COBALEDA, Miguel

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COBALEDA, Miguel

Biografía

Miguel Cobaleda nace en Salamanca, el 10 de abril de 1944. Estudia Filosofía en las Universidades de Valladolid, Salamanca y Madrid y se doctora en Filosofía por la Universidad de Salamanca. Catedrático de Filosofía, ha ejercido la profesión docente en diferentes centros de Pontevedra, León y Salamanca. Además de escribir literatura en diversos géneros, practica la narración oral -siempre de sus propios relatos- y en dicha actividad ha desarrollado muchos «Conciertos de cuentos» en diferentes teatros, salones y aulas docentes. Pertenece a diversas asociaciones de escritores, como ACE (Asociación Colegial de Escritores), AAT (Asociación de Autores de Teatro), o ACTA (Autores Científico-Técnicos y Académicos).

 

Obra

NARRATIVA

El centinela (1961). Cuento.
Perfiles de desmundo (1971). Cuentos.
Por vivir y volver y olvidar (1987). Cuentos.
Concierto de cuentos a una voz (1990). Cuentos.
Libro de los sueños del destierro (1994). Cuentos.
Balada de Sira-Myr (1995).
Libro de Horas (1996).
Diario del hombre sin días (1997). Cuentos.
Historia de los dioses (1997). Cuentos.
Cuando Vega (Alfa Lyrae) señale los destinos (1998).
El Saco del Buhonero (1999). Cuentos.
El Seguidor / El Secuaz (1998).
Historias suspendidas en el examen de Navidad (1999). Cuentos.
Ojo de Jade (2000). Novela.
El carbón y el estuco (2004). Novela.
Meses (2004).
Cuento para Andrea (2004).
El barco (2004).
Arce arco (2005).
Historias de animales (2006).
La guerra de los 300 (2007).
Familias (2008).
5 (2008).

POESÍA

Poemas de Hombre (1963).
Desesperanzas por Dios yacente (1968).
El viaje (1997).
Ahora que estuve en Menosallá (1998).
El hombre lo haría (2003).
Poemas para Elena (2005).

TEATRO

La pugna infinita (1968).
El serrallo (1969).
Los cangrejos (1970).
El aliento y el barro (1970).
La puerta del paraíso (1971).
La ceniza de hierro (1971).
La sala de fiestas (1971).
Más allá del Laberinto (1979).
Balada del gavilán de fuego (1979).
Variaciones para espejo y mundo (1979).
Los pájaros de Estinfalia se mueren de hambre (1980).
Zora, Lena, Luvara, Kahira y Dharma (1981).
Sivisbellum (1981).
Esperanzando juntos (1981).
El mejor amigo del hombre (1982).
Cryos critallos (1984).
He sembrado esmeraldas cuando azul (1985).
Beresit 1, 2-3 (1985).
Tres epílogos para Medea de Asia (1987).
Voy a matar a Nhim (1989).
Faraudas (1990).
Un ramo para Isveth (1990).
El nudo (1991).
El hombre y ella (1992).
El tramoyista en la sombra (1996).
Papel impreso / Papel oprimido (1996).
Siempre estamos de siempre (1997).
El mensajero mudo (1999).
El centinela del horizonte (2005).
Destinos sellados (2005).
El encargo (2007).
La celda (2009).

ENSAYO

Binomio Dios-Hombre en Miguel de Unamuno (1965). Ensayo.
El camino del hombre en Fiodor M. Dostoyevski (1966). Ensayo.
Ortega y Toynbee: una comparación de sus procedimientos gnoseológicos (1976). Ensayo.
La arquitectura de la realidad (1981). Tratado de Filosofía.
Esquemas de Historia de la Filosofía (1985). Historia de la Filosofía.
Once autores (1990). Ensayo.
Análisis simbólico y mitológico del arte primitivo australiano (1996). Ensayo.
Comentarios a los filósofos presocráticos (2000). Ensayo.
Antropología fantástica (2001). Ensayo.
Agenda sin año (2006).
Cuaderno negro (2007).
Cuaderno negro II (2007).
Cuaderno negro III (2007).
Mesis (2009).
Lección Emérita sobre el silogismo (2010).

