GUELBENZU, José María

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GUELBENZU, José María

Biografía

Autor nacido en Madrid en 1944. Estudió Derecho y Dirección de Empresas en la Universidad de Salamanca, pero en 1964 abandonó los estudios para dedicarse a la literatura. Sus publicaciones más tempranas vieron la luz en las revistas Signos, donde colaboraba con críticas cinematográficas, y Cuadernos Hispanoamericanos, donde dio a conocer sus poesías. Precisamente, es un poemario su primer libro publicado, aunque desde entonces, Guelbenzu ha desarrollado su carrera literaria principalmente como novelista.

Su primera novela, El mercurio (escrita cuando Guelbenzu tenía tan solo veinticinco años, y finalista del Premio Biblioteca Breve Seix Barral de novela), se inscribe en la corriente renovadora de la narrativa española, que pretende superar un realismo social adocenado mediante técnicas como el collage, el monólogo interior, la abolición de la trama lógica, etc. Este sesgo experimentalista, sin embargo, no es menos comprometido que la novela social, ya que se plantea como expresión del hastío y la angustia de toda una generación criada en la posguerra y educada en un clima intelectual pobre y restrictivo. Entre los maestros a los que se acoge Guelbenzu desde esta primera novela están James Joyce, Julio Cortázar, Kafka o Borges, entre otros.

Posteriormente, su narrativa se ha mantenido en una evolución coherente, cuyos principales intereses son el paso del tiempo, el propio proceso de la creación literaria (No acosen al asesino, una de sus novelas, se presenta como una novela policiaca, y a la vez como una reflexión sobre los mecanismos de construcción de este género narrativo). Ha sido también director literario de la editorial Taurus y de Alfaguara.

En la actualidad escribe artículos en El País.

Obra

POESÍA

Espectros, la casa antigua (1967).

NARRATIVA

“Hogar eventual” (1967). Relato.
“La Donna de Otoño” (1967). Relato.
El mercurio (1968, nueva edición revisada en 1982).
Antifaz (1970).
El pasajero de ultramar (1976).
La noche en casa (1977).
El río de la luna (1981).
El esperado (1984).
La mirada (1987).
La tierra prometida (1991).
“La mosca de Funchal” (1992). Relato.
El sentimiento (1995).
“Recuerdo una vez en Argüelles” (1997). Relato.
Un peso en el mundo (1999).
No acosen al asesino (2001).
La cabeza del durmiente (2003).
La muerte viene de lejos (2004).
Esta pared de hielo (2005).
El cadaver arrepentido (2006).
Un asesinato piadoso (2008).
El amor verdadero (2010).
El hermano pequeño (2011).
Muerte en primera clase (2011).
Mentiras aceptadas (2013).
Nunca ayudes a una extraña (2014).
Los poderosos lo quieren todo (2016).
El asesino desconsolado (2017).
O calle para siempre (2019).
En la cama con el hombre inapropiado (2020).
Asesinato en el Jardín Botánico (2022).

OTROS

Selección e introducción a Gustavo Adolfo Bécquer, Poética, narrativa, Papeles personales (1970).
Selección y prólogo a José Emilio Pacheco, Alta traición: antología poética (1984).
Ver Madrid (1991). Textos de José María Guelbenzu, fotografías de Ramón Manent.
Introducción y edición de Albert Camus, Obras Completas (1996).
Prólogo y álbum biográfico e iconográfico de Albert Camus, El extranjero (1997).
La lectura es un arte: conferencia pronunciada con motivo de los premios literarios Jaén (2000).
Antología del cuento inglés (2004). Selección de J. M. Guelbenzu.
25 cuentos tradicionales españoles (álbum) (2005)
Cuentos populares españoles (2006).

 

Premios

1968: Finalista del Premio Biblioteca Breve Seix Barral.
1982: Premio Nacional de la Crítica por El río de la luna.
1991: Premio Plaza y Janés por La tierra prometida.
2007: Premio Periodístico sobre Lectura, de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
2010: Premio Torrente Ballester por El hermano pequeño.
2016: Premio de la Crítica de Madrid por Los poderosos lo quieren todo.
2016: Premio del Observatorio d’Achtall por el conjunto de su obra literaria.

