BAUTISTA, Amalia

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BAUTISTA, Amalia

Biografía

Amalia Bautista nació en Madrid en 1962. Se licenció en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Ha dedicado el grueso de sus esfuerzos a la escritura de poesía, la cual se ha visto antologada en varias publicaciones (Una generación para Litoral, Ellas tienen la palabra, Cambio de Siglo. Antología de poesía española 1990-2007, etc.) y ha sido traducida al italiano, ruso, árabe y portugués. En la actualidad, trabaja como redactora en el gabinete de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

 

Obra

POESÍA
Cárcel de amor (1988).
La mujer de Lot y otros poemas (1995).
Cuéntamelo otra vez (1999).
La casa de la niebla. Antología (1985-2001) (2002).
Hilos de seda (2003).
Estoy ausente (2004).
Pecados (en colaboración con Alberto Porlan) (2005).
Tres deseos. Poesía reunida (2006).
Luz del mediodía. Antología poética (2007).
Roto Madrid (con fotografías de José del Río Mons) (2008).
Estoy ausente (2013).
Falsa pimienta (2013).
Coração desabitado (2018).
La sal en nuestros labios (2018).
Floricela (2019).

Premios

2000: Premio de la Crítica por Cuéntamelo otra vez.

Poética

 

Muy de tarde en tarde, cuando consigo un poco de dinero con la literatura (alguna lectura o algún artículo), y si no hay ninguna necesidad doméstica perentoria, suelo gastármelo en pendientes o en zapatos. No lo puedo remediar, ambas cosas me entusiasman. Algún avispado analista podría encontrar una buena explicación freudiana a esta manía intrascendente y argumentar, con un convencimiento absoluto, que esa debilidad esconde la importancia que mi subconsciente otorga a los primeros y los últimos versos, ya que no nos ponemos nada más abajo de los zapatos y, desde que no usamos sombrero, nada más arriba de los pendientes. Y yo, sin estar de acuerdo con tan forzada y peregrina tesis, no encontraría ninguna razón para rebatirla, entre otras cosas porque no acostumbro a teorizar sobre poesía, y menos sobre la propia.
Me ha ocurrido varias veces. Leo en una antología una poética, o una declaración de intenciones, de un autor. Paso después a leer sus poemas. Nada que ver lo uno con lo otro. En vivo casi es peor, porque la vergüenza ajena que siento en esas situaciones es tremenda. Asisto a una lectura y escucho con atención e interés, casi con expectación, las palabras previas del poeta, las que le sirven de prólogo. Algunos hacen una introducción general y luego, de una tirada, toda la lectura; otros hacen un breve comentario delante de cada poema. Da igual. En algún momento todos pronuncian frases del tipo «en este poema he pretendido…», o «quiero expresar en estos versos…», o «mi intención es describir…» o «aquí explico lo que sentí cuando…». Inmediatamente después, al escuchar los poemas, nos damos de bruces contra la cruda realidad: ninguna de las intenciones, ninguno de los propósitos se cumple, el objetivo no se ha conseguido, la voluntad ha fracasado frente a la capacidad. Y en esos momentos una piensa que los poemas que ha escuchado o ha leído le habrían parecido menos malos si no hubieran estado precedidos por esas opiniones pretenciosas sobre la propia obra.
Así que, con estos antecedentes como lectora o espectadora, me da un miedo terrible caer en las garras de la vanidad o de la estulticia (compañeras, por otra parte, bastante frecuentes), por lo que me limitaré a repetir unas cuantas obviedades: que en poesía, como en cualquier otra actividad, no todo vale; que hay que aspirar a decir cosas, y no sólo palabras; que la originalidad no se alcanza por el simple hecho de pretenderla y que, una vez conseguida, no garantiza la calidad; y que prefiero la poesía inteligible porque aún no he conseguido emocionarme con lo abstruso ni con lo vacío.

Hay poetas que mantienen la costumbre de escribir a diario. Yo no. Esa práctica sólo sería admirable si fuera acompañada de otra disciplina más admirable aún: la de la criba. La experiencia demuestra que este segundo ejercicio es poco común entre los autores. Mi obra poética no es muy extensa por tres razones fundamentales: en primer lugar, una pereza bastante acusada; en segundo, un nivel de autoexigencia de los que no se estilan; y en tercero, mis hijas, que me absorben el tiempo y la disponibilidad hasta tal punto que seguro que me han ahorrado unos cuantos malos poemas.
Detesto los poemas torrenciales, aquellos en los que el autor parece no saber cómo terminar, los que no son más que una sucesión caótica de sensaciones pretendidamente poéticas -ya sea por lo raras que son en sí o por lo mal que se nos cuentan-, que no tienen una estructura clara y que, para colmo, suelen ser pretenciosos y barajables. Entiendo por poema barajable aquel en el que el orden de los versos, casi nunca medidos ni rítmicos, puede alterarse a capricho, de modo que el segundo verso puede ir en octavo lugar, el quinto en el vigésimo, el tercero en el decimocuarto, y así hasta que nos aburramos, sin que se altere el sentido del poema, porque el poema no tiene, ni antes ni después de los cambios, sentido alguno.

 

 

 

Texto

 

NECROFILIA

Estás muerto. Lo sé. Pero te amo.
Mis amigos intentan distraerme
con juegos, fiestas, copas y viajes.
Mis padres me insinúan con dulzura
que por qué no visito a algún psiquiatra
de renombre. Mi amor, qué absurdo es todo.
Tan sólo estoy segura de una cosa:
no volveré jamás al cementerio
mientras que mi teléfono no suene
y tu voz no me pida una entrevista.

(De Cárcel de amor)

EL DOLOR

El dolor no humaniza, no ennoblece,
no nos hace mejores ni nos salva,
nada lo justifica ni lo anula.
El dolor no perdona ni inmuniza,
no fortalece o dulcifica el alma,
no crea nada y nada lo destruye.
El dolor siempre existe y siempre vuelve,
ninguno de sus actos es el último
y todos pueden ser definitivos.
El dolor más horrible siempre puede
ser más intenso aún y ser eterno.
Siempre va acompañado por el miedo
y los dos se alimentan uno a otro.

(De Estoy ausente)

GULA

El sabor de los higos, su textura
limando y lubricando la lengua, el paladar,
los labios, las encías.
El líquido estallido de las uvas
entre los dientes, inundando todo.
El chocolate derretido.
El café, el vino rojo, el pan caliente.
Mi almíbar en tus labios.
Tu sal sobre los míos.

(De Pecados)

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Enlaces

 

http://www.ciudaddemujeres.com/poemario/B/bautistaAmalia.htm
http://www.literaturas.com/1Poesiaoctubre2002Abautista.htm

Textos:
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=986&show=poemas&p=Amalia???
http://www.revistafabula.com/16/documents/16amaliaBautista.pdf
http://compostela.blogspot.com/search/label/Amalia%20Bautista
http://mipagina.univision.com/escuchotucorazon/blog/cat/__amalia_bautista

Reseñas:
http://www.poesiadigital.es/index.php?cmd=critica&id=40 (sobre Tres deseos. Poesía reunida)

Artículos:
http://www.espacioluke.com/2003/Diciembre2003/ana.html: Ana Santos, «El estigma de Aracne», en Luke, núm. 45, diciembre 2003.