JAEN MORENO, Mª Rosa

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JAEN MORENO, Mª Rosa

Biografía

María Rosa Jaén Moreno nace en Madrid (26-3-1949). Escribe sus primeros cuentos a los doce años. Estudia secretaría administrativa. Asiste a diversos cursos y ejerce como profesora de teatro infantil en varios colegios.
En 1983 y durante dos años colabora con la revista República de las Letras, de la Asociación Colegial de Escritores. Vinculada a diversos grupos y tertulias poéticas: Asociación de Escritores y Artistas Españoles, Agrupación Hispana de Escritores, A.E.T.I.J., OEPLI, Asociación Prometeo de Poesía, etc. Participa en las I y III Bienales Internacionales de Poesía (1987 y 1992) y en el I Encuentro de la Academia Iberoamericana de Poesía (Puerto Rico, 1991). Investigadora acerca de la vida y obra de mujeres, participa en mesas redondas y da conferencias sobre mujeres españolas de distintas épocas.

Obra

Poemas de esperanza y vida (1981).

Jarcia de poemas de espinas y rosas (1982).

Poemas parvulares (1982).

Sortilegios (1984).

La huella de los dioses (1987).

 

TEATRO

La Paz de Saturio (1995).

NARRATIVA

La habitación azul (1984).

El rumor de una gota (1990).

 

ENSAYO

Mujeres en el umbral de la historia (2005).

Premios

1984: Premio III Feria Nacional de la Poesía (Madrid).

 

 

 

 

Poética

 

(Parte de la poética pertence a una entrevista realizada en 1990 para Cuadernos de Poesía).

Texto

Desconocida mujer, ni siquiera conocemos tu nombre, tan sólo el patronímico de la ciudad sevillana que te vio nacer y el apellido de tu esposo, «el caballero cristiano Garci-Ferrándiz». La única referencia de tu existir es la que hace Alfonso Baena que te cita en su Cancionero.
(……………….)
¿Eras trovadora o juglaresa?. Ya hemos visto que en la época musulmana hubo varias juglaresas que recibían el nombre de «qainas», como es el caso de Qamar, la esclava cantora que tañía instrumentos para acompañar las canciones y por esta misma época -siglos XII y XIII- florecieron las «trobairitzs» provenzales: Azalais de Marsella, Condesa de Dia, Reina des Mallorques, pertenecientes todas ellas a la nobleza. Pero en los reinos cristianos de la Península, las mujeres no gozabais de la misma libertad que aquellas. Consideradas de vil condición desde la época del rey Alfonso X, las soldaderas y juglaresas os movéis en una posición ambigua de minoría marginada. Si bien hay ejemplos significativos de «soldaderas» cuya conducta en el plano de la moral sexual distaba mucho de los paradigmas de mujer honesta, escasas son las muestras de juglaresas. Aún en el caso de ser violada, el orden de agravio estaba en relación con el hecho de estar en posesión de un hombre o haberlo estado. En el Fuero de Sepúlveda se castigaba de muy diversa forma a un hombre que «tomare una teta o vulva de mujer» , según esta fuese virgen, en cuyo caso pagaría un maravedí, o viuda, que obligaba al pago de dos, pero si era casada habría de pagar cuatro maravedíes.
Difícilmente serías considerada mujer honesta, Gerena, tal vez llevases la «toca azafranada» de las mancebas o quizá, contraviniendo las normas dictadas, te vistieses de hombre para poder actuar sin dificultades. (……)
Pienso que bien pudiera haber formado parte de tu repertorio este villancico que figura en el «Cancionero musical de Palacio»
«De ser malcasada / no lo niego yo. / ¡Cativo se vea/ quien me cativó!…..»
Gerena, mujer incógnita, te imagino inventando canciones para habitar el día a día que se desbroza gris sobre los hombros. Escrutando una nota alegre con la que aquietar el hambre de tus hijos y conjurar su llanto. Seguro que las arpías meneaban sus cabezas a tu paso, porque estabas dispuesta al todo por el todo.
Bordearé tu vestido con pétalos de tagetes azafranados.

( De Mujeres en el umbral de la historia, Asociación de Escritores y Artistas Españoles, Colecc. : La Fuente sepultada, Madrid, diciembre, 2005, pp. extrac. 106 yss.)

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