BELLO, Xuan

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BELLO, Xuan

Biografía

Nació en Paniceiros, Tineo (Asturias), en 1965. Residió buena parte de su infancia en Tudela Veguín y ya en la adolescencia se trasladó a vivir a Oviedo. Publica en 1982 su primer libro de poemas, Nel cuartu mariellu, escrito con tan sólo 16 años. Desde entonces, elabora una obra literaria diversa en los campos de la poesía, el ensayo, la narrativa y el periodismo. Ha sido cofundador de algunas revistas asturianas como Adréi, Zimbru y colaborador de Lletres asturianes o Clarín. Pertenece a la denominada «segunda generación del Surdimientu», fue activo integrante de la tertulia Óliver y redactor del semanario Les noticies, donde publicaba regularmente artículos.
Xuan Bello es uno de los escritores más relevantes en lengua asturiana y el que más proyección ha logrado en el ámbito nacional, cosechando un éxito notable de público y crítica con libros como Historia universal de Paniceiros o Los cuarteles de la memoria, traducidos por él mismo al castellano y reunidos en Paniceiros (2004).

 

Obra

POESÍA

Nel cuartu mariellu (1982).
Llibru de les cenices (1988).
Los nomes de la tierra (1990).
El llibru vieyu (1994).
Los caminos secretos (1997).
La vida perdida (1999). Antología bilingüe.
Ambos mundos (2010).
El llibru nuevu (2017).
Les isles inciertes (2020).

NARRATIVA

La memoria del mundu (1997).
Historia universal de Paniceiros (2002). Miscelánea.
Los cuarteles de la memoria (2003). Miscelánea.
Paniceiros (2004). Recoge Historia universal de Paniceiros y Los cuarteles de la memoria.
Hestoria universal de Paniceiros (2004).
La cueva del olvidu (2006).
Al Dios del lugar (2007).
La hestoria tapecida (2008). Hestories varies.
La confesión xeneral (2009).
Unas poucas cousas guapas (2010) [traducido al castellano en 2015).
La historia escondida (2019).
Crisis (2020).

OTROS

Pantasmes, mundos, laberintos (1996). Historia apócrifa de la literatura asturiana.
Ríu arriba (1998). Artículos.
Cómo facer L’Habana ensin salir d’Asturies (1998). Artículos.
Constantino Cabal, L’alborá de les malvises (1999). Edición crítica.
La bola infinita (2000). Artículos.
Meditaciones nel desiertu (2003). Mezcla de diario (Meditaciones nel desiertu) y ficción (El buscador solitariu).
Mark John Ostrowski, Tratantes : una especie en extinción (2006). Libro de fotografía en el que colabora.
La nieve y otros complementos circunstanciales (2006). Diversos textos: cuentos, aforismos, crónica deviajes…

TRADUCCIÓN

José Luis Olaizola, Bibiana y el so mundu (1989).
Álvaro de Campos (Fernando Pessoa), Estancu y otros poemes (1989).
Robert Louis Stevenson, El casu raru del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1995).
Arthur Conan Doyle, Tres aventures de Sherlock Homes (1995).
Álvaro Cunqueiro, Escuela de melecineros (1996).
Jaume Cela, Silenciu nel corazón (1999).
Sieglu XX, cambalache (2000). Antología de poesía universal.
Castelao, Coses (2001).
Jordi Sierra i Fabra, Nun llugar que llamen guerra (2002).
Colección d’identidaes (2010).

AUTOBIOGRAFÍA

Incierta historia de la verdad (2019).

 

Premios

1994: Premio Teodoro Cuesta de Poesía por El llibru vieyu.
1996: Premio Xuan María Acebal de Poesía por Los caminos secretos.
2003: Premio Ramón Gómez de la Serna de Narrativa por Historia universal de Paniceiros.
2017: Premio Teodoro Cuesta de Poesía
2017: Premio Nacional de Literatura Asturiana.
2018: Premiu Teodoro Cuesta del Conceyu de Mieres por Les isles inciertes.

