AGUDO, José

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AGUDO, José

Biografía

José Agudo nació en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en 1952, aunque su vida, hasta la fecha, transcurre lejos de esas tierras, entre Mallorca y Barcelona. Ambos lugares le han impregnado de lo que él mismo denomina una profunda «nostalgia mediterránea». En 1977, ya en Barcelona, fundó, en colaboración con otros escritores, la revista de arte y literatura Alisma, participando activamente en los numerosos acontecimientos culturales que tuvieron lugar en la capital catalana a finales de los años setenta. Es en esa época cuando toma plena conciencia del significado de la palabra poesía y cuando descubre a poetas que le van a mostrar la verdadera dimensión del poema.

Obra

POESÍA

Naufragios (1992).
Conciencia de mí mismo (1995).
Dibujando la Rosa de los Vientos (1996).
Hombre desnudo (2006).
Esta frágil cadencia (2008).
Acordes de una antigua canción (2016).

 

 

Premios

1980: IV Concurso de Poesía de Primavera de Palma de Mallorca.
1993: XII Certamen de Poesía Federico García Lorca.
1996: I Certamen Nacional de Poesía Ciudad de Torrevieja.
2004: Premios Otoño de Poesía Villa de Chiva.
2008: XXVIII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez.

 

 

Poética

Siempre he creído que un poema debe contener una buena dosis de geografía e historia. Impregnar cada poema con una parte de esa geografía y esa historia conduce, de manera inevitable, al yo y al nosotros. Así, las geografías y las historias propias y ajenas llegan a confundirse, a entremezclarse, y el resultado son unos versos donde la diversidad del nosotros es la intimidad del yo o donde la diversidad del yo es la intimidad del nosotros. Geografías e historias propias y ajenas, con todas las bifurcaciones, caminos, trochas que derivan de ellas, convenientemente dosificadas.

 

 

Texto

 

QUIZÁS

Quizás hay tardes invernales
cayendo silenciosas
en los bosques húmedos del Norte,
o una densa neblina, antes de amanecer,
en las ciénagas de un territorio exótico.

Y quizás,
en lo más profundo de una ciudad cualquiera,
un hombre cruza
la línea equinoccial de unos abrazos.

O vuelve la vista atrás y no ve nada.

O intenta convencerse una vez más
y se repite: no siempre
pone la vida las cosas en su sitio;
el recuerdo es distinto cada día;
ya sabes que te quiero.

Aunque quizás no supo amar como decía.
Quizás no supo comprender
la superficie mítica de un cuerpo.

Quizás sólo le queda
un presagio de buques a punto de zarpar,
o un mundo de luciérnagas
con sol de mediodía.
Y piensa que es bastante
para llevar la vida en paz consigo mismo.

Quizás
buscó la senda donde dicen que el tiempo
concede a los sentidos la lucidez,
la infinitud de un dios,
el antídoto dulce de todos los venenos.

Quizás diluyó su cansancio mansamente
y fue deshabitándose.

(De Esta frágil cadencia, Diputación Provincial de Huelva, 2008)

 

 

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