Premios

 

 

Poética

Se trata de subvertir el sistema significativo y/o simbólico del lenguaje literario para buscar una raíz más profunda y con más contenidos en la descripción de la realidad. Paradójicamente esa búsqueda, que por una parte sigue cauces de gran abstracción -absoluta falta de respeto a la secuencia cronológica de los acontecimientos, anticipando muchas veces los efectos a sus causas; deliberada indistinción de realidad e irrealidad; quiebra de los esquemas lógicos en la estructura racional de los argumentos…-, consigue sin embargo penetrar de una forma más certera en el significado de la misma realidad que disloca. El propio lenguaje, muy poético en su forma, cobra dimensiones surrealistas para acercarse al sentido más genuino de los conceptos que expresa y de los argumentos que relata.

 

Texto

PERRO, HIJO DE PERRA (1997)

Nací como un perro de una hembra atada con cadena de acero en medio del patio, atento a mamar de la nada, pues la sucia y desgreñada criatura apenas recibía cada día un seco mendrugo, un hueso sin esencia, una fruta podrida.
Mientras fui incapaz de marchar por mí mismo se me dejó en la libertad inútil de mis propias limitaciones, pero en cuanto mi fortaleza y edad hicieron pensar en que pudiera escaparme, también yo fui atado a la misma estaca con cadena parecida en el patio sin fin.
Aprendí que los días son diferentes de las noches por la soledad y el hambre, que se duplican en esos momentos, por los golpes que disminuyen, por la cansada desazón de mis huesos.
Aprendí que los humanos son poder y maldad y piedra y espanto. Y que nunca cesan, ni descansan, ni desparecen, ni se consumen, ni mueren.
Aprendí que el rugido de mi garganta es inútil, nada lo escucha, nada significa, nada responde.
Aprendí que la desgracia no une, separa, pues que la hembra y yo pronto nos disputamos como perros los escasos mendrugos y los podridos huesos.
Aprendí que el sol es enemigo, y el frío es enemigo y es enemiga la luz y enemiga la oscuridad y enemigas todas las criaturas. Supe que todo era enemigo, que enemigo y algo son palabras idénticas.
Aprendí que la paciencia nada consigue, la esperanza nada consigue, la ferocidad nada consigue, la suavidad nada consigue. Quise ser hombre y luego quise no ser hombre y luego quise ser hombre en un mundo de perros y luego quise no ser. Aprendí que con querer nada se consigue.
Fui soltado un día y obligado a correr y perseguir y esperar y obedecer y consentir. Y aprendí que no se puede aprender nada nuevo cuando ya se ha aprendido todo, pues en la cadena yo ya había aprendido todo eso. Aprendí, pues, que la libertad no existe, o no es distinta de la estaca del patio, todo lo más una variante del hambre y de la sed.
Aprendí que la edad limita, corta, recorta, pudre, mata.
Aprendí que la muerte no existe, o no es distinta de la estaca del patio, todo lo más una variante de la sombra y de la noche.
Por eso yo, perro hijo de perra, doce años atado a la estaca del patio, irisado de odios que ni siquiera puedo comprender, te pregunto a ti, estrella atada a la estaca del patio, encerrada en la noche, Aldebarán de roja pelambre, si quieres que cambiemos de destino la próxima vez que se nos llame a la existencia. Todo antes que ser hombre.

(De El Seguidor / El Secuaz, paráfrasis del poema «Aldebarán» de Miguel de Unamuno, Salamanca, Ministerio de Educación y Ciencia, 1998, p. 62).

 

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Enlaces

Página web del autor:
www.cobaleda.net