GRACIA ARMENDÁRIZ, Juan

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GRACIA ARMENDÁRIZ, Juan

Biografía

Juan Gracia Armendáriz nació en Pamplona, el 11 de marzo de 1965. Vivió en distintas localidades de Navarra, y en México durante tres años. De regreso a España, comienza a publicar sus primeros escritos en revistas culturales y universitarias.

En 1989 se licencia en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y se traslada a Madrid, donde colabora con diversos medios y suplementos culturales: El Mundo, Cuadernos Hispanoamericanos, Diario de Navarra, Heraldo de Aragón, Diario 16, Ínsula, Litoral… Amplía sus estudios al ámbito de la Estética y Teoría de las Artes. Publica sus primeros libros de poesía y relatos, y obtiene diversos premios y becas en el apartado de narración. En 1991 se doctora y comienza su labor docente en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de numerosos trabajos de investigación literaria y documental. En 2002 publicó su primera novela.

En la actualidad, compagina su labor docente con la creación literaria. La novela, el relato y el artículo periodístico son los géneros que cultiva. Escribe habitualmente en el Diario de Navarra.

Obra

POESÍA

Como si al otro lado latiera (1994).

NARRATIVA

Noticias de la frontera (1994).
Premio Jaén de Relatos, 1992 (1995). Junto a Gloria González Moreno y Pedro López Martínez.
Queridos desconocidos (1999).
Cazadores (2002).
Cuentos del Jíbaro (2008).
La Línea Plimsoll (2008).
Diario del hombre pálido (2010).
Piel Roja (2012).
La Pecera: tinta de Calamares (2015).
Cuentos del Jíbaro: Compilación de microrrelatos heteróclitos (2015).
Guía de extraviados (2018).

ENSAYO

El artículo diario de Francisco Umbral (1957-1988). Análisis y documentación (2000).
Fuego amigo (2021).

OTROS

Gente de libro (2006). Retrato y semblanzas de escritores, con Pedro Carrillo Rubio
Cuero de montaña (2008).

Premios

1989: Ayuda a la creación literaria Gobierno de Navarra.
1992: Premio Jaén de Relatos.
1993: Premio Francisco Ynduráin para escritores jóvenes.
1996: Beca a la creación literaria Ministerio de Cultura.
1996: Premio de Narrativa Tomás Fermín de Arteta de Relato.
1997: Premio NH Hoteles de Relatos.
1997: XXVIII Concurso Internacional de Periodismo San Fermín.
1998: Premio de Narrativa a la Creación Literaria. Institución Príncipe de Viana.
2001: Premio Francisco Ynduráin.
2008: Premio Tiflos por La Línea Plimsoll.

Poética

– «Hay silencio habitando en el centro del deseo.» (Diccionario de citas. Wenceslao Castañares Madrid: Editorial Noesis, 2000, p. 263).

– «Que tan sólo existiéramos aquí: suficiente una llama para olvidarlo todo» (Como si al otro lado latiera, 1996, p. 58).

– «… Tal vez por eso siento que el lenguaje me arrastra consigo y que el acto de escribir es un fenómeno para el que no sólo debo utilizar mi mente o mis recuerdos, cualquier forma de la inteligencia y el desengaño, sino también las manos, las piernas, la sangre y la piel se sienten implicados en él, como si entre el lenguaje y la carne existiera un vínculo más fuerte que las trampas del ingenio. Empiezo a descubrir ahora, qué ironía, que la escritura es un acto de afirmación.» (Queridos desconocidos, 1999, p. 110).

– «Es sabido que las palabras pueden llegar a suplantarnos.» (Queridos desconocidos, 1999 p. 95).

– «La literatura es un acto de suplantación, una impostura. Los escritores somos indigentes que buscan a través del lenguaje un correlato de sus propias carencias. Pero el mundo se impone como una intuición radical, y frente a él construimos un espejo, que no es el que quería Sthendal, ni tampoco los espejos deformantes del Callejón del Gato. Cada cual debe construir su propio espejito mágico. La literatura, digámoslo claramente, es una forma precaria y gozosa, de conocimiento.» (Diario de Navarra, 18 de marzo de 2003).

 

 

Texto

ACTOS FALLIDOS

Hasta entonces mi existencia -si se me permite el uso de tal expresión- era una antigua forma del temblor que habitaba en el desván de su memoria, allí donde aguardan los terrores olvidados de la infancia; ésos que nunca desearíais volver a visitar: el largo y sinuoso pasillo, el cuarto de los huéspedes en la penumbra del ala más alejada de la casa, la sombra que habitaba en el espejo, el armario en que guardaban la ropa del abuelo difunto, la silueta de un hombre en una callejuela solitaria… Nada hacía suponer mi aparición. Debió de perturbarse cuando irrumpí en su sueño, confundiéndome al principio con una vulgar pesadilla. Pero fue ella quien me convocó en su mente, que aquella noche se hallaba perdida en un paraíso artificial de vapores de láudano. Me entrevió surgiendo de una profundidad sin tiempo: primero una pierna, un brazo; luego mi estatura excesiva, mis andares de gigante taciturno, finalmente el rostro… Fui una aparición engendrada por la luz de un relámpago que restalló en la noche iluminando su alcoba con fulgor sobrenatural. Fue entonces cuando despertó y poseída aún por la forma de mi espíritu, me insufló vida en los papeles. ¿Tendré que agradecer a Mary Shelley el dudoso privilegio de la existencia literaria?
(Las trampas, Cuadernos Hispanoamericanos, nº 532, p.49).

 

 

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