PRIOR, Balbina

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PRIOR, Balbina

Biografía

BALBINA PRIOR, (Villaviciosa de Córdoba, 1964). Es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y ha realizado cursos en las Universidades de Westminster (Londres) y en Harvard (Massachussetts). Lleva participando en variados proyectos poéticos desde los años ochenta y su obra se ha reseñado en numerosas revistas españolas internacionales como Hofstra (USA), Baquiana (USA), Singularidades (Portugal), Bíblia (Portugal), La Manzana, El Maquinista de la Generación, Turia, La República de las Letras, así como suplementos literarios (ABCD cultural, Babelia (El País), El Mundo, Cuadernos del Sur).

También colabora en revistas digitales como Literaturas.com y en prensa como articulista y crítica literaria. Además de dar a conocer en España la poesía de Donald Hall, A. Wickham, Mary Jo Bang o Aphra Behn con Las fábulas del deseo y otros poemas (Sial, 2004), ha publicado los títulos de poesía Soldado de Rodas, Perversidades, Ladrones de Miel, En los Andenes de la Era Heisei, con el que obtuvo el Premio «Ciudad de Móstoles» y Timos de la Edad Desnuda (Sial, 2008).

En narrativa ha publicado «Los Dragones Rojos» (Centro cultural «Generación del 27», Málaga, 1999). Ha recopilado sus trabajos de tema genérico en Poetisa: Historia de una Máscara y dirige las ediciones Aristas de Cobre, dedicado a publicaciones de poesía, relato y traducción. Ha sido incluida en las siguientes antologías: Poetas Cordobeses de los 90 (Córdoba 1987); Guía de Artistas y Escritores Contemporáneos Andaluces (Málaga,1997); Cuadernos del Mediterráneo (El Toro de Barro, Cuenca, 2001); la antología poética femenina en lengua española del siglo XX Mujeres de Carne y Verso, editada por La Esfera de los Libros, 2001; Entonces, Ahora (Rivas-Vaciamadrid, 2003); La Paz y la Palabra (Odisea Editorial, 2003); Ilimitada Voz (Universidad de Cádiz, 2003); Voces del Extremo (Fundación Juan Ramón Jiménez, 2006), El poder del cuerpo (Castalia, 2010) o La inteligencia y el hacha (Ed. Luís Antonio de Villena) (Visor, 2010), entre otras.

Ha sido traducida a diversos idiomas como francés, inglés y portugués y coordinado la antología contra la violencia de género Final de Entrega. Su último libro es Trato Preferente. Voces esenciales de la poesía actual en español (SIAL, 2010). Pertenece al PEN Club de España y a la Asociación Española de Críticos Literarios, en cuyos premios anuales ha participado como jurado.

Obra

NARRATIVA

Los Dragones Rojos (1999).

POESÍA

Soldado de Rodas (1993).
Perversidades (1994).
Poemas en Off (1998).
Ladrones de Miel (2000).
En los Andenes de la Era Heisei (2001).
Frágil Sinfonía (2003).
Timos de la Edad Desnuda (2008).
La tradición trascendida. Cántico y su época (2017).

OTROS

La Cama Pintada (2002). Autor: Donald Hall. Traducción del Inglés.
Poetisa: Historia de una Máscara (2005). Artículos de tema genérico.
Las fábulas del deseo y otros poemas (2004). Autora: Aphra Behn. Traducción del Inglés.
Final de Entrega. Antología de poetas contra la violencia de género (2006). Antología de poesía.
Trato Preferente. Voces esenciales de la poesía actual en español (2010).

Premios

2000: Premio de Poesía «Ciudad de Móstoles».

 

 

