JUSTEL RODRÍGUEZ, Antonio

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JUSTEL RODRÍGUEZ, Antonio

Biografía

 

Nace en Vecilla de la Polvorosa (Zamora). Este abogado, conocido también como Orión de Panthoseas, es cofundador en 1977 del «Grupo 4 de Poesía» en el ámbito de la Asociación Artística Vizcaína, de extraordinaria importancia en Bilbao. En 1976 apareció su primer libro de poesía Veintitrés voces para un poema. Aunque quizá domine su faceta de poeta, en la actualidad compagina la poesía con el relato y la novela. En la actualidad publica poemas en la Red Social de Poesía.

 

Obra

POESÍA

Veintitrés voces para un poema (1976).
Los siete rostros del amor (1988).
El grano de mis molinos (1988).
Yosel (1995).
Del agua y del fuego (1997).
Libro de Ahab (2007).
Piedras esmériles (2007).
Arquitecturas.
Acompañante luz.
Todo es camino. Libertad: cantos menores.
Libro del espíritu.
Tratados de hombre.
La ley y la espada.
Todos los fuegos.
Libro de las sinopsis.
Siglo XXI: del fuego, la luz y la guerra.
Libro solar.

Su poesía aparece también en:
Antología Club Internacional de Escritores (1981).

NARRATIVA

Hierba (2007).

Su relato «Un amor para toda la vida» se publicó en un libro colectivo de escritores, editado por el Ayuntamiento de Santurce: Relatos inéditos.

El mayor volumen de su obra permanece inédita: se trata de libros de poesía (Épica y lírica del dolor, Fenicia (poemas de amor), Libro de Ahab y Versos de las imperfecciones), novelas (Impaia, La mujer que quería recuperar la tranquilidad, Herba y Hombre posible, mujer posible), una veintena de relatos («Carta africana», «Del Órbigo», «Del sueño, de la muerte y…», «El incidente», «Eloísa», «Lobo», «La dicha», «La perfección», «Leví», «Los orcones», «Memorias de hombres y trenes», «Oceánicas y Calidis», «Perropezcuín», «Respirar», «Retorno al Adiós», «El triunfador», «Turno de oficio inesperado», «Un viaje prodigioso», «Una situación inquietante», «De la saga de los Enedinos», «Curso solar sobre Vecilla de la Polvorosa», «De los cambios ignacianos») e incluso una pieza de teatro (Diálogo en la cárcel).

Premios

 

1996: Premio Nervión de Poesía por Del agua y del fuego.

 

Poética

 

» … podrá saberse todo cuanto dicen los libros, pero poco habría de ser si no se sabe lo que no dicen»

Antonio Justel Rodríguez

 

Texto

 

ROSAS DE AGOSTO

– A mi casa de Vecilla de la Polvorosa.
En ella. Con cariño –

… esto que estoy mirando es la casa de mi niñez;
[… bien adentro, escuchando, se oyen melodías que viajan
de un lado a otro reverberando y tocando las cosas,
acercándolas, descubriendo su rostro que fue, por un instante]

… éramos muchos en los días hermanos de los días
y mucha la labor, y el bálago, las vueltas de trillo y la nieve
en diciembre. Vivíamos aquí, en el cuarto aquél
nos reuníamos;

[… y qué cosas pasan. Inexorablemente sobreviene la ruina
y el polvo se acumula; como la razón, si es que llega a comprenderse
alguna vez este quebrar, este despiece, esta desolación
que a jirones se agolpa y tunde la memoria]

… ríos de vida me devuelven seres y años con que fui feliz
y los mismos ríos me los llevan;
acuden gorriones al declinar la tarde y, cuando el patio ensombrece,
ensombrecen las rosas;
… pienso en ellas, y ya no puedo verlas.

DE LA LABOR DEL TIEMPO
(o shock de la memoria)

… entra el tiempo al corazón con saña y hachas vivas y acampa en él,
sin piedad lo revienta y descuaja, lo tira a un vertedero y allí lo maldice,
lo escupe, lo mira con desprecio y después se va;
… y con el corazón tirado, con la sangre podrida y los pájaros picoteando el óxido
donde se tuvo el mar, uno no exige ya vivir, pues uno, entonces, no duda
de que ha muerto; y empiezan a nacerle incluso hierbas, augurios de sal
y arena, cardos, empieza a silbar el viento y a dejarle cardenillo por los huesos,
señales ciertas con que escruta y va llenando sus intersticios la soledad;
… así, cuando nace una rosa, uno tiende a ignorar que es en él donde nace,
pues jura y perjura que su sangre podrida y su mar devastado no existen,
que el tiempo se ha ido y sus hachas ya no pueden herirlo; uno, en su nada,
tiende a creer que sus manos de muerte no podrán levantar ya la vida
de los agraces rescoldos del corazón; y aún así, en su afán por recobrar los latidos,
se removerá, llorará, gritará, y desolado recurrirá a la memoria, aunque ésta acuda
y sus vestigios de nada le sirvan: indolente y dañada, no recuerda las rosas.

DULCINEA
(El alma)

[En honor del insigne hidalgo de La Mancha. En su 4º centenario. Solidariamente]

… músicas, en las umbrías profundas oigo músicas;
¿ dónde estás compañera, dónde ?
… con los brazos partidos levanto la tierra y persigo los ecos,
y entre piedras y huesos de amor te busco;
¿ … dónde, dónde estás compañera, dónde ?
[y en mi búsqueda lates cual luz temblorosa que, entre hogueras
de sangres, bella y pura recelara arder]
¿ … estarás aquí, aquí, compañera, en mis venas de fuego,
en el don de esta rosa o aplacando este mar… ?
¡ dónde… dónde estás, compañera !

 

 

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