AMAT, Nuria

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AMAT, Nuria

Biografía

Nació en Barcelona en 1950. Es doctora en Ciencias de la Información, miembro de honor de la Asociación Nacional de Diplomados y Alumnos de Biblioteconomía y Documentación de Granada, licenciada en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) y bibliotecaria diplomada. Ha sido profesora de la Escuela Universitaria de Biblioteconomía y Documentación de Barcelona. A lo largo de su vida ha vivido mucho tiempo fuera de España en lugares como Colombia, México, Berlín, París o Estados Unidos. Ha escrito novela, relato, ensayo y una obra de teatro, además de numerosas obras técnicas sobre biblioteconomía y documentación. Colabora habitualmente en la prensa española.

 

Obra

NARRATIVA

Narciso y Armonía (1982).
El ladrón de libros (1988). Cuentos.
Amor breve (1990). Cuentos.
Monstruos (1991). Cuentos.
Todos somos Kafka (1993).
Viajar es muy difícil: Manual de ruta para lectores periféricos (1995). Cuentos.
La intimidad (1997).
El país del alma (1999).
El siglo de las mujeres (2000). Cuentos.
Reina de América (2002).
Todos somos Kafka (2004).
Deja que la vida llueva sobre mí (2007).
Amor i guerra (2011).
Amor y Guerra (2012).
El sanatorio (2016).

 

ENSAYO

La biblioteca fantasma (1989).
El libro mudo: las aventuras del escritor entre la pluma y el ordenador (1994).
Letra herida (1998).
Juan Rulfo (2003).
De la información al saber (1990).
Escribir y callar (2010).

 

POESÍA

Pan de boda (1979).
Amor infiel (2004).
Poemas impuros (2008).

 

TEATRO

Pat’s room (1997).

 

OTROS

Técnicas documentales y fuentes de información (1978). Biblioteconomía y documentación.
La biblioteca: tratado general sobre su organización (1982). Biblioteconomía y documentación.
Documentación científica y nuevas tecnologías de la información (1987). Biblioteconomía y documentación.
De la información al saber (1988). Biblioteconomía y documentación.
La biblioteca electrónica (1990). Biblioteconomía y documentación.
La documentación y sus tecnologías (1994). Biblioteconomía y documentación.
Emily Dickinson, Amor infiel (2004). Selección y versión libre de poemas.
Memorias de una mujer libre (2022)

Premios

2001: Finalista del Premio Rómulo Gallegos por su novela El país del alma.
2002: Premio Ciutat de Barcelona por Reina de América.

2007: Nominada al Premio Internacional IMPAC por la versión inglesa de Reina de América (Queen Cocaine). 2011: Premio Ramon Llull de novela por Amor i guerra.

 

 

Poética

– «Cuando se escribe es inevitable pensar en el lector. Si no pensara en él, no escribiría. Uno/a escribe siempre para otro pero, para mí, ese otro no está perfilado. Reconozco que hay guiños literarios en mis novelas pero no me importa que no sean percibidos por el lector. Cada lector es una lectura, lee la historia a su modo. Que una novela como El país del alma, ambientada en la Cataluña de los años cuarenta y cincuenta, se haya leído en Venezuela o en Perú es muy sintomático. Este es el poder de la literatura, que algo muy local se convierta en universal. En alguna ocasión me han dicho que soy una escritora para escritores. No estoy de acuerdo en la idea de fomentar esta excusa para diferenciar lo que es literatura de lo que no lo es. Lo que pasa es que yo trato de ser yo misma escribiendo. Y esto para mí es una cualidad, no un defecto.»
(En Virginia Trueba, «Nuria Amat: la salvación de la literatura», entrevista en
www.literateworld.com/spanish/2002/entrevistas/feb/entreconnuria.html).

– «Doris Lessing decía que en literatura todo es autobiográfico. Esta frase, como todas, es verdad y es mentira. Yo no escribo nunca, no sabría hacerlo, sobre lo que me pasa en mi cotidianeidad. De entrada yo no escribo diarios, esto es importante. Nunca se me ocurriría escribir sobre mis hijas, mi marido o mis amigos íntimos. En el fondo, el que escribe siempre es otro, la que dicta la escritura es siempre una voz literaria, por eso un escritor dice la verdad cuando sostiene que sus libros no son autobiográficos. Claro que, de momento, yo sé cómo dominar esta voz, sé cómo incitarla a que me hable, aunque puede ocurrir que me hable y yo no la haga caso. Todo esto es muy misterioso. Pero es así. En La intimidad, por ejemplo, hay un escenario real pero en el momento en que se convierte en escritura deja de serlo. Es, por tanto, real e irreal al mismo tiempo. Cuando Juan Rulfo dice que Comala no es Comala o cuando García Márquez dice que Macondo no es Macondo están mintiendo y están diciendo la verdad. Esta es la magia de la escritura. Por otro lado, al escribir se produce un fenómeno muy interesante, y es que descubres cosas que no sabías. Yo no sabía, por ejemplo, que mi madre, como supe después de haber publicado la novela, tuvo problemas para hablar. Quiero decir con esto que para mí vida y literatura son lo mismo. Cuando uno reconoce que es escritor reconoce que está en un mundo de muertos, de espíritus, de recuerdos, de olvidos. Y ahí todo es lícito. Lo que quiero subrayar es que yo no utilizo mi vida personal del día a día para hacer literatura. Ni mucho menos. Aunque quede claro que ser escritor significa ser un ladrón o ladrona de instantes ajenos y perversos.»
(En Virginia Trueba, «Nuria Amat: la salvación de la literatura», entrevista en
www.literateworld.com/spanish/2002/entrevistas/feb/entreconnuria.html).