Poética

LA VIEJA FÁBRICA EN LLAMAS

Considerarse poeta es una gran osadía, teniendo en cuenta que sólo éste sale indemne de la vieja fábrica en llamas que es la creación poética. El verdadero poeta se adentra en ella a pecho descubierto, y aún así, logra sacar enseres únicos, esas raras piezas que antes nadie consiguiera rescatar. Cada uno entra por ese infierno en diferentes ocasiones en la vida. Se entiende como un rito iniciático fundamental y como parte del juego de la existencia del Arte, nunca como un acto temerario y sin sentido. Es evidente que pocos son capaces de salir indemnes, los más son consumidos en las llamas, y no se vuelve a tener noticia. Aunque la inmortalidad de la obra literaria sólo sea privilegio para unos cuantos, todos los que se arriesgan cumplen su misión, ya sea de sedimento para nuevos intentos o como ceniza que regula la intensidad del fuego. Sin experiencias anteriores no hay lugar para el éxito, incluso pareciera que las más dramáticas circunstancias precedentes ayudan en la consecución del avance.
He visto, oído y, sobre todo, he leído la aventura de demasiados heridos. Así que, como por mis venas corre la tradición picaresca me he ayudado de una pizca de astucia para no salir con quemaduras de tercer grado en el primer intento. Y pensándolo muy bien me he envuelto en una vasta manta, empapada de lecturas, como si de agua bendita se tratara, para lograr sobrevivir. Cuando esté preparada, y no tardará en llegar otra oportunidad, tengo el propósito de indagar desnuda y sin abalorios entre el asfixiante humo, las sofocantes temperaturas, las llamas y los rescoldos por si encontrara algo de valor que perdure para siempre.
Antes de llegar a esa vieja fábrica mi deseo ha sido transitar por todas las autopistas poéticas y, desde luego, por las carreteras secundarias y los caminos de tierra. Esto es lo que más disfruto, pero me cuesta demasiado tener que pagar peaje obligatorio. Debo decir, eso sí, que he aprendido a interpretar la realidad a través de todos los que he conocido por esa arriesgada tarea. Mi costumbre es nutrirme de todos los que circulan o circularon por esas difíciles vías, aceptando incluso los numerosos atascos. Pero lo más terrible son los accidentes, de los que surgen las auténticas víctimas literarias que pueblan la intrahistoria de la Literatura. Y como esos accidentes son frecuentes, reconozco que no he sido presurosa ni ambiciosa en la carrera por la publicación. Y abusando del verso de Kavafis: «Itaca me ha regalado un gran viaje», sin duda, la poesía o borrosa Ítaca ha sido la que me ha ofrecido esta hermosa y complicada andadura.
Y por último hablarles de la «normalización genérica». Dedicarle unas palabras a los compañeros poetas y escritores varones, (a algunos sé que no necesitaría decírselo): no incendien la casa antes de construirla. Las poetas y escritoras se han ganado el derecho a expresar sus pensamientos y sus deseos. No son floreros para encuentros literarios, ni cuotas para conformar a las peticiones políticamente más correctas. Los poetas varones nos han suplantado y han reflejado incluso hasta bien nuestros sentimientos durante siglos, lo que no deja de ser una tragedia, pero no hay como la expresión genuina. Como ejemplo de la travesía que las escritoras han recorrido habría que mencionar la evolución de la palabra «poetisa», que es la punta del iceberg de una problemática genérica, humana y literaria. El término «poetisa» adquirió connotaciones peyorativas, principalmente en el siglo XIX, a consecuencia de las numerosas aspirantes sin cualificación, por falta de estudios que les estaban prohibidos, y por la declarada misoginia de siglos anteriores. Por eso se inició un proceso de rechazo de la palabra poetisa por parte de las mismas autoras, comenzando a principios de siglo y agudizado en los años 60 y 70. Ninguna autora se ha querido denominar desde entonces «poetisa», vocablo que fue atacado con virulencia. Fue la Primera Reacción, nadie en su sano juicio quería asumir tan pesada carga, por eso lucharon por denominarse «poetas». Recientemente, el término está en regeneración, algunas poetisas pertenecientes a las nuevas generaciones sin complejos hemos decidido poner fin a esa travesía de penalidades, por cierto, todavía no advertida por numerosos poetas varones. Se está tratando de recuperar el antiguo nombre «Poetisa», denostado durante tanto tiempo. No sé si veré la pérdida de esa carga negativa, pero en todo caso hay que publicitarlo en la menor ocasión que se presente, porque no se trata sólo de un problema filológico. El término «Poetisa» no es Historia de dos Ciudades, título dickensiano, sino Historia de dos Reacciones.

 

 

Texto

Barco latino sobre el Támesis

¿Qué habría yo de buscar en este barco,
en medio de tanto cuerpo de salsa encendido,
desesperado en un país hostil a la cumbia,
que nunca baila con el tercer mundo y cerrados sus pubs
borrachos ninguna campana para nadie suena?

Londres, como si nada, flota sobre el Támesis,
inmune al pesticida derramado por todas las razas,
pero es una patera con inmigrantes sin dirección ni puerto,
como hinchado pez ilegal muerto sobre las aguas,
como petrolero a punto de vertido,
reventados ya sus tanques y a la deriva.

