AYALA, Francisco

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AYALA, Francisco

Biografía

Francisco Ayala García-Duarte nació en Granada el 16 de marzo de 1906. A los dieciséis años se trasladó a Madrid. Allí estudió Derecho y Filosofía y Letras. En esta época escribe y publica sus dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer. Colabora habitualmente en Revista de Occidente y Gaceta literaria. Reside en Berlín entre 1929 y 1931, coincidiendo con el surgimiento del nazismo. Se doctora en Derecho en la Universidad de Madrid, en donde da clases. Es letrado de las Cortes desde la proclamación de la República, y el estallido de la Guerra Civil en 1936 lo encuentra en una gira de conferencias por Sudamérica. En los tres años que dura el conflicto ejerce como funcionario del Ministerio de Estado. Con el triunfo de los fascistas debe exiliarse a Argentina e instalarse en Buenos Aires. La década que pasa en la ciudad es de una especial fecundidad intelectual: colabora en la revista Sur, en el diario La Nación y participa en la fundación de la revista Realidad. Se traslada a Puerto Rico y desde esta isla a Estados Unidos, donde imparte clases de Literatura española en las universidades de Princeton, Rudgers New York y Chicago. En 1960 regresa por primera vez a España. Desde entonces, vuelve todos los veranos y compra una casa. Se reintegra a la vida literaria. En 1976 se instala definitivamente en Madrid. Continúa su labor de escritor, conferenciante y colaborador de prensa. En 1983 pronuncia su discurso de ingreso en la RAE. Su actividad intelectual no cesó hasta su muerte, acaecida en Madrid, el 3 de noviembre de 2009.

 

Obra

NARRATIVA

Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925).
Historia de un amanecer (1926).
El boxeador y un ángel (1929).
Cazador en el alba (1930).
El hechizado (1944).
Los usurpadores (1949).
La cabeza del cordero (1949).
Historia de macacos (1955).
Muertes de perro (1958).
El fondo del vaso (1962).
El as de Bastos (1963).
Mis mejores páginas (1965).
El rapto (1965).
Cuentos (1966).
Obras narrativas completas. Glorioso triunfo del príncipe Arjuna (1969).
Lloraste en el Generalife.
El jardín de las delicias (1971).
El hechizado y otros cuentos (1972).
De triunfos y penas (1982).
El jardín de las malicias (1988).
Relatos granadinos (1990).
Recuerdos y olvidos 1 (1982).
Recuerdos y olvidos 2 (1983).
El regreso (1992).
De mis pasos en la tierra (1996).
Dulces recuerdos (1998).
Un caballero granadino y otros relatos (1999).
Cuentos imaginarios (1999).
Las vueltas del mundo (2006).
Recuerdos y olvidos 3 (1988).
El tiempo y yo, o El mundo a la espalda (1992).
«La niña de oro» y otros relatos (2001).
El jardín de las delicias [edición definitiva] (2006).
Recuerdos y olvidos (1906–2006) [edición definitiva] (2006).

 

ENSAYO

El derecho social en la Constitución de la República española (1932).
El pensamiento vivo de Saavedra Fajardo (1941).
El problema del liberalismo (1941).
El problema del liberalismo (1942). Edición ampliada.
Historia de la libertad (1943).
Los políticos (1944).
Histrionismo y representación (1944).
Una doble experiencia política: España e Italia (1944).
Ensayo sobre la libertad (1945).
Jovellanos (1945).
Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1949). De Donoso Cortés, con edición y estudio preliminar de Francisco Ayala.
La invención del Quijote (1950).
Tratado de sociología (1947).
Ensayos de sociología política (1951).
Introducción a las ciencias sociales (1952).
Derechos de la persona individual para una sociedad de masas (1953).
Breve teoría de la traducción (1956).
El escritor en la sociedad de masas (1956).
La crisis actual de la enseñanza (1958).
La integración social en América (1958).
Tecnología y libertad (1959).
Experiencia e invención (1960).
Razón del mundo (1962).
De este mundo y el otro (1963).
Realidad y ensueño (1963).
La evasión de los intelectuales (1963).
Problemas de la traducción (1965).
España a la fecha (1965).
El curioso impertinente, de Miguel de Cervantes (1967). Edición y prólogo.
El cine, arte y espectáculo (1969).
Reflexiones sobre la estructura narrativa (1970).
El Lazarillo: reexaminado. Nuevo examen de algunos aspectos (1971).
Los ensayos. Teoría y crítica literaria (1972).
Confrontaciones (1972).
Hoy ya es ayer (1972).
Cervantes y Quevedo (1974).
La novela: Galdós y Unamuno (1974).
El escritor y su imagen (1975).
El escritor y el cine (1975).
Galdós en su tiempo (1978).
El tiempo y yo. El jardín de las delicias (1978).
Palabras y letras (1983).
La estructura narrativa y otras experiencias literarias (1984).
La retórica del periodismo y otras retóricas (1985).
La imagen de España (1986).
Mi cuarto a espaldas (1988).
Las plumas del Fénix. Estudios de literatura española (1989).
El escritor en su siglo (1990).
Contra el poder y otros ensayos (1992).
El tiempo y yo, o el mundo a la espalda (1992).
En qué mundo vivimos (1996).
El escritor y el cine (1996).
La invención del Quijote (2005).
Miradas sobre el presente: ensayos y sociología, 1940-1990 (2006).

