GOMEZ CARRILLO, Joaquín

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GOMEZ CARRILLO, Joaquín

Biografía

 

Nace en Cieza (Murcia), año 1954, en el seno de una familia trabajadora. Tiene una niñez dura, aunque rica en vivencias y conocimientos prácticos de la naturaleza. Asiste a una escuela rural, a cuya maestra guardará siempre un entrañable afecto. Estudia bachillerato en el instituto de su pueblo y, tras un periodo de años en los que trabaja en una tienda como técnico de electrodomésticos, acude a la Universidad de Murcia y se diploma en Graduado Social e inicia estudios de Ciencias Empresariales. Posteriormente obtiene plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Cieza.

Desde temprana edad, ha sentido la inclinación hacia la lectura y la escritura, por lo que literariamente se define como un lector que escribe. Fruto de ello es la cantidad de obra inédita que tiene: poesía, cuento, relato o novela.

Al principio comienza sacando a la luz poemas y relatos y, además de un par de libros que publica luego en solitario, cuenta con numerosas colaboraciones en revistas culturales. Posee además una amplia trayectoria como articulista.

Es miembro de la entidad cultural «Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón», con sede en Cieza (Murcia).

Obra

POESÍA

«Poemas sueltos», en Diez autores ciezanos (1981).
«El crimen fue en Sevilla», en Veinte años (2000).

NARRATIVA

«Relatos varios», en Relatos (1983).
«La Camarera de la fonda El Tripa», en revista La Puente (2003).
«La Balsa de la Herradura», en revista La Sierpe y el Laúd(2004).
«El mecedor de mimbre», en revista La Puente (2004).
Relatos Vulgares (2004).
«En el día de la ira», en revista La Puente (2005).
«Hopo de zorra no corta pino», en revista Transcieza (2005).
«La Mina del oro», en revista La Puente (2006).
«La Fuente del Ojo», en revista La Cortesía (2006).
En un lugar de la memoria (2006).
«El Huerto», en revista La Puente (2007).
«El viaje de Viernes Santo», en revista La Cortesía (2007).
«El Paso de la Samaritana», en revista La Cortesía (2008).
«El Príncipe de la lluvia», en «El tiempo no tiene corazón», de La Sierpe y el Laúd (2008).
«Ciecas de Cieza», en revista La Cortesía (2009).
«La Almazara», en revista San Bartolomé (2009).
«Adelante con los faroles», en revista El Ciezano Ausente (2010).
La Casa de las Nieves, publicado en internet (2010).
El retrato de la Señorita Madre en el libro El hilo invisible (2012).
Caminito de la Fuente en la revista de la Semana Santa de Cieza, El Anda (2014).
Tierra, agua y trabajo en el libro El melocotón, historia de Cieza (2015).
El Pozo de la Nieve en la revista de Feria y fiestas patronales de San Bartolomé (2018).
Animales y épocas en la revista de Feria y fiestas patronales de San Bartolomé (2019).

ARTÍCULOS

«La Europa que no cesa», en revista Cuatro Esquinas del Colegio de Graduados Sociales de Murcia (1993).
«Artículos varios», en periódico La Comarca (2000-2001).
«La República de Cieza», en el periódico El Mirador de Cieza (2001-1008).
«El Pico de la Atalaya», en el periódico El Mirador de Cieza (2008-2010).

COLABORACIÓN EN ANTOLOGÍAS

De besos arriesgados (2021).

OTROS

El Palabrario Ciezano y del Esparto , publicado en internet (2010).

Premios

Poética

 

Entiendo la escritura como una comunicación íntima, directa, de mente a mente, de corazón a corazón. De hecho el lector habitual de libros, lo hace sin mover los labios, sin articular sonidos ni susurros, sin gesticular siquiera, sin fruncir el ceño; sólo la risa o el llanto pueden aparecer de súbito ante las páginas, comprendidas, de un buen libro. Soy consciente de que aquello que escribo en silencio interior, otra persona leerá en silencio interior; de que aquello que medito, abstraído del mundo que me rodea, y tecleo en la soledad de mí mismo, alguien recibirá en vena de su conocimiento; y de que aquello que compongo palabra a palabra, será absorbido como un alimento del intelecto por alguien que no conozco.
Entiendo la ficción como una realidad en potencia. Sé que todas las personas necesitan en algún momento de sus vidas adentrarse en el bosque de un cuento o una novela, pues no es cierto que cada persona sea un mundo, sino muchos, infinitos mundos, que se pueden explorar con la imaginación.
Y entiendo que para ser quien soy necesito comunicarme con mis lectores, presentes y futuros; necesito extraer personajes que habitan en mis mundos y alentarles la vida a través de la palabra; y necesito articular la ficción, moldearla cual la arcilla primigenia, para crear obras a la imagen y semejanza de todo lector que se aventure a leerme.

