BRINES, Francisco

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BRINES, Francisco

Biografía

Nació en Oliva (Valencia) en 1932 y falleció en Gandía (Valencia) en 2021. Su poesía ha sido adscrita a la generación del 50. Fue licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y en Filosofía y Letras por la de Madrid. Compaginó su trabajo poético con su actividad docente en la Universidad. Ha sido lector de Literatura Española en Cambridge y profesor de español en Oxford (Reino Unido). En 1990 presentó, con otros miembros de su generación, el libro Encuentros con los 50, fruto de los debates mantenidos en el ciclo Una semana en la poesía actual (1987), organizado por la Universidad de Oviedo (Asturias). El 19 de abril de 2001 fue elegido miembro de la Real Academia Española, para la que fue propuesto por Ángel González, Francisco Nieva y Antonio Colinas. Toma posesión del sillón X, vacante tras la muerte de Buero Vallejo, en mayo de 2006. En 2020 recibió el Premio Cervantes.

 

Obra

POESÍA

Las brasas (1959).
Muerte de Sócrates (1965).
El santo inocente (1966).
Palabras a la oscuridad (1966).
Aún no (1971).
Insistencias en Luzbel (1977).
Musa joven (1982).
Poesía 1960-1981 (1983).
Selección propia (1984). Antología poética.
Poemas excluidos (1985).
Poemas a D.K. (1986).
Antología poética (1986).
El otoño de las rosas (1986).
Catorce poemas (1987).
Francisco Brines (1988).
El rumor del tiempo (1989). Antología temática.
Antología poética: espejo ciego (1993).
La última costa (1995).
Breve antología personal (1997).
Selección de poemas (1997).
Ensayo de una despedida (1960-1997) (1997). Poesía completa.
Antología poética (1998).
Amada vida mía (2004).
Todos los rostros del pasado : antología poética (2007).
La iluminada rosa negra (2003).
Para quemar la noche (2010).
Yo descanso en la luz (2010).
Aún no, (2012).
Jardín nublado. Antología poética (2016).
Poesía y collage: Dos ensayos (2019).
Como si nada hubiera sucedido (2021).
Donde muere la muerte (2021).

ENSAYO

Escritos sobre poesía española (1995).

OTROS

Luis Cernuda, Ocnos. Edición literaria de Francisco Brines (2002).
Unidad y cercanía personal en la poesía de Luis Cernuda : discurso de ingreso en la Real Academia Española (2006).
Colabora en el catálogo A divinis (2006) de Joan Millet Bonet.
Elca. Libro de artista (2010).

 

Premios

1959: Premio Adonáis con Las brasas.
1966: Premio Nacional de la Crítica con Palabras a la oscuridad.
1967: Premio de las Letras Valencianas al conjunto de su obra.
1987: Premio Nacional de poesía con El otoño de las rosas.
1997: Premio Fastenrath de la Real Academia Española por La última costa.
1999: Premio Nacional de las Letras Españolas al conjunto de su obra.
2001: Elegido Miembro de la Real Academia Española (sillón X).
2004: Premio a la Creatividad ‘Ricardo Marín’.
2007: IV Premio de Poesía Federico García Lorca.
2010: Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
2019: Alta Distinción de la Generalitat Valenciana.
2020: Premio Cervantes.

