GARBONI, Esther

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GARBONI, Esther

Biografía

Nace en Sevilla (1973) en donde transcurre su infancia y adolescencia. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, ejerce como profesora titular de Lengua Castellana y Literatura en un instituto de enseñanza secundaria. Empieza a escribir muy joven, siendo su maestro Francisco Espinosa quien descubre sus cualidades literarias y la anima a seguir el camino de las letras. Con tan solo 10 años ve publicados algunos poemas en los libros de texto de la editorial SM.

Co-fundadora del Taller de Teatro Clásico de la Universidad de Sevilla, realiza cursos bajo la dirección de Onetti y José Luis Alonso de Santos, mientras realiza estudios de doctorado en Teoría Literaria. Tras un breve paréntesis en el mundo de la publicidad durante el cual protagoniza varios anuncios para la TV y de dedicación profesional a la fotografía, retorna a  la escritura  de creación cultivando diversos géneros, especialmente, la poesía.

Sus composiciones están incluidas en importantes antologías de poesía contemporánea, presentando buena parte de ellas un fuerte componente visual, fruto de su vinculación con el mundo de la imagen. En varias ocasiones han aparecido publicadas en sitios específicos de arte acompañando las obras de pintores como Kacper Kalinovski o Katya Gridneva, entre otros.

En los últimos años se ha dedicado al teatro, escribiendo piezas que le han permitido ganar en 2020 el Premio Internacional «Miradas de la dramaturgia».

Obra

POESÍA

Las estaciones perdidas (2006).

Tarjeta de embarque (2009).

Sala de espera (2014).

A mano alzada (2018).

 

TEATRO

El cotillón (2016).

La mejor versión (2018).

Aceitunas negras (y otras piezas breves) (2018).

Ladrando al sol (2019).

Maneras de abrir el paraguas (2019).

Un ratón así de grande (2019).

Detrás del silencio (2020).

Pasos de guerra (2020).

Fase REM (2020).

Sin condiciones (2020).

Como ríen los delfines (2020).

Camino de baldosas amarillas o Señas de identidad (2020).

Cierra con llave o El rebaño (2020).

De barrio (2020).

 

OBRAS COLECTIVAS

Homenaje a la Fiesta del Soneto (2006).

Homenaje a la Fiesta literaria de la belleza andaluza (2007).

Antología poética del II Recital Chilango-Andaluz, (2008).

Homenaje a la Generación del 27 (2008).

Femigrama. Poesía con voz de mujer, (2008).

Homenaje a la fiesta del Ultra (2008).

Homenaje a Juan Ramón Jiménez (2009).

La femme en verso (2009).

Antología de Ferrán Fernández: Puta poesía (2010).

Estación poesía 6 (2016).

Concierto poético para San Juan de la Cruz (2016).

 

OTROS

Delirium tremens (novela).

Se alquila corazón (relato).

Peligrosa curva a la derecha (teatro).

Premios

Mención de Honor en el V Certamen Literario Nacional “Universidad de Sevilla” (1998)

2º Premio en el XXVIII Certamen de poesía SEARUS (2005)

Premio Internacional «Miradas de la dramaturgia» (2020), por la obra Como ríen los delfines.

 

Poética

Las  estaciones perdidas es un poema que despierta en nuestro pecho el eco de un amor incompartido o, si se prefiere, el redoble funeral del desencanto. En vecindad, sí, pero no en compañía, dos seres se encuentran en el andén de la vida. Entonces comienza el sueño, se encrespan las olas del deseo y emerge la  esperanza de encontrar el puerto deseado”.

(Máximo Cayón Diéguez)

“La voz, por su parte, tiene el tono exacto de la mirada y se manifiesta en un ritmo hilvanado de forma perfecta sobre la base musical del endecasílabo, con las variaciones oportunas, quebrándose o fluyendo, según las emociones lo demandan. Es una voz consciente de lo que dice, que siempre sabe dar con la frase que mejor la expresa y que convierte en símbolo lo que pronuncia, que se apoya en la diversidad de lo concreto para hablarnos de algo que está mucho más allá.”

(Juan Frau)

“Poesía libre de toda hojarasca, de pirotecnia verbal gratuita, una poesía escueta, donde la idea fluye sin tropezar con las palabras, y escrita con la naturalidad de quien está a nuestro lado. Y es, precisamente, en esa desnudez donde Esther Garboni esconde fragmentos de un espejo que nos habla de nosotros mismos”.