 

Poética

«Yo estaría dispuesto a enseñar a leer a cualquiera que lo deseara, siempre que me den un aula y me paguen, claro está. Y entonces no tendría que imponer nada, no sería necesario. Tengo bastante experiencia en el asunto. Leer es un problema de curiosidad, disciplina y concentración; y no es difícil engancharse a ese esfuerzo si la oferta es capaz de mostrar sus encantos. El problema es cómo hacer el enganche y, créame, no será leyendo cosas obligadas; es más: yo empezaría haciéndoles escribir para poder explicarles cómo escriben; no cómo se escribe, sino cómo escriben ellos.»

«(…) cuando tengo una idea -y no creo que vaya a tener muchas a lo largo de mi vida- prefiero aprovecharla para una novela. Pero, hablando en serio: yo creo que una novela es la representación literaria de una idea, de una idea política, se entiende. Una regla de oro de la novela es que en ella debe de haber pensamiento «pero no se le debe notar». Y cuando hablo de una idea política me refiero, por tanto, a aquella que se manifiesta por medio de una imagen sugerente y abarcadora, no de un discurso lógico. En cuanto a la representación, pues, para mí, es algo que necesita espacio y desarrollo. Yo no sé escribir cuentos; quizá algún día aprenda, cuando me canse de escribir novelas. Pero los leo con mucho gusto.»

«Procuro huir de lo autobiográfico porque no me considero especialmente interesante. Lo que sí habrá, como en cualquier otro escritor desde que la escritura es la escritura, es el trabajo sobre dos experiencias: la experiencia personal de lo real y la experiencia literaria.»

(Pasajes extraídos de la entrevista realizada por Luis García a José María Guelbenzu, y publicada en la siguiente dirección de Internet:
http://webs.ono.com/usr047/libroteca/guelbenzu.htm)

 

 

Texto

(…) Jorge Basco habla a Guelbenzu. El encuentro de ambos -después de que Guelbenzu dejó en su casa a Alberto Santiago y Elda y a los críos- está tensionándose, se distiende adelante, rota un vértigo de palabrería escondiéndose mucho más de lo que aparenta decir. Y ambos aceptan la apariencia, hablando desde más adentro, como si no. Otras gotas de agua triste sobre el pavimento.
– Descubres de pronto lo que es sudar sangre sobre ti mismo -dijo Jorge-. Escribir con un profundo rencor, una avaricia de gloria, un deseo de morir a fin de capítulo.
– El rencor -le contestó pensativo Guelbenzu-. Hay una gran novela escrita con un enorme rencor: La ciudad y los perros. Es casi grande escribir con rencor.
– Y nuevamente de pronto, toda la sangre, el rencor, el desastre se ha evaporado; nada yace sobre la mesa que amas tanto. Qué ha sucedido?, hemos muerto nosotros? Polvo, sudor y hierro: linda frase.
– Yo qué puedo decir; algo te cierra las puertas.
– Totalmente.
– Sí -dijo Guelbenzu-. Algo estamos hablando, dándole vueltas a lo que ya no las tiene, lo que no es, no vale, no existe: tu obra en forma de novela. De qué modo plantearnos una cosa así? Cómo voy a acudir a los famosos argumentos, la incapacidad, la lejana madurez, el futuro, el llegarás. Hay un hecho incontrovertible: toda la sangre para nada, puesto que de sangre hablamos. Hay respuestas o yo las tengo; y qué inútiles las respuestas ante una realidad sin réplica, explicable, justificable, cognoscible, sin réplica. Bájate al infierno, pero tendrás que tomarte la molestia de volver a subir, y no recobrarás el tiempo perdido. Acude a tu presente y es comenzar una historia inmemorial. Para qué hablar de ello. Fuera (…)

 

 

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