Poética

ALFA (2004)

[…] ¿Tiene sentido decir a los otros lo que nos pasa? ¿Y tiene sentido decirlo en una lengua que ya muy pocos hablan, que casi todos desprecian? A veces tengo la sensación -por no decir la convicción- de que tan sólo podemos mirar el mundo a través de un agujero y lo que en realidad podemos atisbar es un simulacro del mundo. Queda el consuelo de la labor hecha, que bien parece, y una única certeza: uno anota escrupulosamente lo que ve y ha visto, relaciona los objetos reales con las sensaciones que le provocan, lee en el libro siempre caprichoso de la memoria y acaba por darse cuenta de que nada fue realmente así. A pesar de todo a veces uno es consciente de que consigue rozar, por lo menos para sí mismo, no sé qué cuerdas ocultas y suena alguna nota de perdida armonía, algún eco del dolor y la alegría reales, y descubre en las palabras un espejo de tinta donde relumbra un instante ese rayo momentáneo que es la vida. A pesar de eso, la mayor parte de las veces sólo se consigue una expresión imperfecta, una pálida imagen de lo que fue o, más allá de las palabras, sigue siendo.

(De Paniceiros, Barcelona, Mondadori, col. Areté, 2004, p. 16).

EL CUENTO DEL LOBO (2002)

[…] Vi cómo moría un mundo y quiero dar noticia de él: ¿qué les importa a ustedes si la casa tenía las paredes encaladas o de piedra viva, si en aquel alto había un roble o un depósito de agua, si ese pastor lee a Julio Verne o pierde el tiempo en fabricar flautas? Son detalles, que tan sólo tienen importancia en el momento en que se dicen. Yo invento, quiero decir, aspiro a inventar la verdad, y para ello no conozco mejor método que contar mentiras. Ya lo hacía de niño: mi imaginación se soltaba y era capaz de convencerme a mí mismo de que había pasado lo que de ninguna manera había pasado. A partir de ese momento, era muy fácil convencer a los mayores de que realmente había sucedido lo que no había sucedido, contándoles a todos mi excitación. Una vez vi un perro rondando por la Campa’l Picu, un perro viejo, cansado y enfermo, que ya sólo tenía fuerzas para morir. Volví a casa a la carrera, gritando que había visto un lobo. El invierno anterior, que había nevado mucho, se vieron huellas de lobos junto a casa, así que los mayores me creyeron y salieron con pistolas y escopetas a espantarlo. Cuando llegamos a esa planicie verde sólo encontramos el cuerpo sangriento, medio comido, del perro que yo había visto. Comprendan mi agitación, mi sorpresa: yo había creado aquellos lobos, aquellos dientes que habían rasgado a aquel pobre perro. La verdad también se inventa: la vida, se mire como se mire, es siempre una mentira más o menos bien contada.

(De Paniceiros, op. cit., p. 19).

 

Texto

 

PANICEIROS (1994)

Conozco un país donde el mundo se llama
Zarréu Grandiella Picu la Mouta Paniceiros

Un mundo que perdió sus caminos
Jerusalén levantada en la palma de la mano de un niño

Un mundo que era alto luminoso esbelto
Naciente y fuente y vocación de río

Donde los hombres callan y el silencio es renuncia
Donde olvidamos el ser Donde claudicamos

Un país donde la casa cae Cae el hórreo el puente
el molino la iglesia el hombre también cae

Donde la mirada era pura sencilla
la huella que había dejado la nube en el cielo

Donde tan sólo nos queda la memoria
corrompida de la infancia Nuestra soledad

Este abandono nuestro

(De El llibru vieyu, 1994. Traducción del autor recogida en Paniceiros, Barcelona, Mondadori, 2004, p. 39).

 

ESOS CIELOS DE CONNEMARA (2002)

