GUILLÉN, Rafael

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GUILLÉN, Rafael

Biografía

Rafael Guillén nace en Granada el año 1933. Pertenece al grupo Versos al aire libre (1953-1956), que rompe el silencio de veinte años que se abate sobre la cultura granadina tras el asesinato de Federico García Lorca. Funda y dirige, con José G. Ladrón de Guevara, desde 1957 a 1966, la colección de libros Veleta al Sur. El 1959 se casa con Aurea Marcos Alvarez, con la que tiene cuatro hijos. En 1982, con Francisco Izquierdo, inicia la serie de fascículos sobre el Albaycín Los Papeles del Carro de San Pedro.

Su obra poética, sobre la que existe una abundante bibliografía que incluye monografías y tesis doctorales, participa de las coordenadas más valiosas de la Generación del 50 y es citada en la mayoría de los manuales de Historia de la Literatura Española del siglo XX, así como en numerosos estudios especializados en poesía de postguerra. Ha recibido algunos de los más prestigiosos galardones literarios: el Premio Nacional de Literatura, el de la Crítica de Andalucía, el Boscán, el Ciudad de Barcelona, etc. También cultiva la narrativa y el ensayo. Sus poemas y artículos han sido traducidos a numerosos idiomas. En 2014 le es sido concedido el Premio Internacional Federico García Lorca, para el que estaban propuestos 42 poetas de 17 países.

Obra

NARRATIVA

El país de los sentidos (Prosas marroquíes) (1990).
Tiempos de vino y poesía (Prosas granadinas) (2000).
Prosas viajeras (Selección) (2003).
Granada. Invención del aire (2006).

Las cercanías del corazón (2008).

Por el ancho y pequeño mundo (2001).

POESÍA

Antes de la esperanza (1956).
Pronuncio amor (1960).
Elegía (1961).
Cancionero-guía para andar por el aire de Granada (1962; ampliado en 1970 y 1993).
El gesto (1964).
Hombre en paz (1966).
Tercer gesto (1967).
Apuntes de la corrida (1967).
Amor, acaso nada (1968).
Los vientos (1970).
Límites (1971 reeditado en el 2003).
Gesto segundo (1972).
Moheda (1979).
Vasto poema de la resistencia (1981).
Mis amados odres viejos (1987).
Los estados transparentes (1993; revisado y ampliado en 1998).
El manantial(Homenajes 1965-1996) (1996).
Variaciones temporales (2001).
Las edades del frío (2002).
Los dominios del cóndor (2007).

Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales (2014).

La Alhambra. Suite del silencio y los sentidos (2016).

Los remeros del tiempo (2016).

Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte) (2019).

ENSAYO

Renacer poético en la Granada de postguerra (Grupo «Versos al aire libre») (2003).
Francisco Izquierdo : un nombre granadino para la historia de las letras y del arte del siglo XX : discurso de recepción como académico supernumerario en la Academia de Buenas Letras de Granada (2004).
Estudio introductorio a Por amor al arte : José Martínez Rioboó y la fotografía amateur en Granada (1905-1925) (2005) de Javier Piñar Samos.

El agua de Granada.- En «Nuevos paseos por Granada y sus contornos» (1992).

OTROS

Breve Antología (1965).
Antología poética (1953-1970) (1973).
Los alrededores del tiempo. (Antología 1956-1985) (1988).
Poesía completa (1988).
Versos del amor cumplido (Antología 1956-1985) (1993).
La configuración de lo perdido (Antología 1957-1995) (1995).
Los alrededores del tiempo. Rafael Guillén dice sus poemas. CD (2001).
Estado de palabra (Antología 1956-2002) (2003).
Signos en el polvo (Antología 1956-2004) (2005).

El otro lado de la niebla (Trilogía y coda). Contiene los libros Límites, Los estados transparentes, Los dominios del cóndor y Las edades del frío (2013).

El centro del silencio (Selección de poemas 1956-2013). (2014)

Esta pequeña eternidad (Selección de poemas 1957-2014). (2014).

Obras completas (Vol. I y II, Poesía. Vol. III, Narrativa y prosas varias) (2010).

Ser un instante (Antología poética 1956-2010) (2011).

Versos para los momentos perdidos (Antología) (2011).

Rafael Guillén en el cante de Arturo Fernández (2015).

OBRAS TRADUCIDAS

I’m Speaking: Selected Poems 1953-1979 (Evanston, Illinois, 2001). Edición bilingüe.
Granada. An air invention (2006).

 

Para más información sobre sus obras, consultar la página https://www.rafael-guillen.com/bibliografia/.

Premios

1966: Premio Leopoldo Panero por Tercer gesto.
1966: Pensión de Literatura de la Fundación Juan March.
1968: Premio Boscán, por Gesto segundo.
1968: Premio Guipúzcoa, por Gesto segundo.
1969: Premio Ciudad de Barcelona por Los vientos.
1991: Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de Granada.
1994: Premio Nacional de Literatura por Los estados transparentes.
1994: Nombrado «Granadino Ideal» del año por el diario Ideal.
1999: Elegido por los lectores del diario Idealcomo uno de los «100 granadinos del siglo XX».
2002: Nombrado miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, para ocupar el sillón I. El ingreso tiene lugar en octubre de 2003.
2003: Premio Nacional de la Crítica de Andalucía por Las edades del frío.
2004: Medalla de Oro de la Ciudad de Granada.
2004: Medalla de Honor de la Fundación Rodríguez-Acosta.
2011: Premio de las Letras Andaluzas «Elio Antonio de Nebrija».
2008: Premio de la Asociación Feria del Libro de Sevilla.
2013: Nombrado Académico Numerario de la Real Academia de nobles Artes de Antequera. El ingreso tiene lugar en mayo de 2014.
2014: Premio Internacional Federico García Lorca.
2018: Premio de la Feria del Libro de Granada.

