CRÉMER, Victoriano

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CRÉMER, Victoriano

Biografía

Nacido en Burgos en 1907, se trasladó a León siendo aún niño y estudió con los Hermanos Maristas. En esta ciudad vivió y trabajó en los oficios más diversos: vendedor de periódicos, peón de campo, amanuense, mancebo de botica, etc. Trabajando como tipógrafo para el periódico Proa, comienza a aportar colaboraciones periodísticas. Sus ideas y su filiación al Partido Anarco-Sindicalista provocaron su encarcelamiento tras la Guerra Civil. En 1944 funda, con Eugenio de Nora y Antonio G. de Lama, la revista Espadaña, cuyo compromiso social valió a sus creadores no pocos enfrentamientos con el régimen franquista, y que hoy se reconoce como piedra angular de la renovación poética de la posguerra. Ha desarrollado una vasta labor literaria como poeta, articulista, crítico de arte, autor de narrativa breve y novela, etc. Falleció el 27 de junio de 2009.

 

Obra

NARRATIVA

Libro de Caín (1958).
Historias de Chuma-Chuco (1971). Novela.
Libro de San Marcos (1981). Biografía y novela.
Los trenes no dejan huella. Historia secreta de una ciudad (1986). Novela.
Los extraños terroristas de la Sábana Santa (marionetas, títeres y otros volatines) (1994). Novela.
La casona (2001).

POESÍA

Tendiendo el vuelo (1928).
Tacto sonoro. Puestos de tierra adentro (1944).
Fábula de B. D. (1945).
Caminos de mi sangre (1947).
Las horas perdidas (1949).
La espada y la pared (1949).
Nuevos cantos de vida y esperanza (1951).
Nuevos cantos de vida y esperanza II (1952).
Libro de Santiago (1954).
Furia y paloma (1956).
Con la paz al hombro (1959).
Tiempo de soledad (1962).
Diálogo para un hombre solo (1963).
El amor y la sangre (1966).
Poesía total (1944-1966) (1967).
Nuevas canciones para Elisa (1972).
Lejos de esta lluvia tan amarga (1974).
Los cercos (1976).
Poesía (1944-1984) (1984).
El mundo de José Jesús (1987).
El cálido bullicio de la ceniza (1990).
Ciudad de los poetas (1990). En colaboración con otros poetas.
La escondida senda (1993).
El fulgor de la memoria (1996).
Parábola de Amalia «La Petarda» (1997).
La resistencia de la espiga (1997).
La paloma coja (la encrucijada) (2002).
Cualquier tiempo pasado (2003).
El palomar del sordo : poesía en llamas (2005).
Relámpagos tardíos (2007).
Antología poética (2007).
El último jinete (2008).

OTROS

«Prólogo y pauta» a Carreño, José Víctor, Alba de ayer (1949).
El trabajo y la poesía (1960). Ensayo.
«Prólogo» a Paniagua, Eleuterio, Los hombres se matan así (1961).
León (1961).
Burgos (1965).
León y la tragedia de don Pedro Balanzategui Altuna (1969). En colaboración con José Eguiagaray Pallarés.
Libro de Vela Zanetti (1974).
Artistas en la galería de Maese Nicolás (1977). Autor principal, León Maese Nicolás; textos de Antonio Gamoneda y Victoriano Crémer.
El libro de los derechos del niño (1978). En colaboración con Gloria Fuertes y Carmen Conde.
León inevitable (1978).
Victoriano Crémer: ante el espejo. León 1920-1940 (1978). Biografía.
León insólito, ayer y hoy (1981).
Vela Síller (1981). Exposición, catálogo. Textos de Victoriano Crémer et alii.
«Prólogo» a Serrano y Hernández, José Alberto, Filosofía del sentimiento de Jean Jacques Rousseau (1982).
Tabla de varones ilustres, indinos y malbaratados de la ciudad de León y su circunstancia (1983).
El viajero sospechoso (1987).
La cueva del minotauro: recuerdo y presencia de la Unión General de Trabajadores en León (1988).
Arte Lancia (1989).
Victoriano Crémer y los niños (1989).
«Discurso sin destino» (1992) Discurso pronunciado con ocasión de su nombramiento como Doctor Honoris Causa en la Universidad de León el 18 de octubre de 1991.
Libro de Castilla y León (1992). En colaboración con otros autores.
León en el Camino (1994). En colaboración con Javier García-Prieto Gómez.
León (notas para una antología leonesa) (1995).
León a la vista (1995).
La Galicia de Villaamil. Exposición homenaxe: Carlos Villaamil: 1932-1989 (1995).
Camino de Santiago (1995). Catálogo exposición del 30 de mayo al 25 de junio en la Casa de Galicia en Madrid; imágenes de José Arias y textos de Victoriano Crémer, publicado como libro por la Xunta de Galicia.
León: ayer y hoy (1997).
Arte Lancia. 15 años – 15 pintores (2000). Catálogo de la Galería de Arte Lancia con textos de Victoriano Crémer.
Numerosos artículos publicados en El Diario de León.