(Diego Vaya)

Texto

REGRESO AL SUR

Para olvidarme, vuelvo al sur de mi niñez,
al alba de mis días, y me sumerjo alegre
en la muda memoria de olivos centenarios,
de dunas peregrinas y salinas de plata.

Para encontrarme, busco
un pedazo de luz en mi bolsillo,
palabras olvidadas
que puedan celebrar tanta belleza
en las noches de invierno
cuando, en el norte de mis días, llueva
y tú estés lejos.

Para salvarme, marcho
a beberme ese sol a cucharadas,
lento, muy lento, despacito,
notando como gira bajo mis pies la Tierra.
Y me limpio los ojos en el azul del cielo…
Y me trago de un sorbo toda la sal del mar…

Pero hoy la tarde acecha crüel sobre mis hombros;
sin brújula y descalza, entre el bullicio negro
del desencanto anónimo,
la soledad mis pasos pierde.
Quizás, al sur, el viento conspirará esta noche
solo contra la muerte, cantando entre los pinos,
besando la marisma, soñando con el alba…

¡Si el levante pudiera venir a rescatarme!

(De  Homenaje a la Fiesta literaria de la belleza andaluza. Ateneo de Sevilla,  2007)

EN ESPERA

Nada me salvará. Sigo sangrando
metáforas, mordiendo mis palabras
hasta ahogarme, fingiendo ser domingo
soleado, botella medio llena,
noche de carnaval, tarde de toros.

Nada me salvará y aún me resisto
a entregar, al silencio, mi rebelde
furia sin contención, mi sorda rabia,
mi tartamudo miedo… Grito al aire:

¡No somos hijos de un mañana libre!
¡No somos padres de una idea nueva!
Los primogénitos murieron. Grito
al aire: ¡No seré tu dios de plástico!

¿Acaso alguien me escucha tras su puerta
blindada? Tal vez tú, que no te asustas,
encuentres un camino que nos salve.
Tal vez tú, que no tienes puesto nombre.

Mi impaciencia descuelga las aristas
de la noche. No tardes en llegar.

(De Tarjeta de embarque,  2009)

SALA DE ESPERA

Mientras sentada aguardo tu venida,

mi alma, siempre en pie, sigue adelante,

varada y sin dejar pasar la vida;

varada, muda, sorda  y anhelante.

 

Y en la sala de espera, detenida,

como el agua sedienta, rebosante

de dudas y promesas, desabrida…

la tarde merodea en su constante.

 

Ya no sangro metáforas, no invento,

no finjo ser domingo soleado,

ni anticipo tu nombre en la mañana.

 

Ahora escribo desnuda, no te miento,

desnudo va el soneto consternado,

que quiere ser epílogo y tisana.

 

(De Sala de espera, 2014)

 

VERANO DE 1930, VUELTA A CASA

(Homenaje a Vicenta Lorca Romero)

Y se comió con piel la Gran Manzana,

a grandes lametazos, viendo, triste,

el flujo de la sangre en las aceras,

dolorosas sin luto y sin un nombre,

mercantiles, impúdicas, borrachas…

 

Compró una aurora rota en Wall Street,

oyó a la tierra fermentar de asco,

tomó fotografías de los ecos

que el ruido crucifica en las vidrieras

y calculó desproporciones áureas

en las formas que toma la obsesión

por lo excesivo. No quería un mundo

tan grande, ni tan hondo un mar. Cedió

a tanta desmesura. Tomó un taxi.

 

Y ha vuelto, sin maletas, a la vega,

al tiesto de arrayán, al pozo sabio.

Desgranando certezas, a la sombra

de un patio de geranios, me ha pedido

un vaso de agua fresca para el alma

y en su silla de anea y de paciencia

me ha dejado el relato de su andar.

 

Vendrá un definitivo y negro agosto

quebrando juncos, de dolor tiñendo

los campos bajo un sol apocalíptico,

pero ahora… Silencio, no despierten,

con su curiosidad y sed de lunas,

no al hombre, sino al niño que dormita

soñando, al aire libre, con jazmines.

 

(De Homenaje a la Generación del 27, Ateneo de Sevilla, 2009)

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