 

OTROS

El mundo y yo (1985). Artículos periodísticos.
Francisco Ayala en La Nación de Buenos Aires. Editorial Pre-Textos. 2012.

 

TRADUCCIÓN

A. Sweig, Lorenzo y Ana (1930).
Carl Smith, Teoría de la constitución (1934). Traducción y prólogo.
Ernst Manheim, La opinión pública (1936).
Karl Manheim, El hombre y la sociedad en la época de crisis (1936).
Thomas Mann, Lotte in Weimar (1941).
Sieyes, Quést-ce que le tiers état? (1942).
B. Constant, Mélanges de la Littérature et de Politique (1943).
R. M. Rilke, Die Aufzeignungen von Malte Laurids Brigge (1944).
Georg Simmel, Schopenhauer y Nietzsche (1944).
Hans Freyer, La sociología. Ciencia de la realidad (1944).
Almeida, Memorias de un sargento de milicias (1946).
Manuel Antonio de Almeida, Memorias de un sargento de milicias (1946).
Maximilian Beck, Psicología: Esencia y realidad del alma (1947). Traducción junto con Otto Langfelder.
A. Confort, The novel and our time (1949).
Alberto Moravia, La romana (1950).
Thomas Mann, Las cabezas trocadas (1970).
Immanuel Kant, Principios metafísicos del derecho (2004).

 

Premios

1972: Premio Nacional de la Crítica.
1976: Doctor Honoris Causa por la Northwestern University.
1983: Premio Nacional de Narrativa.
1983: Académico de número de la Real Academia Española.
1988: Premio de las Letras Españolas.
1988: Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense.
1989: Premio de las Letras Andaluzas
1991: Premio Cervantes.
1994: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla.
1994: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada.
1997: Candidatura al Premio Nobel.
1996: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Tolouse.
1998: Premio Príncipe de Asturias.
1999: Medalla de Oro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
1997: Doctor Honoris Causa por la UNED.
2001: Doctor Honoris Causa por la Universidad Carlos III de Madrid.
2001: Premio Fernando Abril Martorell.
2002: Medalla de Oro de la Academia de Bellas Artes de Granada.
2002: Medalla de Oro al Mérito al Trabajo.
2002: Socio de Honor de la Asociación de la Prensa de Madrid.
2003: Socio de Honor de la Asociación de la Prensa de Granada.
2004: Candidatura al Premio Nobel.
2005: Premio Antonio de Sancha.
2006: Hijo Predilecto de Granada.
2006: Medalla de Oro (Sociedad General de Autores y Editores).
2006: Candidatura al Premio Nobel de Literatura.
2006: Premio de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

Poética

– «Así resulta útil afirmar que toda novela es, en una acepción amplia, novela histórica; el novelista tiene, sin remedio, que colocar su creación imaginativa sobre el terreno histórico, y lo hace no sólo cuando localiza su acción en el tiempo y en el espacio, para dar a sus personajes el ambiente de la rigurosa actualidad, sino también cuando la rehúye, refugiándose en un pasado concluso -con la novela histórica en sentido estricto-, o en los parajes de la pura fantasía, pues ambas direcciones del escapismo son, de modo caracterizado, fruta del tiempo, y aluden inequívocamente a las condiciones inmediatas del escritor y de sus lectores; son, en fin, formas de interpretar el mundo a partir de la experiencia de la vida humana actual, y, por tanto, signos destinados a orientarla. Pues tal es la responsabilidad que, a sabiendas o no, asume el novelista frente a sus contemporáneos.»

(De El arte de novelar y el oficio de novelista, 1955).

 

Texto

LA INVENCIÓN DEL QUIJOTE (1960)

