierto, transcurrimos. Nuestros labios mueven el aire del beso y una piel se estremece mientras huye. Nuestras manos se tienden sobre un cuerpo y se vuelven sordas. Queremos hacer algo y nos llaman de otra parte. Nos quedamos quietos y giramos veloces empujados por deseos y presencias. Perseguimos lo imposible y pasamos de largo ante lo que nos ofrece su compañía. Afirmamos estar enamorados y nunca medimos el amor por la calma de los días. Decimos «sí», y sólo pensamos en nosotros. Escribimos «no», y entre las dos letras tiembla la duda. Plantamos una rosa y crece sólo la herida hecha por sus espinas. Todos vivimos en la frontera, anudados a la paradoja, sirvientes del dolor en la alegría y de la ignorancia en el saber. Todos vivimos en una lágrima dentro de la felicidad. Todos tenemos lo que perdemos y escuchamos lo que no nos dicen. Todos habitamos aquello de lo que fuimos desterrados. Todos pregonamos unos principios desmentidos luego por nuestros actos. Y al cruzar a la otra orilla nos ahogamos arrastrados por las voces que ya no oímos. ¡Qué delgada frontera abre y cierra nuestra vida!
(De La estación azul, recogido en La rosa inclinada (poesía 1976- 2001), Madrid, Calambur, 2001, pp. 253-254).
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