GIMFERRER, Pere

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GIMFERRER, Pere

Biografía

Nació en Barcelona el 22 de junio de 1945. Poeta, crítico literario y académico, su maestría precoz fue reconocida en 1966 con el Premio Nacional de Poesía por su libro Arde el mar, constituyéndose en uno de los poetas más importantes de su generación. Es Académico de la Real Academia Española de la Lengua desde 1985. Utiliza tanto el catalán como el castellano en sus obras literarias. En 2022 recibe el Homenaje Liber 2022, que premia su trayectoria como editor literario.

 

 

Obra

POESÍA

Mensaje del tetrarca (1963).
Arde el mar (1966; 1994).
3 poemas (1967).
La muerte en Beverly Hills (1968).
Poemas 1963-1969 (1968).
Els miralls (1970).
Hora foscant (1972).
Foc sec (1973).
L’espai desert (1977; 1979).
Poesía 1970-1977 (1978).
Poemas 1963-1969 (1979).
Mirall, Espai, Aparicions. Poesía 1970-1980 (1981).
Apariciones y otros poemas (1982).
Laúd para el soneto (1987).
Poemas 1962-1969 (1988).
Espejo, espacio y apariciones, Poesía 1970-1980 (1988).
El vendaval (1988).
Morir sobre un nenúfar (Homenaje a Jean Cocteau) (1988).
El vendaval (ed. bilingüe) (1989; 1992).
La llum (1991).
La llum/La luz (ed. bilingüe) (1992).
Arde el mar, El vendaval, La luz (1992).
Mascarada (1996).
Mascarada (ed. bilingüe) (1998).
Marea solar, marea lunar (2000). Antología.
El diamant dins l’aigua (2001; 2002, en castellano).
Amor en vilo (2007).
Tornado (2008).
Rapsodia (2011).
Alma Venus (2013).
Primera y última poesía: son todos los poemas una voz (2013).
El castell de la puresa (2014).
El castillo de la pureza (2014).
No en mis días (2016).
Marinejant (2016).
Las llamas (2018).
Tristissima noctis imago (2022).

ENSAYO

Antoni Tàpies i l’esperit català (1975; 1986).
La poesía de J. V. Foix (1974).
La Clau del foc (1974). Antoni Tàpies (il.)
Max Ernst o la dissolució de la identitat (1977).
Miró, colpir sense nafrar (1978).
Radicalidades (1978).
Mil novecientos nueve-1920. La pérdida del Reino (1979).
Lecturas de Octavio Paz (1980).
Voces n. 1 (Juan Goytisolo) (1981). Et al.
Max Ernst (1983; 1985; 1990; 1997).
Dietari. 1979-1980 (1981; trad. castellana en 1984).
Lapidari o llibre de las propietats de les pedres (1981).
Segon dietari. 1980-1982 (1982).
Mil novecientos nueve. La Pérdida del Reino (1983).
Fortuny (1983; 1988; 2003).
Cine y literatura (1985; 2000).
Los raros (1985; 1999).
Perfil de Vicente Aleixandre (1985).
Magritte (1986; 1987).
Giorgio De Chirico (1988).
Toulouse-Lautrec (1990).
Lecturas de Octavio Paz (1990).
Valències (1993).
Culture and rights – Cultura y derechos (1995). Et al.
Obra catalana completa I: poesía (1995).
Obra catalana completa II: dietari complet 1 (1979-1980) (1995).
Obra catalana completa III: dietari complet 2 (1980-1982) (1996).
Obra catalana completa IV: figures d’art (1996).
L’obrador del poeta (1970-1996) (1996).
Itinerario de un escritor (1996).
Noche en el RItz (1996).
Literatura catalana i periodisme (1996).
Obra catalana completa V: assaigs crítics (1997).
El agente provocador (1998; 1999 en catalán).
Rimbaud y nosostros (2005).

OTROS

Dietario (2002).
Interludio azul (2007).

EDICIÓN

Antología de la poesía modernista (1980; 1981).
Azorín, Los pueblos; Castilla (1986; 1990).
Rubén Darío, Poesía (1987; 1995). Selección.
Jean Cocteau, Diari, 1942-1945 (1994). Selección de los textos.
Antonio Gala, Poemas de amor (1999).

TRADUCCIÓN

Raymond Roussel, Como escribí algunos libros míos (1973).
Michel Ragon, Agam (1976).
Max-Pol Fouchet, Wifredo Lam (1976; 1984; 1990).
Michael Riffaterre, Ensayos de estilística Estructural (1976).
Bruno Zevi, Arquitectura de Sert a la Fundació Miró (1976; 1977).
Pierre Descargues, Hartung (1977).
Ausiàs March, Obra poética (1977; 1981).
Samuel Beckett, Beckett: Obras escogidas (1978).
Pierre Courthion, Llorens Artigas (1979).
Ramón Llull, Obra escogida (1981).
Pablo Minguet Irol, Juegos de manos o sea arte de hacer diabluras (1981).
Max Ernst (1891-1976), Escrituras (1982).
Curial y Güelfa (1982).
Mercè Rodoreda, Espejo roto (1982; 1990; 1991; 1997; 2002; 2005).
Antoni Tàpies, Memoria personal (1983; 2003). Et al.
Oscar Wilde, Salomé (1984; 2005).
Alexandre Cirici Pellicer, Miro Mirall (1985).
J. V. Foix (1893-1987), Crónicas de ultrasueño (1986).
La cartoixa de Parma (1986).
Francesc Vicens y Joan Erossa, Antoni Tapies o l’ Escarnidor de Diademes (1986).
Samuel Beckett, Molloy (1986; 1995; 1999; 2006).
Gustave Flaubert, L’educació sentimental (1991). Junto a Miquel Marti Pol.
Samuel Beckett, Samuel Beckett, 1969 (1993). Et al.
Joan Brossa, Foc al càntir (2001).
Gabriel Ferrater, Mujeres y días (2002). Et al.
Paul Bowles, El jefe T. A. Odutola : el ogbeni oja de ljebu-ode (2004). Con Rodrigo Rey Rosa.
Raymond Roussel, Impresiones de África (2004).
Marquis de Sade, La marquesa de Gange (2006).

