ALDECOA, Josefina

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ALDECOA, Josefina

Biografía

 

Josefina Aldecoa nació el 8 de Marzo de 1926 en La Robla. Es una escritora española cuya labor profesional, y gran parte de su carrera literaria, se ha centrado en el mundo de la infancia y la pedagogía. En 1944 se traslada a Madrid, donde estudia Filosofía y Letras y se doctora en Pedagogía por la Universidad Complutense. Durante sus estudios universitarios entra en contacto con un grupo de escritores que luego irán a formar parte de la Generación de los 50, de la cual forman parte Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Alfonso Sastre, Jesús Fernández Santos e Ignacio Aldecoa, con quien contrae matrimonio en 1952 y del que toma su apellido. Tradujo para Revista Española, dirigida por Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio y Alfonso Sastre, el primer cuento publicado en España de Truman Capote. Formó parte del grupo literario de la revista Espadaña (León), donde publicó cuentos y artículos, que fueron recopilados posteriormente en el volumen A ninguna parte (1962). Al llegar el año 1959, funda en Madrid el Colegio Estilo, situado en la zona de El Viso, inspirándose en las ideas vertidas en su tesis de pedagogía, en los colegios que había visto en Inglaterra y Estados Unidos y en las ideas educativas del Krausismo, base ideológica de la Institución Libre de Enseñanza. Publicó diversos libros, desde una perspectiva autobiográfica, Historia de una maestra (1990) o de recuperación de la memoria, La enredadera (1984), hasta sobre temas pedagógicos, La educación de nuestros hijos (2001). En el año 2004 recibió el Premio Castilla y León de las letras a toda su carrera literaria. Falleció el 16 de marzo de 2011.

 

 

Obra

NARRATIVA
A ninguna parte (1961).
Los niños de la guerra (1984).
La enredadera (1984).
Porque éramos jóvenes (1986).
El vergel (1988).
Cuento para Susana (1988).
Historia de una maestra (1991).
Mujeres de negro (1994).
Ignacio Aldecoa en su paraíso (1996).
Espejismos (1996), cuento en Madres e hijas. Laura Freixas (Ed.)
La fuerza del destino (1997).
Confesiones de una abuela (1998).
Pinko y su perro (1998).
El mejor (1998), cuento en Cuentos de fútbol II. Jorge Valdano (Ed.)
La rebelión (1999), cuento en Mujeres al alba.
El desafío (2000), cuento en Cuentos solidarios 2.
Fiebre (2001).
El enigma (2002).
En la distancia (2004).
La casa gris (2005).
Hermanas (2008).
Madrid, otoño, sábado (2013) [colección de cuentos].

 

OTROS
El arte del niño (1959).
Hacer. Educación plástica 3. Guía. (1982).
Hacer. Educación plástica 4. Guía. (1982).
La educación de nuestros hijos (2001).

Premios

 

2003: Premio de Castilla y León de las Letras.
2004: Gran Cruz Alfonso X El Sabio.
2005: Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
2005: VII Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras.
2006: Medalla de Oro de las Bellas Artes.
2006: Premio Internacional de Letras. Fundación Gabarrón.

 

 

Poética

 

En la literatura, por lo menos en lo que yo pienso de la literatura hay un deseo de indagar en la vida de los demás y de indagar en las conductas de los demás, en las circunstancias que marcan esa vida y también de indagar dentro de uno mismo, lo que uno piensa, lo que uno siente, porqué actúa de una manera o de otra, de modo que esa indagación, esa investigación en el ser humano es otro de los motores que llevan a escribir y el tercero y no el menos importante es la memoria. Yo creo que se escribe de memoria, con la memoria, escribimos mucho del pasado sin darnos cuenta a veces; alguien dijo y nunca sé quién, recuerdo a veces las citas pero nunca recuerdo cuando las leí ni de quién eran, pero alguien dijo que: «Todo escritor escribe siempre el mismo libro y que ese libro trata de algo que le sucedió en su infancia». Yo creo bastante en eso: la infancia es la etapa decisiva del ser humano.

(Fragmento de la intervención de Josefina Aldecoa en la mesa redonda «Vida y obra de Josefina Aldecoa» transcrita en el Boletín de la biblioteca del Ateneo, n.º 7, Madrid, diciembre de 2000).

 

 

Texto

 

Mediaba febrero de 1932, con la escarcha brillando en las callejas del pueblo. Llegó Ezequiel envuelto en la pelliza y la bufanda.

– Hay novedades. Más que novedades, instrucciones para poner en práctica lo que ya sabíamos: se acabó la religión en las escuelas.
Y me enseñó la circular que acababa de recibir de la Inspección: «La escuela ha de ser laica…»
Estábamos de acuerdo pero también sabíamos las dificultades que íbamos a encontrar. En primer lugar estaba el problema de los símbolos. […]
Al quitar el crucifijo de la pared lo hice con sencillez, sin alarde alguno de solemnidad. Lo guardé en el cajón de la mesa y empecé las clases del día.
Acababa de pedir a los mayores sus comentarios sobre un párrafo del Quijote, cuando se abrió la puerta. En el umbral apareció la figura conocida del sacristán.
– ¿Qué pasa, Joaco? -le pregunté.
– Que dice el señor Cura que me dé el crucifijo…
– ¿Y para qué quiere él el crucifijo? -fue todo lo que se me ocurrió decir.
– Para guardarlo bien, que usted le da mal trato.
Los niños se miraban entre sí y me miraban a mí, conscientes de la embarazosa escena que el sacristán había provocado. Fue uno de los chicos mayores quien resolvió la situación.
-Vete, Joaco, y no interrumpas, que estamos estudiando.
Joaco se fue con la boina entre las manos, como había venido, y me dejó la certeza de una nueva angustia. Me pareció que nuestras vidas iban a estar marcadas de ahora en adelante por el signo de la incomodidad. Era la reacción inevitable ante las transformaciones que iba a sufrir el país en algunas de las cuales nosotros, los maestros, estábamos comprometidos.

(Historia de una maestra, 1991).

 

 

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