CHACÓN, Dulce

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CHACÓN, Dulce

Biografía

Dulce Chacón nació en Zafra, Badajoz, en 1954. A los once años pierde a su padre, el poeta y alcalde de Zafra Antonio Chacón, y un año después se traslada con su familia a Madrid, estableciendo allí su residencia definitiva. Sus padres le inculcan el gusto por la literatura, que se volvió su refugio después de la muerte de su padre, leyendo a autores como Rilke, Cela, César Vallejo o José Ángel Valente. Empieza a escribir muy joven pero hasta 1992 no publica su primer libro de poesía. Su producción literaria es variada, pero su valor se revela en todos los géneros, ya sea la poesía, la narrativa o el teatro. De hecho, a lo largo de su trayectoria literaria es distinguida con varios premios por sus obras de poesía y por sus novelas. Su incursión en el género biográfico se hace con la obra Matadora, que retrata la vida de la torera Cristina Sánchez. Nacida en una familia aristócrata y conservadora, Dulce Chacón se revela una escritora socialmente comprometida con los más débiles, integrando la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género. Su primera novela, Algún amor que no mate, que trata el tema de los malos tratos en la pareja, fue adaptada al teatro por la propia autora y dirigida por Eduardo Vasco en 2002. Dulce Chacón fallece en Brunete en 2003, a los cuarenta y nueve años, víctima de cáncer.

 

Obra

NARRATIVA

Algún amor que no mate (1996).
Blanca vuela mañana (1997).
Háblame, musa, de aquel varón (1998).
Cielos de barro (2000).
La voz dormida (2002).
«Te querré hasta la muerte» (2003). En Sobre raíles.
Trilogía de la huida (2007).

POESÍA

Querrán ponerle nombre (1992).
Las palabras de la piedra (1993).
Contra el desprestigio de la altura (1996).
Matar al ángel (1999).
Cuatro gotas (2003). Poesía reunida.
Poemas (2005).

TEATRO

Segunda mano (1998).

OTROS

Matadora (1998). Biografía.

 

Premios

1995: Premio Ciudad de Irún por Contra el desprestigio de la altura.
2000: Premio Azorín de Novela por Cielos de barro.
2003: Premio Libro del Año 2003 por La voz dormida.

 

Poética

– «En lo único que soy paciente es en la escritura: puedo estar corrigiendo una frase durante todo un día, o una página durante todo un mes.»
(En Camino Brasa, «La entrevista más personal a Dulce Chacón». Disponible en www.elmundo.es/elmundo/2003/12/04/cultura/1070528279.html).

– «Lo importante de la literatura es que trascienda lo particular, que se universalice lo particular.»
(En «Entrevista a Dulce Chacón». Disponible en www.mujeractual.com/entrevistas/chacon/).

– «Cuando estoy escribiendo una novela, me encanta andar indagando en ese mundo durante tanto tiempo. Cuando escribo un poema, si me dura más de dos meses estoy sufriendo del poema y no disfrutando de él, mientras que en una novela, si estoy un año y medio, estoy disfrutando de la estructura, del momento mágico de la creación, que es muchísimo más largo en una novela que en un poema. Sin embargo, cuando escribo un poema y lo leo y me gusta siento una gratificación enorme y quizá es lo más grande en el terreno del sentimiento.»
(En «Entrevista a Dulce Chacón». Disponible en www.mujeractual.com/entrevistas/chacon/index2.html).

– «La literatura femenina no existe, existe una literatura escrita por mujeres y una literatura escrita por hombres, escritas por homosexuales, escrita por morenos, por rubios, por pelirrojos… Pero solamente a la literatura escrita por mujeres se le pone un apelativo, «femenina». Eso me parece que es menospreciar a la mujer que escribe. La literatura no necesita de adjetivos, es universal.»
(En «Entrevista a Dulce Chacón». Disponible en www.mujeractual.com/entrevistas/chacon/index2.html).

 

Texto

LA VOZ DORMIDA (2002)

El que tiró de Celia para hacerla bajar de la roca fue el Chaqueta Negra. Huye, le dijo, corre, corre. Y ella corrió. Sin mirar atrás y sin esperar a su hermano. Corrió, con el disparo del naranjero de Mateo retumbando en sus oídos. Sin oír nada más. Un disparo, como un grito. Un alarido que la atravesó por dentro, que la atraviesa mientras corre junto a los demás en desbandada. Corre. Apenas unos pocos quedan atrás. Corre monte abajo con la pistola en la mano y la cantimplora vacía en bandolera. Su hermano organiza la fuga instando a los que huyen, gritando que no abandonen las armas, citándolos en el campamento de reserva, la base de retirada para situaciones de emergencia. Pero ella no mira hacia atrás. No oye a su hermano. No oye más que el naranjero de Mateo. Ese disparo, y sólo ese, es el que la hace correr. Corre. Huye de un grito que la desgarra mientras corre. Llora. Corre. Siente que se ahoga. Suda. Tose. Huye hacia El Llano. Tropieza. Cae. Se levanta. Corre. Corre aunque las piernas no aguanten su carrera. Hacia El Llano. Aunque le falte el aire. Hacia El Llano. Corre. Sin mirar a los que han tomado otro camino. Hace calor. Corre. Vuelve la mirada. Y está sola. Corre monte abajo sola. Hacia El Llano. Siguió corriendo. Y sintió que se ahogaba. Las piernas no le respondían. Un golpe de tos. Se metió un pañuelo en la boca. La carrera perdía su fuerza. Cayó al suelo. Se levantó. Corrió unos pasos. Volvió a caer. Unos pasos más. Hacia El Llano. Miró a su alrededor y descubrió unos matorrales. Buscó cobijo y sombra, por un rato. Sólo por un rato. Se agachó. Entre los matorrales. Hacía mucho calor. Tenía sed. Le dolía el pecho y las piernas le temblaban. Oteó la lejanía. Nada. Nadie. Se sentó en la tierra. Se sacó el pañuelo de la boca y volcó su cantimplora en la lengua. Una gota resbaló como un regalo. Una gota. La paladeó. Atisbó de nuevo la lejanía. Nadie. Aprestó el oído. Silencio. Silencio y soledad entre el follaje.

(De La voz dormida, Madrid, Alfaguara, 2002, pp. 307-308).

ARENA ENTRE MIS DEDOS QUE RESBALA (1996)

Sólo te tengo
el tiempo
en que te escapas.

Placer y dolor
coinciden.
Tenerte
levemente
perderte.

Tú me diste
la palabra mientras.

(De Contra el desprestigio de la altura, tomado de Dulce Chacón, Cuatro gotas, Castellón, Ellago Ediciones, 2003, p. 88).

 

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