Premios

1966: Premio Nacional de Poesía.
1980: Premio Anagrama de Ensayo.
1981: Premio Ciudad de Barcelona.
1982: Premio de la revista Serra d’Or.
1983: Premio Nacional de la Crítica.
1983: Premio Ramón Llull por Fortuny.
1984: Premio de la revista Serra d’Or.
1988: Premio Nacional de la Crítica.
1989: Premio de la revista Serra d’Or.
1989: Premio Ciudad de Barcelona.
1989: Premio Nacional de Poesía.
1997: Premio Nacional de Literatura Catalana.
1998: Premio Nacional de las Letras Españolas.
1997: Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya.
2000: Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
2006: Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz.
2007: Premio Terenci Moix.
2010: Premio Cavall Verb de la Asociación de Críticos Españoles.
2010: Premio Paquiro de El Cultural de El Mundo.
2017: Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca.
2022: Homenaje Liber.

 

Poética

Es muy sabido: los que escribimos poemas somos los primeros en hacernos la misma pregunta que se puede hacer la gente corriente, la pregunta sobre la posible razón de ser de la poesía. No se le ocurre planteársela al adolescente solitario y febril que, con pulso torpe, inscribe en papel blanco o rayado o pardo la radiografía del sueño. Ni -en edades enterradas- cabía preguntarse si era útil el poeta que se beneficiaba de un mecenazgo, y sentía un encaje entre la sociedad y la obra. Depositario de lo sacro, oficiante del Buen Gusto o de la belleza, el poeta antiguo o el poeta cortesano cumplían un cometido social. Es en los tiempos modernos cuando la condición del novelista se afirma; la del poeta, en cambio, se convierte en incierta y difusa.
¿Para qué poetas -se preguntaba un romántico, hace más de cien años- en estos tiempos menesterosos? Y, hace sólo unos decenios, otro poeta hablaba de su «oficio o arte aburrido». Es un mester no muy apetecible, muestra, más bien, tendencia a la modorra, el cuerpo social apenas lo reclama, y ni siquiera es seguro que pueda competir con éxito con el resplandor instantáneo de una pintura o de un filme de aceptación, o, en otro sentido, con la sedimentación sinuosa y lacustre de una novela. Pero, pese a todo, la memoria retiene algunos poemas; o, simplemente, la impresión -tenue, indeleble- del recuerdo de su lectura. Son instantes que hemos vivido; y quizá es aquí -en la perennidad de unos pocos instantes precisos- donde tendremos que buscar el porqué del poema.
(De Pere Gimferrer, Segundo dietario, Seix Barral, Barcelona, 1985).

 

En los años 60 quería un cosa, y la sigo queriendo en los años 90: ser un poeta, como dijo Rubén Darío «muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy moderno: audaz, cosmopolita». Esto es: no sólo ser un poeta parecido a Rubén, sino ser la clase de poeta que él se propuso ser. Con los años, uno, además es como el propio Rubens y quiere ser otras cosas, pero siempre permanece en pie la voluntad de ser «muy antiguo y muy moderno: audaz, cosmopolita».
Por razones históricas y biográficas, no toda mi poesía ha sido escrita en la misma lengua, y, por lo tanto, en lo estrictamente idiomático, no toda remite a la misma tradición, pero la voluntad esencial es la aquí esbozada. Y por deseo manifiesto es enlazar, por un lado con Góngora; por otro con Rimbaud; por ambos con el 27 y con J. V. Foix; y en el continente americano, con Eliot, Wallace Stevens y Octavio Paz. La consigna, la de André Breton: «qu’on se dome la peine de pratiquer la poésie».
(De El último tercio del siglo (1968-1998), Madrid, Visor, 1999, p. 187).

 

Texto

ODA A VENECIA ANTE EL MAR DE LOS TEATROS

Las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
(García Lorca)

Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con que trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Que pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy así acoge vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por la pura belleza como entonces, violín
que parte en dos aires de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad
de ser bello. Lloraba yo acodado al balcón
como en un mal poema romántico, y el aire
promovía disturbios de humo azul y alcanfor.
Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,
un arcángel o sauce o cisne o corcel de llama
que las potencias últimas enviaban a mi sueño.
Lloré, lloré, lloré
¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?
Agua y frío rubí, transparencia diabólica
grababan en mi carne un tatuaje de luz.
Helada noche, ardiente noche, noche mía
como si hoy la viviera! Es doloroso y dulce
haber dejado atrás a la Venecia en que todos
para nuestro castigo fuimos adolescentes
y perseguirnos hoy por las salas vacías
en ronda de jinetes que disuelve un espejo
negando, con su doble, la realidad de este poema.

(De Arde el mar, Barcelona, El Bardo, 1966; 2ª ed. en Madrid, Cátedra, 1994. Tomado de El último tercio del siglo (1968-1998), Madrid, Visor, 1999, pp. 188-189).

 

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