En su planteamiento primero y más externo, el Quijote se nos da como una sátira literaria: quiere combatir el auge de los libros de caballerías, y en esta visible intención ha creído la crítica, muchas veces, que se agotaba el sentido del libro, sin apurar por otra parte las perspectivas que en su camino se le ofrecen. Pues, ¿qué significaba ese auge de la literatura caballeresca en aquel momento de España? ¿Era acaso el alimento de su espíritu puesto en heroica tensión, o era ya la evasión y el relajamiento de ésta por el camino vicario de la fantasía? Tal vez había en ello algo de ambas cosas; mas necesarios serían largos estudios y muchas páginas para dilucidarlo. Tal vez a la hora de escribirse el Quijote ya decrecía ese auge, y Cervantes, buen gustador él mismo de esa literatura que tantas huellas dejara en todas sus obras, y no sólo en el Quijote, reacciona, hastiado, contra ellas, y coloca así de lleno este libro en el plano de la más densa actividad intelectual del momento, como pieza de combate en el campo de los problemas estético-literarios debatidos entonces, y cuya discusión, reanudada de varias maneras, será uno de los motivos que de modo permanente se reiteran a lo largo de la primera y de la segunda parte. Pero es claro que la intención del Quijote no se detiene en esa sátira, sino que, por el contrario, apunta ya mediante ella hacia el fondo mismo del mito quijotesco: los ideales góticos, fuertemente estilizados en dicha literatura, chocan con la realidad del mundo nue-vo, dando lugar a un conflicto cultural que -todavía presentado en los términos sumarios de una sátira contra un determinado género de ficción y el gusto por él- es ya el propio conflicto cultural encerrado en la Contrarreforma, con su profunda incongruencia histórica. Si, como tantas veces se ha pretendido, Cervantes hubiera tomado parti-do ahí en contra de aquellos ideales obsoletos, a la manera de un reformador social, de un polemista, el Quijote no hubiera pasado de ser una tal sátira, más o menos divertida, más o menos eficaz, pero desprovista de verdadera trascendencia. Lejos de ello, presenta el con-flicto en toda su hondura y plenitud, y si vincula los ideales góticos a un demente de apariencia ridícula, hace de él, al mismo tiempo, el héroe a quien asiste una razón superior sustraída a toda demencia. ¡Asombrosa complejidad la de su creación! El valor altísimo de ese héroe no encarna en una figura legendaria, imponente, sino en el cuerpo flaco de un hidalgo aldeano, viejo, desaseado y maniático, que bien pudiera ser vecino nuestro. Sin perder un instante esta realidad inmediata, va a elevarse, no obstante, a las cumbres olímpicas de lo sobrehumano. ¿De qué modo? ¿Por qué medios? Ante todo, median-te el recurso de la locura: el protagonista de la sátira cervantina es un loco.
Familiarizado con Don Quijote, y más aún, solidarizado con su conducta, persuadido de su razón superior, el lector actual propende-rá a considerar tosco e impropio ese recurso, sintiendo como intolera-ble que su grandeza sea colocada bajo el régimen atroz de la locura, y sometida así a vejamen. ¡Sublime locura, «enloquecimiento -dirá Unamuno- de pura madurez del espíritu»!… Nos falta todavía un estudio que organice la historia del Quijote y no sólo en los aspectos relativa-mente externos y técnico-literarios, sino también en el de su opera-ción espiritual sobre las sucesivas generaciones, con vistas a establecer la reacción de la sensibilidad dominante en cada época frente a su complejo poético, y, con ello, el modo como éste ha contribuido a modelar la vida colectiva. Ese estudio -en el que constituiría sin duda un capítulo pintoresco, si bien no desprovisto de aguda significación, el dedicado a reseñar los desvaríos del cervantismo- mostrará, por una parte, la creciente profundización en el sentido esencial del mito quijotesco hasta llegar a la generación del 98, que lo enlaza resuelta-mente con el destino peculiar de España, sellado en la decisión de la Contrarreforma; pero, por otra parte, es posible que delate también una paulatina pérdida de aptitud para percibir en el Quijote el valor estético de su dimensión grotesca, tan propio del Barroco. Lo cierto es que, haciendo mérito del tal embotamiento, se ha solido ensalzar la sensibilidad presente en contraste con la más grosera del tiempo de Cervantes, y de Cervantes mismo en cuanto hombre de su tiempo. Al lector actual, formado en el Naturalismo, y para quien la demencia no pasa de ser, o es ante todo, una enfermedad objeto de estudio y una desgracia digna de compasión, la burla del héroe loco tiene que repugnarle; se sentirá obligado a apartar de sí cualquier tentación burlesca; y, desde luego, no percibirá tampoco ese escalofriante titilar del espíritu a través de las brumas de la conciencia perturbada, que diera al demente su prestigio antiquísimo, convirtiéndolo en un ser sagrado y sometiéndolo al trato ambivalente que a lo sagrado se aplica siempre. Como aquellos locos cuya divina furia adora la antigüedad o el Oriente, como los ermitaños y mendigos en quienes España delira, como los tontos que todavía son irrisión de sus aldeas, Don Quijote es entregado a la veneración y al vilipendio, de donde Cervantes extrae riquísimas consecuencias de arte, no sólo desplegando entre esos po-los la amplia gama que va de lo patético a lo grotesco, en contrastes de barroquismo extremo, sino también -y eso es lo que más importa- al utilizar su polaridad para conferir consistencia espiritual y significa-ción mítica a un personaje de ficción que debía expresar en cifra el drama de España agarrotada en la Contrarreforma. Así es como puede encerrar en la inescindible unidad de un solo individuo ese conflicto desesperado de orden cultural; es decir, vital-espiritual; dando por loco a su personaje, lo extrae del plano de la realidad diaria, y si por un lado lo ofrece a la chacota, por el otro lo proyecta hacia una esfera sobrehumana.

(De En Experiencia e invención, 1960, pp. 39-78).

 

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Enlaces

 

Página de la Fundación Francisco Ayala:
http://www.ffayala.es/vida-y-obra/vida/