GALVÁN, Francisco

Inicio/GALVÁN, Francisco

GALVÁN, Francisco

Biografía

Nacido en Madrid en 1958. Licenciado en Ciencias de la Información, ha realizado toda su carrera profesional en la Agencia EFE, en la que entró en 1979. En esta empresa ha sido redactor deportivo (1979-1984), redactor en la Delegación de Castilla y León, en Valladolid (1984-88), corresponsal parlamentario (1988-1992), jefe de información parlamentaria (1992-1997), editor del servicio Nacional (1997-1999), jefe adjunto del Servicio Local de noticias y de la Delegación Regional de Madrid (1999-2003), jefe de sección en el departamento de Contenidos Digitales de EFE y  máximo responsable de la Agenda Digital Mundial de EFE.
Durante su etapa como jefe de la información parlamentaria de EFE fue miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

En cuanto a sus obras literarias, destacan las de narrativa, pues gracias a ella ha obtenido varios premios.

Obra

NARRATIVA
Las esmeraldas de Cortés, (2001).
El Rabo del Diablo, (2002).
Cuando el cielo se caiga (2003).
De buitres y Lobos, (2005).
El evangelio de Barrabás (2007).
Sangre de caballo (2008).
Memorias del guerrillero con dos cabezas (2008).
El tesoro de Vulturia (2010).
El evangelio de Barrabás (2010).
¿Qué fue de la reina del fish and chips? (2013).
El precio de la codicia (2014). Las Creyendas de San Porfirio (2016).
Irene y Claudia contra Los Ladrones de Agua (2017).
¿A quién hay que matar? Selección de Relatos Insumisos (2018).
El secuestro de Bárcenas (2018).
El caso del vampiro de Cuatro Caminos (2018).

RELATOS
«Después de veinte años», incluido en la obra colectiva Los Otros, editada por la Semana Negra de Gijón 2007.

TRADUCCIONES DE OBRAS PROPIAS A OTROS IDIOMAS
Las esmeraldas de Cortés traducida al ruso por la editorial Machaón (Moscú, 2006).

Premios

 

2000: Finalista del Premio Felipe Trigo de novela con Las esmeraldas de Cortés.
2001: Ganador del III Certamen Internacional Diablo Cojuelo de Novela Picaresca, con El rabo del Diablo.
2002: Ganador de la 49º edición del premio Ateneo de Valladolid-Ciudad de Valladolid, con Cuando el cielo se caiga.
2010: IV Premio Ateneo de Sevilla de Novela Histórica por El tesoro de Vulturia.

Poética

 

A veces solo con la novela puedes transmitir un determinado mensaje. Si lo haces como opinión personal nadie te escucha. Hay demasiados tabúes o, más que tabúes, mucha inercia en el pensamiento. Las cosas se creen porque las creyeron nuestros padres y sus abuelos y los abuelos de nuestros abuelos. Se creen porque lo piensa la gente de nuestro alrededor o, lo que es peor, porque lo dice este o aquel, la prensa, la radio la TV o la Iglesia. Meter mediante la opinión una cuña que resquebraje esas rígidas creencias es imposible. Ni siquiera te escuchan. La novela es el único vehículo posible que penetra suavemente en la mente de las personas y puede hacerlas reflexionar sobre lo que tú deseas. ¿Esta es la razón por la que escribo? No. Al menos no es la principal. Sí lo fue en El Evangelio de Barrabás, pero no en las otras obras. Mi principal motor es el deseo creativo puro. Inventar. Hacer surgir algo donde antes no había nada. Narrar historias que se convierten en extensiones de uno mismo. Es una multiplicación personal.

 

 

Texto

 

María había dejado de luchar. Se resignó a lo que era inevitable y se mantuvo quieta como un fardo. Sollozando en silencio mientras Judas liberaba todo su resentimiento y su pasión dentro de ella.
Terminó pronto. Y tal como le vino, se esfumó el furor acumulado. La soltó y se apartó de ella.
-¡Perdóname, Jesús, perdóname. Yo no quería! -murmuró María entre gemidos, todavía en la misma postura en la que acababa de ser violada.
-¡Jesús, Jesús! -repitió Judas con sorna-. No paráis de repetir todos el mismo nombre, ¡Jesús, Jesús!, ¿pero qué os da ese hombre para que seáis incapaces de pensar por vosotros mismos? ¿Qué tiene? ¿Qué hace para que todos lo consideréis un ser extraordinario?
Las protestas de Judas poco a poco se fueron convirtiendo en lamentos, en interpelaciones angustiadas con voz cada vez más baja, mientras golpeaba con el puño la puerta de la cocina.
-Dime, ¿qué ves en Jesús? -preguntaba a María, que seguía inmóvil con el cuerpo abandonado sobre la mesa, pero en realidad se la dirigía a sí mismo- ¿Qué ves en él que no tengamos los demás? ¿Qué le ves que no tenga yo? Tú lo que necesitas es un hombre, siempre lo has necesitado. Alguien que te haga vibrar, que te haga sentirte viva, que te atienda y que te corteje. Pero Jesús es demasiado perfecto para ti. Ni te mira, o al menos no te mira como a una hembra, como te miro yo…
Judas se volvió para marcharse pero se detuvo de nuevo en el umbral de la puerta. Contempló a María, inmóvil sobre la mesa, y los ojos se le humedecieron.
(De El evangelio de Barrabás, Sevilla, Algaida, 2007, p. 390)

El Chirla se cagó en lo más sagrado cuando vio que un coche de la pasma trataba de cerrarle el paso a la entrada del poblado. Los tostis iban de incógnito con un todo terreno blanco, pero ese coche, el único de la comisaría de Vallecas apto para entrar en el barrizal de las Barranquillas, era de sobra conocido por todos los traficantes. Frenó en seco su Mitsubishi Montero con tracción a las cuatro ruedas que le había conseguido su padre y dio marcha atrás a toda velocidad. Giró el volante y, como en los telefilmes policíacos, logró hacer un trompo que ya tenía muy ensayado, para volver por donde había venido. La policía hizo sonar la sirena, pero él pisó el acelerador y logró alcanzar la carretera. Paco Maya, el Chirla, el tipo con más espinillas del poblado, no solía rehuir a la policía, pero esta vez tenía sus razones para salir pitando.
(…)
Remedios López Aguado, veintinueve años, sale llorando del club. Cargada con su pequeña maleta, baja por la Gran Vía camino de Alcalá. Es temprano y hay poca gente por la calle. Su pantalón ceñido imitación piel de leopardo no llama la atención de las pocas personas con las que se cruza. Su cuerpo esmirriado, enfermizo, disuade miradas de soslayo. La prenda fue diseñada para seducir pasiones baratas. Urgentes y rudimentarias. Pero los hombres no giran la cabeza a su paso. No vuelven la vista para deleitarse con un presunto trasero excitante. El rostro de Reme, envejecido por la droga y congestionado por el llanto, produce rechazo. Su dolor ni siquiera inspira compasión. Camina sola por la calle, ajena a los paseantes dominicales.
(De Sangre de caballo, Sevilla, Algaida, 2008, pp. 39 y 47)

Subir