 

 

Texto

 

– POESÍA:

1)
………………………..
La ira llegó del norte
con la muerte encabritada,
y el odio sin corazón
y la venganza sin alma.
La ira no tiene rostro,
no tiene pueblo ni raza,
no tiene nación ni dios,
no tiene paz ni esperanza
………………………….
(Fragmento del poema de 90 versos «El crimen fue en Sevilla»)

2)
Amé la noche ciega
por tus ojos negros,
y el fuego sideral
por tus labios densos.

Amé el deseo sin medida
por la extensión de tu cuerpo,
y el silencio puro
por tu pensamiento.

Amé el cielo estrellado
por tu vientre sereno,
y las constelaciones del sur
por tu oscuro sendero.

Amé la primavera suave
por las flores de tus senos,
y la embriaguez de los sentidos
por el aroma de tu cuello.

Anduve tu geografía,
blanca de plenilunio
y de volcanes paralelos.
Caminé sobre las aguas
y creí en lo eterno.

Comí el pan, mujer,
hecho en las brasas dulces
de tu fulgor primero.

Busqué la palabra justa,
el otoño,
la desnudez del viento;
busqué tu alba figura
hilvanada en mi sueño,
y el mimbre de tu cintura
conmovido entre mis dedos

Busqué a Dios por encontrar tu cielo,
pero me hallé perdido,
soledad mía,
en mitad de mi sueño.

(Poema nº 1 del libro inédito El vuelo de los vencejos)

– PROSA:

LA MAÑANA DEL DÍA ANTES en que ocurriera lo que ocurrió en la Casa Grande, lo cual quedó grabado a fuego en nuestra memoria para siempre de los siempres, poco después de la salida del sol, la Tani aparece en mitad del Bancal Colorao buscando con urgencia a su marido. Y el atador de la mies que la conoce (de mocita, la Tani había sido la más pretendida por su belleza etiope en varios kilómetros a la redonda), y de lejos ha columbrado su figura trágica, echa una voz al manajero para darle aviso de que lo busca su mujer.
¡Cháacho!, mira a ver, que tu mujer te busca, le dice.
Tiene que ser cosa seria, piensa entonces el Chirlo, para que su esposa fuese hasta allí tan temprano. Y soltando la hoz sobre una de las manadas de trigo, zancajea nervioso, aplastando con sus esparteñas los estabones tiesos del rastrojo, hasta llegar a su encuentro.
El Chirlo es grande como un toro y lleva cinco noches fuera de su casa. Al Chirlo, que posee unas manos ásperas y grandes como ruedas de tractor, ni a segar ni a beber vino le echa nadie la pata. En el tajo, cuando él aprieta, asfixia a los segadores que van detrás. Y en la mesa, con una garrafa de vino, no hay hombre bebedor que le aguante. Al Chirlo, que tiene los ojillos menudos como aceitunas negras, con el tinto se le dilatan y toman la opacidad del vidrio ahumado, y sus labios se le endurecen como si fueran de yeso, impidiéndole pronunciar palabra, pero él se mantiene erguido, hierático y desconcertantemente lúcido como un San Luis.
La Tani, que aquella mañana ha dejado en su casa encerrados bajo llave a sus tres hijos pequeños, sale antes del amanecer y camina nueve kilómetros a traviesa loma, a cruza bancal y a salta ribazo, destrozándose sus pies menudos, metidos solo en unos alpargates de paño manido, para comunicar a su marido la afrenta que más tarde veremos.
La Tani, hiriéndose sus tobillos y sus piernas de cristal con las cañas puntiagudas de la rastrojera, anda rápida sobre los surcos, acuciada por la zozobra de su corazón. Pero en el último momento se detiene a unos metros del Chirlo, como si hubiese entre ambos una gran barrera invisible, una muralla de vidrio infranqueable, de aire solidificado en capas verticales, un obstáculo transparente pero poderoso y difícil de sortear. La Tani se siente manchada por la desgracia que ha entrado en su casa la noche antes y se siente contaminada por el mal negro de la deshonra. La Tani, que no ha llorado hasta desahogarse ni dormido durante las horas estragadas de la noche, nota una quemazón profunda en lo más hondo de su ser como si llevara el pecho colmado de brasas. La Tani, rota en llanto entonces y derrumbada por fin en los brazos del Chirlo, confiesa, a borbotones ahogados de angustia, el nombre de quien ha intentado violarla, cual pronunciase Jehová una vez la maldición sobre Caín.
…………………………………..
(Fragmento de la novela En un lugar de la memoria)

 

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