Premios

1951: El Instituto de Cultura Hispánica le concede el Premio Boscán por Nuevos Cantos de Vida y Esperanza.
1959: Premio Ondas de Radio por la acción cultural a través de Radio-León.
1961: Premio de Poesía Marina.
1963: Obtiene el Premio Nacional de Poesía Leopoldo Panero.
1966: Beca March de Literatura.
1965: Premio Punta Europa (Madrid).
Premio Ciudad de Palma de Teatro.
Premio Nueva España, de México (novela).
Premio Ciudad de Barcelona de Poesía castellana.
Premio de la Junta de Castilla y León de las Letras.
1991: Doctor Honoris Causa de la Universidad de León.
Académico de Honor de la Institución «Fernán González» (Academia Burgense de Historia y de Bellas Artes). Burgos.
Presidente de Honor nacional del Instituto de Estudios Cidianos de Burgos.
Miembro de la Academia castellano-leonesa de Poesía.
Medalla de Oro de la Cámara Oficial de Comercio de León.
Medalla de oro de Artesantander.
Cronista Oficial de la Ciudad de León.
Hijo adoptivo de León y de Villafranca del Bierzo.
Burgalés del año.
1992: Leonés del año.
Juglar de Honor de Fontiveros.
1994: Premio Castilla y León de las Letras.
1998: Premio León Felipe de Poesía (con Eugenio de Nora).
2001: Accésit al XXV Certamen de Narraciones Breves Antonio Machado por el relato «Los niños de la estación».
Premio Castilla y León de las Letras.

2007: Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo

2008: Premio Gil de Biedma de Poesía, de la Diputacion Provincial de Segovia

2008: Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes

Poética

EL COMPROMISO DEL POETA.

– » (…) en más de una ocasión me he visto en trances (la Poesía no es sino una forma de «trance») terriblemente complicados, solamente porque me he sentido total e irremediablemente obligado. Primero, conmigo mismo -con mi propia conciencia, ya lo dije-, y después con los demás.»

– » Necesidad y obligación, derivadas, naturalmente, de una conformación espiritual y de una circunstancia social: el Poeta, pienso, no puede eludir el compromiso de su hombredad en el tiempo, ni mucho menos reducirse hasta la anulación, solamente por intentar salvar su posterior anotación en las páginas generosas de las Antologías.»

– » Se pierde o se salva uno en su totalidad. Y ha de contar con que de la fidelidad de su comportamiento con la época determinada que le tocó vivir dependerá en gran parte su logro más afortunado o su triste hundimiento en el más desolado de los Limbos: el de la ausencia radical.»

(En «A manera de introducción. ¿Poesía = Biografía?», Introducción a Poesía total (1944-1966), 1970 (2ª ed.), pp. 11-12).

EVOLUCIÓN DE SU POÉTICA.

» Todo evoluciona. Hasta la Poética. Y naturalmente la propia. Antes, era todo lo enfático a que me obligaba el hambre. Ahora, procuro sea todo lo estricto que me impone mi concepto de la justicia social. (De ahí, acaso, lo de poeta social.) (…) En cuanto a las formas, yo no diría que soy tradicionalista, pero suelo ser respetuoso. Y hasta cuando invento ritmos y formas, me atengo, por ejemplo, a la ley que determina la medida del verso… El futuro del poeta es tan imprevisible como la aparición de los tifones del Caribe. Cuando y donde menos se piensa, salta un nuevo afán.»
(En op. cit. p. 27).

 

 

Texto

POESÍA (1966)

«Que se mueran los muertos
de una vez para siempre…»

Compusieron el gesto,
arreglaron las dulces cabelleras,
sacudieron el polvo ingrato de las sendas,
y, relucientes, penetraron
en la casa revuelta.

Amontonados, yacían
hombres, sangres, palabras,
miserables partículas de música,
amarillas cartulinas feroces,
maderas pulidas por el sueño.

Reclinados
contra la sombra, refulgían
humildes armas de trabajo,
de vacilantes aureolas;
grumos de muerte y duelo
y mantos y banderas oscuras de silencio.

Y dijeron:
– ¡Basta!
¡Hay que cambiarlo todo!

Abrieron grandes fosos
y en ellos arrojaron
-ardiente escoria que traspasa
los límites del odio-,
sangres, mantos, banderas
aún húmedas de pólvora;
recuerdos con los ojos arrasados
de vibrantes grafáis,
viejos marcos
vacíos de su cálida entraña, y el silencio,
el silencio anudado
a la garganta indómita del grito…

Y añadieron:
-¡Ya está…! Ahora a olvidarlo.
Porque hay que enterrar posmuertos
de una vez para siempre.
Y vivieron felices y tranquilos
en la casa vacía.

(De El amor y la sangre).

 

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