Nunca cayó en mis manos un libro de Pádraig Ó Conaire, y de este irlandés que nación en Galway en 1883 lo único que sé son los escasos datos que leo en el The penguin Companion to Literature, un diccionario de autores que no tiene fin y que siempre se lee con provecho. Ó Conaire, que fue especialmente afortunado como escritor de apuntes y narraciones cortas, publicó algunas recopilaciones de libros de títulos enigmáticos para el que no sabe gaélico irlandés, como es mi caso, lo que aumenta las ganas ?la imposibilidad es el aguijón del desafío? de leer esas páginas que se llaman Seacht mBuaidh an Éirghe Amach, dadas a la estampa en 1918, o esas otras que dicen Síol Éabha, y que no están traducidas, que yo sepa, a ninguna lengua por mí comprensible. Por eso nada os puedo decir de ellas no siendo lo que leo en el diccionario: ?A pádraig Ó Conaire le gustaba vagabundear por el campo y escribió una serie de ensayos de los goces y las sorpresas de la vida al aire libre ?los ademanes de un burro negro, los rumores del aire entre los árboles, el olor de la madera quemada? que recuerdan en general los Travels with a donkey de Stevenson. De otro lado, le resultaba perfectamente familiar describir la vida ciudadana: poseía un sentido urbano poco común entre los escritores irlandeses contemporáneos. En 1910 apareció Deoraidheacht, novela acerca de los emigrantes irlandeses en Londres?. Sí, podemos hacernos una idea de lo que escribió Ó Conaire: bajo la descripción de esas obras advertimos un dolor común y sabemos que este frío septembrino de finales del verano que ahora sentimos no le fue en absoluto ajeno; pero lo que nos deja literalmente sin habla, pidiendo a Dios o al diablo que nos haga tropezar con alguna de sus obras, es el final de la reseña: ?Ó Conaire fue uno de los más destacados precursores de la literatura irlandesa en el presente siglo. En sus mejores páginas demuestra una considerable intuición psicológica. Su obra tiene los suaves y sutiles matices del cielo de Connemara?. ¡Ay, el cielo de Connemara! No me digan que no hay una alianza en este apunte crítico entre la civilización y la más exquisita sensibilidad. Los suaves matices del cielo de Connemara, ¿cómo serán? Digo yo que no muy diferentes a los que se ven en la zona del cabo Peñas, con esa vocación que tiene allí el país de ser isla de escarpadas costas, con ese fulgor que al atardecer se ve algunos días, que es como si los ojos descubrieran por primera vez aquella Última Thule o una nueva tierra encontrada. Opero no seamos nacionalistas y entendamos que los cielos de Connemara son efectivamente más impactantes y más hermosos que ningún otro cielo y que toda la costa atlántica, desde la sudafricana Ciudad del Cabo a la extremada Noruega, no hay paisaje que los iguale. Así y todo, quedamos con la duda, y ya empezamos a imaginar esos cielos, esas costas, y descubrimos en nuestro interior una aldea. El viento helado del oeste sopla con fuerza doblegando brezos y tojos, aunque sin ser capaz de dominar a un muchacho que sube la cuesta con una carga de algas al hombro camino de casa. Ese muchacho se llama Máirtín Ó Caiside y, esaa misma mañana recibió una carta de su tío Sean desde Brooklyn, ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Allí, cuenta su tío, hay trabajo abundante, a dos dólares la hora, suficiente para que comience a vivir un muchacho fuerte como él. Y Máirtín, que ya subió la cuesta y se pone a abonar con las algas la huerta que hay arriba de su casa, piensa en el puente que venía retratado en la postal y en ese sitio, de nombre incitante, que se llama Brooklyn. Hace cuánto que quiere marchar. El cielo, esparciendo nubes, se pone de un blanco espectral y hacia poniente el sol rojizo ilumina la oscuridad naciente. Máirtín piensa en su madre, ya anciana, y en Martha, la hija del cartero, con la que se habla desde el último San Andrés. ¿Cómo decirles que se marcha, que él también va a coger el barco que le lleve a Brooklyn?, ciudad de Nueva York, Estados Unidos?
En estos, ya me estoy preguntando yo cómo solucionaría Pádraig Ó Conaire la narración. Efectivamente, estaría el empeño de la madre para que no marchase. Máirtín era hijo único y si cogía el camino del mar acabaría para siempre la Casa Caiside. Estarían también los ojos azules de Martha, la hija del cartero, que puede que lloraran o quién sabe: tal vez le animaran a marchar con la promesa de que al año siguiente, después de juntar unos cuartos, ella también marcharía a América. Pero tengo para mí que Pádraig, sobre todo, nos describiría simplemente un ambiente, un estado de ánimo: Máirtín mira esos cielos de Connemara y ve en las nubes de forma cambiante una delicada trama de su destino; allí, en las formas caprichosas de las nubes, están los dragones que temieron sus antepasados; el dragón del hambre, con uñas afiladas, el dragón de la aventura, de ojos encendidos, el dragón del olvido, cubriendo ya para siempre la tierra de Connemara.

(De Paniceiros, Barcelona, Mondadori, 2004, pp. 60-65).

 

 

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