IBÁÑEZ, Miguel

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IBÁÑEZ, Miguel

Biografía

Miguel Ibáñez nació en Puente Viesgo (Cantabria) en 1960. Estudió Filología Hispánica en la UNED. Ha vivido en Barcelona, Madrid y Valladolid antes de volver a Santander.
Obtuvo el Premio de Poesía José Hierro en 1993, con Doce canciones para pasar el tiempo, y el Premio Alegría de Poesía en 2014 por Mañanas de luz para cristales rotos. Ha sido finalista en varios concursos de poesía y narrativa, entre ellos el XXX Concurso Hucha de Oro (2002), el Premio Jaén de Novela Juvenil (2003), el XII Premio Internacional de Relato Hiperbreve del Círculo Cultural Faroni (2005) y el I Concurso de Microrrelatos Los Molinos de Utrera (2006).

Ha publicado poesía y relatos en diversas antologías, entre ellas Mar de fondo (antología de poesía última en Cantabria), Poesía española del medio siglo (La isla de los ratones. Caja Cantabria, Santander, 1999), Norte y sur de la poesía española contemporánea: Santander-Málaga. Encuentro sobre teoría y escritura de la poesía actual, (Caja Cantabria y Fundación Gerardo Diego, Santander, 2000), y Voces poéticas de Cantabria (1977-2002) (Editorial Devenir, Madrid, 2003).
En el año 2004 publicó el libro de poesía Historias de dos ciudades (Editorial Devenir, Madrid, 2004). Su segundo libro de poesía fue Paisaje fluvial, (Son de sirena, Santander, 2005), y en 2006 publicó la colección de microrrelatos El lobo veloz (La sirena del Pisueña, Santa María de Cayón).
En 2019 publicó Gravedad cero, un libro que aúna relatos, aforismos, greguerías, poemas en prosa…

Obra

POESÍA

Doce canciones para pasar el tiempo (1994).

Historias de dos ciudades (2004).

Paisaje fluvial (2005).

Fábulas y parábolas (2012).

Mañanas de luz para cristales rotos (2014).

 

NARRATIVA

El lobo veloz (2006).

 

OTROS

Gravedad cero (2019).

Premios

1993: Premio de poesía José Hierro.

2014: XVII Premio Alegría de Poesía por Mañanas de luz para cristales rotos.

 

 

 

Poética

«Creo en la realidad por encima de todas las cosas. La literatura se ha entregado a toda clase de espejismos, y el resultado es que los seres humanos han dejado de existir en las obras literarias: se han convertido en fantasmas.

«Creo con fe de carbonero en una literatura que volverá a dar cuenta del mundo tal como es, y no tal como lo percibe el escritor desde su ideología.
Creo en una literatura que rescatará las palabras, las historias y los sentimientos de la tribu, y por eso se atreverá a desafiar al tiempo y a la muerte».

 

 

Texto

 

Caperucita y el lobo, después de tantos años

      – Devórame, dijo Caperucita.

      – No tengo hambre, replicó el lobo.
– Me vestiré de oveja y balaré para ti.
– Ya hemos hecho eso otras veces.
– Te haré el numerito del cervatillo perdido en el bosque.
– Psche…
– ¿Qué nos pasa?
– …
– ¿Se puede saber qué nos pasa?
– …
– ¿…?
(Zoom. Detalle. Una lágrima)

(De El lobo veloz, La sirena del Pisueña, 2006, p. 28).

Continuidad de los pájaros

     Un hombre encontró un pájaro muerto en su balcón.

     Lo recogió en una pala con cuidado de no tocarlo y lo metió en una bolsa de basura. Después lo tiró al contenedor.

     Después volvió a su casa y se sentó junto al teléfono a esperar la llamada de una mujer. No estaba seguro de si ella iba a llamar o no, pero deseaba que ella llamara, de eso sí estaba seguro.

     No hubo ninguna llamada.

     Cuando llegó la noche, el hombre seguía sentado junto al teléfono. Se repetía a sí mismo: qué más da, qué más da, la vida sigue, la vida sigue.

     Y era como si un pájaro muerto se empeñara en seguir piando.

(De El lobo veloz, La sirena del Pisueña, 2006, p. 11).

Lo esencial

     A las doce se enamoró de una mujer que pasaba por delante de la terraza donde él estaba sentado. Antes de las doce y cinco la mujer había desaparecido de su vista para siempre.

     Todo el tiempo anterior y posterior a esos cinco minutos no es más que prólogo, epílogo, esa parte de su vida que no piensa leerse.

(De El lobo veloz, La sirena del Pisueña, 2006, p. 35).

 

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