BONNÍN, Gema

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BONNÍN, Gema

Biografía

Gema Bonnín (Valencia, 1994) es una autora de literatura juvenil especializada en ciencia ficción y fantasía. Estudió Filología Inglesa en la Universidad Complutense de Madrid y posee formación complementaria en historia y literatura por las universidades de Exeter y Oxford. Ha vivido en Qatar y viajado a varios países asiáticos: China, Sri Lanka, Singapur, Japón…

En el año 2012, con tan solo diecisiete años, publicó su primera novela en el sello Destino: La dama y el dragón. Posteriormente, publicó las bilogías Legado de reyes (2016-2017) y Arena roja (2016-2017), así como las novelas Lo que el bosque esconde (2018), El jardín de hierro (2019), Reflejos de Shalott (2019) y Estrellas errantes (2021).

Bonnín destaca también por sus traducciones, muchas de las cuales están relacionadas con el universo de Star Wars.

Obra

NARRATIVA

La dama y el dragón (2012).
Lo que el bosque esconde (2018).
El jardín de hierro (2019).
Reflejos de Shalott (2019).
Estrellas errantes (2021).

-Bilogía Legado de reyes:

Heredera (2016).
Líder
(2017).

-Bilogía Arena roja:

Arena roja (2016).
Arena negra (2017).

 

TRADUCCIONES

Star Wars. Forces of Destiny. Aventureras galácticas. Volumen 1, de Emma Carlson Berne (2017).
Star Wars. Forces of Destiny. Aventureras galácticas. Volumen 2, de Emma Carlson Berne (2017).
Ahsoka, de E.K. Johnston (2018).
Rebel Rising, de Beth Revis (2019).
Thanos. El titán obsesionado (2019).
Star Wars: mujeres de la galaxia, de Amy Ratcliffe y Kathleen Kennedy (2019).
Star Wars: maestro y aprendiz, de Claudia Gray (2020).
Star Wars: The High Republic: Una prueba de valor, de Justina Ireland (2021).
Star Wars: The High Republic: Tormenta Creciente, de Cavan Scott (2022).
Star Wars Doctora Aphra, de Sarah Kuhn (2022).

Premios

Poética

«No me cabe la menor duda de que desde que publiqué La dama y el dragón hasta hoy he tenido una evolución enorme como autora, dudo que vuelva a vivir unos años en los que aprenda tanto en tan poco tiempo, y eso que todavía me queda mucho camino por recorrer en cuanto a aprendizaje, pero al publicar tan joven había muchos aspectos de la escritura que no me había dado tiempo a explorar y que, por supuesto, exploré más tarde y con los que aprendí muchísimo. Por poner un ejemplo, el dominio de aspectos formales como el tono o la estructura son cosas que manejaba de forma intuitiva cuando publiqué por primera vez, en cambio ahora soy cada vez más y más consciente de lo que supone usar este o aquel recurso narrativo, y dedico mucho tiempo a pensar cómo hacer las cosas. De hecho yo era escritora de brújula cuando empecé, mientras que ahora soy de mapa, es decir, me gusta planificar las novelas antes de ponerme a redactarlas. Sobre sí volvería a publicar tan joven te diré que sí, rotundamente sí. Es verdad que mi lado perfeccionista y exigente se echa las manos a la cabeza cada vez que pienso en lo mucho que me quedaba por aprender cuando publiqué y la poca experiencia que tenía, pero hay otras cosas que hacen que todo eso pierda fuerza. Yo creía en mi historia cuando me dieron la oportunidad de compartirla con el mundo, y por eso lo hice. Tenía fe en que era algo que merecía la pena contar. De hecho con La dama y el dragón me pasa algo que con mis otras novelas no es tan habitual, y es que vienen muchos lectores a decirme que es el libro que les hizo amar la lectura, y eso es lo mejor que pueden decirle a un autor. Hace poco, en una firma, vino una chica de catorce años con un ejemplar de La dama y el dragón que se caía a trozos. Su madre me dijo que no es que no lo cuidara, sino que, a lo largo de seis años, lo había releído tantas veces que se había quedado así. En otra ocasión vino un padre expresamente a darme las gracias porque su hija había pasado de odiar la lectura a adorarla gracias a La dama y el dragón. Solo necesito pensar en ese tipo de cosas para afirmar sin duda alguna que sí, que volvería a hacer las cosas tal cual las hice, aunque eso suponga publicar con la inexperiencia que tenía entonces».

Texto

Le hablaron las sombras.

La envolvieron en su abrazo y la muchacha ni siquiera pudo discernir las esquinas de la estancia cuando oyó la voz.

«De la visión exterior quedáis privada y Camelot se os es arrebatada —le dijo un susurro en el que se percibía el eco de un millar de voces inidentificables—. Si vuestros ojos se encuentran con los colores vivos de la realidad del reino, si tenéis la osadía de mirar de frente, os marchitaréis como una flor bajo un sol ardiente. Recluíos allí donde podáis proteger vuestras pupilas del paisaje vivaz que más allá se extienda si no queréis que el latido de vuestro corazón se detenga».

La joven Elaine, que hacía apenas un verano que había dejado atrás la infancia, se volvió en busca del dueño de aquella voz extraña. Mas nada halló. Estaba sola. Ni siquiera se atrevió a mirar por las ventanas cuando corrió por los pasillos del palacio de los Astolat, posesión de su familia desde hacía siglos, en busca de su padre, el duque.

 

(De Reflejos de Shalott, 2019).

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