ESCUÍN, María Luz

Inicio/ESCUÍN, María Luz

ESCUÍN, María Luz

Biografía

Nace en Granada en 1951. Cursa la carrera de Medicina en Granada, donde toma contacto con los poetas de su generación, con los que funda la colección de poesía Zumaya, que editó el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada. Allí publica su primer libro Extrasístole en el año 1975 y participa en los programas «Poesía Setenta», dirigidos por Juan de Loxa.
En 1978 es incluida en la antología publicada por Antorcha de Paja de «Poetas Heterodoxos Andaluces». Figura en la Antología Las Diosas Blancas (Hiperión 1985). En 1995 publica su segundo libro Los Versos En Peligro (Incipit). En 1998 es invitada a participar en el «lll Congreso Nacional de Poesía escrita por mujeres de Lanzarote». En 2001 edita el libro Empleo Terrenal (Devenir). Participa en antología Ilimitada Voz Antologia Poetas Españolas 1940 -2002 de José María Balcélls. Es seleccionada para la antología contra la guerra Pólvora Blanca en 2003. Participa en Cosmopoética en Cordoba 2004. En 2006 es seleccionada para la Antología contra la violencia de género Final de Entrega. Es colaboradora habitual de diversas revistas de poesía.

Obra

POESÍA

El regreso (1964).
Del monte y los caminos (1966).
Cancionero de Sagres (1969).
Dibujo de figura (1972).
Contar y seguir: 1962-1972 (1972). Recopilación de sus anteriores libros de poesía.
Extrasístole (1975)
Antología de la seda y el hierro (1986).
Poemas de ciudades (1994).
Una tarde a las ocho (1995).
Los versos en peligro (1995).
Poemas del claustro (1999). Junto con Jesús Hilario Tundidor y Luis Antonio de Villena.
Empleo terrenal (2001).
Meteoros. Poesía 1962-2006 (2006).
La caminante de música (2009).

PLAQUETTES
Mis nombres (2004).
Manifiesto (2005).

NARRATIVA

Una ventana a la carretera (1967). Cuentos.
Un sitio para Soledad (1969).
La costa de los fuegos tardíos (1973).
El ingeniero Balboa y otras historias civiles (1976). Cuentos.
País de los Losadas (1978).
Historias veniales de amor: novela (1978). Cuentos.
Los brazos de la i griega (1982). Cuentos.
El síndrome de Estocolmo (1988). Cuentos.
Antonio Pereira y los niños (1989).
Cuentos para lectores cómplices (1989). Cuentos.
Picassos en el desván (1990). Cuentos.
Relatos de andar el mundo (1991). Cuentos.
Obdulia, un cuento cruel (1994). Cuentos.
Las ciudades de poniente (1994).
Relatos sin fronteras (1998). Cuentos.
Cuentos del medio siglo (1999). Cuentos.
Me gusta contar. Selección personal de relatos (1999). Cuentos.
Cuentos de la Cábila (2000). Cuentos.
Recuento de invenciones (2004). Cuentos.
Clara, Elvira, la teta de doña Celina, mujeres (2005). Cuentos.
Oficio de volar (2006). Cuentos.

OTROS

Reseñas y confidencias (1985). Artículos.
«Prólogo» a Silva de romances leoneses, de Florentino-Agustín Díez González (1989).
Crónicas de Villafranca (1997). Ensayo.
Del sentimiento de academia en los poetas: discurso leído el día 13 de marzo de 1998 en el acto público y solemne de constitución de la Academia por el poeta don Francisco Pino, y contestación del poeta don Antonio Pereira (1998).

OBRAS TRADUCIDAS

Las edades de Poniente, al francés: Don Eloy, laissez sortir Dorita ou bien… (París, 1994).
Cuentos de la Cábila, al gallego: Contos da Cábila (2003); al polaco, Opowiesci Z Kabylii (Cracovia, 2004).

ANTOLOGÍA

Degeneración del 70. Antología de poetas heterodoxos andaluces (1978).
Las Diosas Blancas (1985).
Estirpe en femenino. Antología de veintiocho poetas cordobesas (2000).
Ilimitada voz. Antología de poetas españolas 1940-2002) (2003).
Pólvora blanca. Antología contra la guerra y por la paz (2003).
Final de entrega (2006).