– «Yo intento que cada libro sea distinto, no quiero seguir el tono del libro anterior, espero que me venga un tono nuevo y si no, no escribo. Cada novela tiene su historia; en el caso de La intimidad, por ejemplo, recuerdo que «vi» la primera página. Recuerdo que estaba sin hacer nada, yo escribía otra cosa, y de repente oí ese tono y vi la primera página de la novela y me puse a escribir así, y lo dejé todo.»
(En Ana Alcaina, «Entrevista con Nuria Amat», en Barcelona Review, 12 (1999) www.barcelonareview.com/12/s_na_int.htm).

 

 

Texto

BRUNILDA

Brunilda es la hija preferida de su padre. Ello la ha favorecido para resultar aún más bella, fuerte, luchadora y apasionada que sus hermanas. Muchos quisieran para sí el único inconveniente de que padece la envidiable Brunilda. Su padre la quiere demasiado y esta admiración paterna la perjudica. Quiere zafarse del peso del amor paterno entregando vida y alma a grandes cosas. Tarea vana. ¿Cómo encontrará Brunilda el amor de un hombre que supere el amor extraordinario que le manifiesta su padre?
Esta devoción es su castigo. Brunilda ama y ama inútilmente. El amor exagerado del padre la hace inaccesible a otros hombres y, por lo tanto, única e inútilmente deseada. Propicia amores incestuosos o injustos. Propicia el amor de aquellos impedidos para amar y así poder amar ella finalmente. Es una forma de protestar contra el padre responsable de mantener con su rebelde hija la pena de un amor injusto.
El amor del padre sume a Brunilda en un largo sueño del que sólo despertará cuando un héroe más libre que él, que es como un dios, logre cruzar la línea de fuego dormido que la arropa. Así, anestesiada por sobredosis de afecto, intenta mientras tanto divertirse como puede. Ama a hombres sin futuro. Se enamora de exóticas rarezas que regresan a su vulgaridad cuando Brunilda los aleja. Ellos abandonan a Brunilda por una mujer más apropiada. Los amantes se sienten víctimas de un experimento, de una insana forma de llevar la contraria al padre: sólo le atraen jóvenes de raza negra o, por lo menos, mestiza. La valquiria Brunilda, rubia como el sol del invierno, ha optado por la raza opuesta. Sabe que con esa elección modifica y envejece al padre. Y nada puede hacer para evitar su afición por mulatos, molucos y surinameses. Los pasea, los enseña, los introduce en casa del padre donde les concede parte de su cama. Brunilda que no es fiel a un hombre lo es con mucho a una raza. Y eso basta.
Brunilda es una viajera nata. Conoce los tres mundos. Su arma es una cámara fotográfica que le permite vivir y fotografiar África eterna. DIce siempre que se va para siempre y siempre vuelve. El cerco amoroso de su padre la tiene a pesar suyo acorralada. Ahora es Phil el amor que se ha traído de una isla del Caribe para contrariar a su padre. Ha puesto en este amor su pasión, sumada a la pasión desmedida que le manifiesta el malherido padre.
En ocasiones se le ocurre poner en una balanza de un lado el amor y del otro su cámara fotográfica. La fotografía siempre pierde. Y sin embargo es una buena fotógrafa. Y una esplendorosa amante. El amor la entretiene demasiado para conseguir un trabajo artístico notable para lo que es sobradamente capaz. Pero no vive para el sentimiento. Su arma luchadora se lo impide. Retrata el amor que nunca acaba de poseer del todo para que otros lo disfruten eternamente.
Si el padre desea su propio fin es porque espera con él la llegada del héroe libre que salvará a su hija. ?Nunca encuentras al hombre que te mereces?. Con su muerte tal vez Brunilda obtenga la paz y al acompañante que ella necesita. Gracias a esta devoción, el padre acepta morir. Postrado en el lecho de muerte tiene un sueño. Un joven rubio y fuerte llamado Sigfrido se enamora de Brunilda y la libera para siempre del duro castigo paterno. Se casa con ella.
En un último arrebato de celos, el padre se levanta de la cama y escribe una carta a su adorada hija. Horas después muere sumido en una calma incierta.
Brunilda cuando encuentra el sobre a ella dirigido cae en la nueva trampa de su padre. Lee su escritura ignorando que en esta conversación secreta Brunilda está firmando un insensato pacto con el más allá. A partir de ahora tendrá que permanecer fiel a los desaforados celos de un muerto.

(De El siglo de las mujeres, 2000).

 

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