Poética

Siempre estoy escribiendo el mismo libro, un libro de despedidas. Yo soy monotemático, soy el poeta del tiempo.
La vida es un estruendo hermoso. Un gozo. Un don. Vivir siempre es hermoso, a pesar de las catástrofes.
Del poeta de Las brasas queda poco. Mi poesía ahora es más serena, comprende mejor el mundo, quizá a causa de la edad.
El arte da intensidad al poeta y al lector, y esa intensidad convierte al lector en poeta.
Un poema puede tener tantas lecturas como lectores se acerquen a él, de tal forma que cada lector construye su poema a partir de su sensibilidad con una lectura diferente.
La poesía me ha aportado una visión de la vida más íntima y depurada; y mucha percepción de intensidad vital.
La esencia de un buen poema es una profunda emoción estética que debe transmitirse para convertirse en emoción vital.
En la vida, lo bueno y lo malo están hechos de la misma materia y son la misma ceniza, aunque la belleza, la emoción y la intensidad se hayan vivido de forma diferente en unos momentos y en otros.
Mi poesía es melancólica, reflexiva y vitalista. Está llena de hermosos escombros que son vida.
Para que exista una poesía adolescente de calidad el poeta tiene que cantarse a sí mismo las emociones propias de su edad: amor, melancolía e ingenuidad, y, además, poseer medios expresivos idóneos y personales.
La originalidad a veces es dañina. Con la obsesiva búsqueda de originalidad del arte, muchas veces lo original consiste en meras ocurrencias tristes.
La Generación del 50 dejó de cantar al obrero que no leía sus poemas y dirigieron su mensaje crítico e irónico contra su propia clase social, la burguesía, lo que les permitió, además, subir el nivel de su escritura. Es más importante ser personal que original. Aquel poeta que tenga por personalidad ser original, que lo sea. Si no es así, basta con que sea personal, no tiene por qué ser original. Me importa en poesía la voz personal, no la voz original; a no ser que lo personal se identifique, en alguien, con lo original. No es mi caso.
El mundo del poeta se va descubriendo a medida que la obra se realiza. Si hay temas que golpean una y otra vez, no aparecen por voluntad sino por fatalidad.
En mi poesía es más vasta y rica la temática temporal que la estrictamente amorosa. El tiempo es mi cuerpo y mi enigma, y también el fracaso definitivo; el amor es mi inserción en el tiempo con la intensidad máxima, el deseo de mi mejor realización posible, y es también un fracaso que, aunque no tan absoluto como el de la mortalidad, puede ser más doloroso.
Mi poesía es un resultado de mi persona, y mi vida es todo lo que me sucede. Estos sucesos, en densa continuidad, originan mis experiencias vitales, conscientes unas veces, inconscientes otras. La poesía parte de esa realidad existente para hallar una nueva realidad, la cual no le es conocida, pero que existe en potencia, y que por eso podrá llegar a ser. El resultado final es una nueva y singular experiencia, que podemos denominar experiencia poética.
Me importa la poesía en cuanto que me importa la vida. De ahí que preste tanta relevancia a mi individualidad, ya que desde ella la vida es experimentada. Soy, por todo ello, un poeta de la intimidad; se trata de iluminar lo oscuro, pues me interesa mi yo secreto de hombre, pero no porque sea nada excepcional sino porque es el mío, y es el que mejor se me puede revelar. La poesía que más me interesa es la que me habla de la vida, la que me habla de este entrañable y extraño mundo. Las meras construcciones formales, o las experimentaciones lingüísticas, aun aceptando su mérito y sus posibles resultados inequívocos de belleza e inteligencia, me suelen dejar más complacido que conmovido. Si esto exclusivamente fuese la poesía, estoy seguro de que sería un lector intermitente y distante; y, desde luego, no intentaría ser poeta.
Mi poesía es mediterránea, porque yo soy muy dependiente de la naturaleza. Mi entorno es el de la luz, el cielo, el mar, el aire y los árboles cultivados. Amo todo eso.
Mi poesía está asociada a la vida para gozar, pero desde la elegía. Esa belleza se perderá tarde o temprano. La vida vale la pena porque es muy bella. Es un don.
La poesía no tiene público, tiene lectores.
He sido un hombre de biografía interior, no exterior.

 

 

Texto

CONVERSACIÓN CON UN AMIGO

Se me ha quemado el pecho, como un horno
Por el dolor de tus palabras
Y también de las mías.
Hablamos del mundo, y desde el cielo
Descendía su paz a nuestros ojos.
Hay momentos del hombre en que le duele
Amar, pensar, mirar, sentirse vivo,
Y se sabe en la tierra por azar
Solo, inútilmente en ella.
Como si se tratase de algo ajeno
Hablamos de nosotros
Y nos vimos inciertos, unas sombras.

Con poca fe, con las creencias rotas
Con un madero en la marea,
Con toda la esperanza naufragando
Porque no es la que llega a nuestra barca,
Sólo la caridad nos redimía
Del mal nuestro de ser.
Mirábamos la calle, rodeados
De luz, de tiempo, de palabras, de hombres.

(De Palabras a la oscuridad, 1966).

 

 

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