Premios

Doctor Honoris Causa por la Universidad de León.

1966: Premio Leopoldo Alas por Una ventana a la carretera.

1988: Premio Fastenrath de la Real Academia por El síndrome de Estocolmo.

1994: Premio Torrente Ballester por Las ciudades de poniente.

1999: Premio Castilla y León de las Letras.

2010: Finalista del Premio de la Crítica por La caminante de música.

Poética

– «Viniendo al panorama de mi cuentística, quizá deba acusárseme de pertinacia. Son un centenar y medio de relatos, que por ahí andan rodando con mayor o menor fortuna editorial. Empecé en la década de los sesenta con Una ventana a la carretera. […]».

– «Sin dejar -¡nunca!- la poesía, alternando con algunas novelas –Un sitio para Soledad, País de los Losadas-, sucesivos libros míos fueron apareciendo. […] Maduros periodistas o jóvenes periodistas en prácticas suelen pedirte una definición del cuento. A veces habré dicho razonablemente que es el resultado de saber una buena historia y saber contarla con brevedad e intensidad; otras veces, que escribir un cuento supone una salida para un golpe de mano que fracasa si se lleva exceso de munición. Esta última gusta más y suelen ponerla en el titular. El caso es que defiendo una modalidad literaria que me apasiona y que les viene como anillo al dedo a los lectores de nuestro tiempo, sobre todo si son lectores interactivos, casi compinches del fabulador…»

(«Prólogo» a Me gusta contar. Selección personal de relatos, pp. 9-10).

 

Texto

THE END

Al saberse que iban a derribar el cine municipal los teléfonos empezaron a funcionar y fuimos bastantes los que viajamos a nuestra ciudad para decir adiós al caserón donde habíamos aprendido tantos gestos.
Había que adelantarse a la piqueta desalmada. Cada cual quería quedarse con un recuerdo, los viejos carteles de un trasatlántico con las luces encendidas o de apariciones de la Virgen o de los besos a tornillo de una espía rusa.
Al final, decidieron que habría una voladura controlada. Sería la última película que nos diesen.
Pero el espectáculo fue que al estampido de la dinamita se espantaron los caballos de la Remonta y rompieron vallas y galoparon las calles, y todos caímos en la cuenta de que no hubiera podido existir el cine si no se hubieran inventado los caballos.

(De Me gusta contar. Selección personal de relatos).

La lluvia técnicamente feliz,
hueco que resucita,
y sobre mí
esa alegría buena conductora.

El olor virginal
de una piedra sana,
leguminosa para siempre,
decibelio de campo.

Todo ese museo de humedad,
la paciencia que traspasa,
los colores sin espinas,
el albañil ambiente.

(De Empleo terrenal)

Es superior a ti
la llanura de células,
y los ejemplos jóvenes,
y tus pulmones lejos
camisones de angustia.

Vas quedando muy poco,
eres el envoltorio de vivir,
más pequeña que una ilusión
tu sensación de hilo.

Tu sangre anuncia al hombre
la voluntad no riega tus estrechos
y hace mar en la boca
y ruido a verdad.

(De Empleo terrenal)

Te has acercado
a la metástasis del tiempo,
te deshaces
en un gasto perfil,
y tu voz es visible,
tu sombra
es ya un problema sin mujer.

Andas como una idea sin edificio,
como una canción de calcio,
andas sin las comodidades de la muerte
encamando un eclipse.

(De Empleo terrenal)

Límite de persona
vuelve en ti,
no abandones tu cuerpo
a la cola de arritmia,
no lo llames aún
carnicería del recuerdo.

Vuelve a buscar el aire
al banquete de ahogo,
al afluente no,
entrégate más tarde
a la casa del nombre.

Vuela como poesía seca
al acelerador eterno.

(De Empleo terrenal)

Reconocerás otras materias,
el vinagre invernal
y el rato pedigüeño.

Pensarás con los tímpanos
la letanía hacia atrás,
la familia entornada.

Todo es inminente,
el pequeño milagro
que tienes que romper.

Todo es inminente,
descenderás a tu inconsciencia
orina desempleada.

Prepárate caminante anfibio,
corral de la saliva
a pastar en tu día.

(De Empleo terrenal)

Subir