Poética

– Nunca he creído en los poetas puros, entendiendo por pureza la pérdida de contacto con el planeta tierra. Cuando César Vallejo dijo aquello de hombres humanos, bien sabía lo que decía.

– Esto supuesto, para mí la poesía -no los versos, claro- es la intuición de una de las caras ocultas de la realidad; al mismo tiempo es la exteriorización de un sentimiento, común a todos los mortales desde los primeros balbuceos de la humanidad, pero expuesto con belleza y de manera tal que el lector, sorprendido, crea que lo está sintiendo por vez primera. O sea, que una de las condiciones para que un texto sea poético es que produzca sorpresa.

– Procuro no seguir la corriente de quienes escriben con nocturnidad y alevosía. Al decir nocturnidad me refiero a esa innecesaria oscuridad que suele ocultar la más descarada desnudez o ausencia de ideas y, al decir alevosía, al intento premeditado de que el lector se esfuerce en descifrar unos circunloquios que, cuando con tiempo y paciencia ha descifrado, le dejan la impresión de que más provecho hubiese sacado resolviendo un crucigrama.

– Dada la similitud de procedimientos con los que se alcanzan la emoción poética o la sonrisa, no creo en un poeta que carezca -no necesariamente en su poesía-, del sentido del humor. No me refiero a que sepa contar chistes, no; sino que se asome a la vida desde esos altos barandales de la comprensión, de la ternura, de la sabiduría en suma, porque la poesía y el humor no son más que manifestaciones de un profundo conocimiento.

– Pudiera parecer, con todo lo dicho, que soy de la opinión de que en poesía todo es forma. Pues todo no, pero casi. Porque para mí es un buen poema aquél que, desde el primer verso, me coge por las solapas del sentimiento y me zarandea con violencia. El tema, la idea, el oficio, el estilo, la personalidad, todo es necesario; pero al servicio de esa razón de ser del poema -una de las esenciales- que es la emoción. Y la emoción se consigue con la forma. No es igual decir: me duele mucho, que decir, como Miguel Hernández: no hay extensión más grande que mi herida.

– Si bien el poeta utiliza conscientemente determinados procedimientos formales o estilísticos, el resultado escapa a su voluntad. El no puede proponerse producir sorpresa, porque sería un contrasentido. No se puede provocar lo inesperado. Tampoco ha de subordinarse todo a la emoción, sino que esa emoción o aliento poético ha de preexistir en el momento de la creación.

– La poesía, pues, es intuición y es conocimiento a un tiempo; es emoción y es exactitud y dominio en la palabra, que a veces se desboca bordeando precipicios; es una manera, una de las pocas maneras, de sentirse vivo. Porque, eso sí, primero es la vida y después la poesía. Ésta, para ser verdadera, ha de nutrirse, ha de sorber los jugos de lo que el poeta considere la expresión máxima de la vida.

– La vida; que es verse viviendo. Y no es una perogrullada, no: hay quien está vivo desde hace sesenta años y todavía no se ha enterado. Y, por supuesto, hay quien sigue sin enterarse hasta la consumación de los siglos, sepelio incluido. De ahí que, cuanto más fuerte sea la sensación de estar despierto, más viva esté la vida y, por ende, más se convierta en elemento poético. Y, por contra, la cotidianidad, la costumbre, la rutina es lo más lejano a la vida y a la poesía, a no ser que el poeta, haciendo malabarismos increíbles con el lenguaje, nos convenza de lo contrario, que también puede.

 

 

Texto

SIGNOS EN EL POLVO

Como el dedo que pasa
sobre la superficie polvorienta
del mueble abandonado y deja un surco
brillante que acentúa la tristeza
de lo que ya está al margen de la vida,
de lo que sigue vivo y ya no puede
participar de nuevo, ni aun con esa
pasiva y tan sencilla
manera de estar limpio allí, dispuesto
a servir para algo; como el dedo
que traza un vago signo, ajeno a todo
significado, sólo
llevado por la inercia del impulso
gratuito y que deja
constancia así en el polvo de un inútil
acto de voluntad, así, con esa
dejadez, inconsciencia casi, siento
que alguien me pasa por la vida, alguien
que, mientras piensa en otra cosa, traza
conmigo un surco, se entretiene
en dibujar un signo incomprensible
que el tiempo borrará calladamente,
que recuperará de nuevo el polvo
aún antes de que pueda interpretarse
su cifrado sentido, si es que tuvo
sentido, si es que tuvo
razón de ser tan pasajera huella.

 

(De Límites, Barcelona, El Bardo, 1971, p.28).

SIEMPRE LLEGAMOS A DESTIEMPO…

Siempre llegamos a destiempo.
Cada llegada es un fracaso. Parte
ya el tren y conseguimos
subir en marcha. Todo en vano.
Nos lleva, es cierto. Pero ya se ha ido.
A través del cristal nos asomamos,
pero la vida ya se ha ido; todo
se ha ido inacabado.
Estamos viendo rostros, árboles,
de otras personas y otros campos.
Estamos contemplando una montaña
que ya no es esta misma que miramos.
Oímos voces, gritos, carcajadas
que hace ya tiempo que sonaron.
Difícilmente pretendemos
hallar una respuesta por el tacto;
y cuando al fin tocamos algo vivo
ya no está allí lo que tocamos.
Cada momento que nos lleva
es un presente ya pasado.
Nos lleva, es cierto. Pero ya se ha ido;
se había ido al alcanzarlo.

(De Las edades del frío, Barcelona, Tusquets, 2002, p. 57).

 

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