Biografía
Jesús Carazo nació en Burgos en el año 1944. Estudió el bachillerato en el Liceo Castilla de su ciudad natal y en 1968 se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Entre 1968 y 1977 fue profesor en Tánger. Tras cinco años de estancia en España (Palma de Mallorca y Málaga) fue nombrado profesor en Burdeos, donde permanece desde 1982 hasta 1988. Durante muchos años fue Catedrático de Lengua y Literatura en el Instituto López de Mendoza de Burgos. Ha dado conferencias y realizado decenas de coloquios en institutos y universidades de Francia, España y Marruecos. Ha obtenido los premios Sésamo, Elena Fortún, Ciudad de Barbastro y Ciudad de Valladolid. Los límites del Paraíso fue la novela finalista del premio Nadal en 1988. Algunos de sus libros han sido traducidos a otros idiomas. También es autor de varias novelas juveniles que han cautivado a decenas de miles de lectores dentro y fuera de España. Asimismo, ha escrito y publicado varias obras de teatro, que han sido representadas en Tánger, Valladolid, Madrid y Burgos. Último verano en el paraíso obtuvo el premio Lope de Vega en el año 2004.
Obra
NARRATIVA
La ciudad donde habita Caribdis (1987).
Los límites del paraíso (1989).
Secretum (1993).
Los abismos de la noche (1996).
Después de Praga (1997).
La boda del tío César (2001).
Los conspiradores (2012).
La eternidad: naufragio (s), homo sapiens (2014).
Ciel ! une comédie ! comédie en trois tableaux (2016).
Un otoño en Burdeos (2018).
El viaje a Grindelwald (2018).
Aquel Burgos sombrío donde fuimos felices (2018).
Polifemo en Sicilia (2019).
La tentación (2022).
NARRATIVA JUVENIL
El soñador furtivo (1989).
Las sombras de la caverna (1992).
El verano francés (1996).
El círculo africano (1997).
El mal de Gutenberg (2002).
¡Pide otra pizza, por favor! (2003).
El túnel de papel (2004).
Yara cruza los Pirineos (2006).
La doble vida de las cosas (2009).
TEATRO
El ojo de cristal (2003).
América (2003).
La invitación (2003).
Los grillos bajo la tormenta (2003).
La increíble velocidad del planeta (2005).
Flores de papel (2005).
La reina que no quiso reinar (2006).
Extraña madrugada en nuestra casa (2006).
Paisaje de lluvia con fantasmas (2007).
La tarde del séptimo día (2007).
Último verano en el paraíso (2009).
Dos viejos lagartos (2009).
Y entre la hierba, el miedo (2011).
Luna de miel / Las guerras del soldado desconocido (2012).
Una vida (casi) discreta: memorias I, II y III (2015).
Pensión libertad: un alma a la deriva; una gloria local (2017).
OBRAS TRADUCIDAS
Traducción de Los abismos de la noche: Les abîmes de la nuit (Gardonne, 1998).
Traducción de La doble vida de las cosas: La doble vida de les coses (MacMillan, 2009).
Traducción de El ojo de cristal: On vous regarde (París. Hispanogalia, 2008).
Premios
1987: Premio Sésamo por La ciudad donde habita Caribdis.
1988: Finalista del Premio Nadal por Los límites del paraíso.
1989: Premio Elena Fortún por El soñador furtivo.
1993: Premio Ciudad de Barbastro por Secretum.
1995: Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid por Los abismos de la noche.
2002: Finalista del Premio Lope de Vega por El ojo de cristal.
2003: El soñador furtivo es elegida por una treintena de especialistas como una de las cien mejores novelas juveniles del siglo XX.
2004: Premio Lope de Vega por Último verano en el paraíso.
Poética
La mayoría de mis novelas son de corte realista, tradicional. Me interesa la vida de los que me rodean: la de mi familia, mis amigos, mis vecinos. Tal vez por eso algunos de mis libros tienen un fondo autobiográfico. Además, siempre procuro que el humor y la ironía estén presentes en todos ellos. Detesto los relatos en los que el autor no se distancia en algún momento de sus personajes para contemplarlos como lo que son -como lo que somos-: frágiles y patéticos bípedos perdidos en un planeta solitario.
También mi teatro sigue las huellas del realismo, pero no es raro encontrar en él algunas piezas que podrían ser clasificadas como «fantasías».
Texto
DESPUÉS DE PRAGA (1977)
Una hora más tarde, mientras el tren resoplaba y se estremecía junto a un río apacible y solitario, sintió de nuevo aquellas turbulencias libertarias de los últimos meses. Y es que el matrimonio se le había caído encima como si la columna de aire que sostenían sus hombros se hubiera ido solidificando poco a poco hasta convertirse en un enorme bloque de hielo, opresivo y asfixiante. Ahora se repetía a menudo que la mujer que él había elegido un día, con irreflexivo entusiasmo, había sido elegida para siempre. En la época de su matrimonio, ese «para siempre» no tenía el mismo significado: era sólo una nebulosa expresión que parecía querer decir «por ahora», «durante unos años», «en la primera etapa de la madurez»…; sin embargo, en los últimos meses había cobrado un sentido total, absoluto, y ya significaba «la vida entera», «hasta el último día», «hasta que la muerte nos separe». Así que nunca más tendría en sus brazos a otra mujer, nunca más podría zambullirse de nuevo en esa exaltación cálida y eléctrica que, como una tormenta tropical, le había alborotado cuerpo y alma en tres o cuatro ocasiones a lo largo de su vida (ocasiones que últimamente recordaba con un punzante y luminoso fulgor). Cabía, sí, la posibilidad de vivir alguna aventurilla secreta, pero él no era hombre de aventuras, él sólo sabía lanzarse ciegamente al insondable abismo de unos senos, de unos muslos, de una sonrisa llena de incitación y misterio. Así había ocurrido con Amanda y así había ocurrido con sus predecesoras. Ni siquiera se sentía capaz de sobrellevar esa doble existencia que consumía a algunos de sus amigos; capaz de soportar las citas fugaces, las desapariciones inexplicables, las llamadas telefónicas misteriosas, las riñas en ambos frentes, los desgarramientos, las sospechas, el desgaste físico y emocional… Además, él estaba convencido de que Amanda lo descubriría enseguida. «Oye, Germán, a ti te pasa algo», le diría una mañana, de pronto, apuntándole con aquellas pupilas negrísimas que siempre parecían examinarle el fondo de los ojos. Y aunque él lo negase, aunque se empeñara en seguir mintiendo, ella sabría buscar el momento propicio (ese turbio minuto de sinceridad desesperada y expiatoria que tantos crímenes ha provocado en la historia de la humanidad) para hacerle confesar su traición.
(De Después de Praga, Barcelona, Lumen, 1997, pp. 17-18).
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