Desde siempre sin pasaporte como Joseph Conrad,
nada busco en esta inasible oscuridad,
nos vemos siempre obligados a avistar puerto,
y resabiados, acudimos a cualquier lengua,
cualquier alma, cualquier sexo para no estar solos.
Todos los indocumentados hemos encontrado siempre hostal
en la piel bordada del traficante, en los ásperos parques urbanos,
en la doble jornada en restaurantes griegos como Spiro,
incluso en los ojos dorados del sajón y su xenofobia,
abuso vetusto y perfumado de poder egregio.

(De En los Andenes de la Era Heisei, 2001).

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He Coleccionado Siempre Amores

Colecciono experiencias

como relojes, sellos o postales del extranjero,
como discos que usas
y no vuelves a escuchar.
He coleccionado siempre amores,
pasatiempo infame de mi generación,
amores desechables, para colgarlos
en cualquier estante como recuerdo,
hasta ayer mismo que encontré
tus ojos verdes en el rellano de la escalera.

(De Perversidades, 1994).

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Memoria (La Campana) Histórica

Atraviesa mi abuela
campos abandonados
por la guerra. Cruza
las sementeras desiertas con su hijo
a cuestas. Los campos, cobijo del miedo,
mi abuela con su hijo a cuestas.
Campo a través, mi abuela,
con hambre y el fusil.
Esperando a los bárbaros.
Bárbaros en España, abuela.
Atraviesa el campo abandonado,
sin satélites, portátil, ni GPS, mi abuela.
Los campos entregados al enemigo.
Cunetas va dejando atrás,
atrás a la guerra.
Paseados en las cunetas atrás
llenan las sementeras. Bajo
la arena los paseados sin destino ni futuro,
sin frontera.
Mi abuela, sin portátil, sin comida, ni GPS,
huye a pie hacia La Campana,
mi abuela, con su hijo en brazos, mi abuela.
Dejo atrás el recuerdo de La Campana
y la señal en la autovía que me anuncia:
mi abuela, La Campana, mi abuela.

(De Timos en la Edad Desnuda, 2008).

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(T) en la Aduana

Y cuando en la interminable cola,
perdidos ya todos tus derechos,
todos empujan indignados:
blancos primero, afros y chinos;
latinos, indios y musulmanes;
para que sus familias no sequen
sus calcetines de zurcida rabia
al viento rasante del metro
que taja todas sus gargantas.
Y según la fuerza de cada cultura
vas entrando por una puerta diferente,
puede que te admitan
por la de inmigrante, la de turista
o por la de business class sin demoras.
Y nadie quiere ser el último.
Y nadie quiere esperas.
Y cuando por fin te regalan el visado
para no volver nunca más a tus raíces,
a no ser que llegues
en carro alquilado de diamantes
que admiren los vecinos,
te enseñan su forzoso idioma
para cargar contra todos tus antepasados,
que te dejaron anchas palabras pero pocos dólares,
y todo se reduce a sacar las automáticas,
escondidas desde siglos
entre tu castigada piel y las cuatro tallas más
de tus vaqueros vencidos.
Y nadie entonces se conforma,
porque no queremos
que por heterodoxos nos deporten,
pues dentro de poco nuestra cultura
no valdrá nada, y porque de todos modos,
te la arrancarán del vientre
como droga en la aduana.

(De Timos en la Edad Desnuda, 2008).

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Fútiles acuerdos con el enemigo

«Pero tú, Sancho, pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento»

Blas de Otero


«Estábamos desnutridos y los evacuados no
quedábamos bien ante las cámaras»

Soldado nazi, en la batalla de Leningrado

Tus vecinos no conocen el miedo,
otro piojoso mendigo de las calles a exterminar.
Entregaron generosos donativos
a una excelsa secta religiosa,
que cose sus bocas virtuosamente
para que no protesten contra el dolor.
¿Dónde puedo adquirir algunos argumentos?
Ya no me sirven las letras de cambio,
ni las tarjetas de crédito, el embargo
no hecho nada más que comenzar.
Y nadie les gana, pero no te rindas.

No se desactiva el odio como una granada,
lo guardas en abandonadas mochilas para volarlo
en vagones abarrotados como terroristas.
¿Dónde puedo retirar los boletos de la muerte?
No te rindas, finge como tanques de goma
hinchable que pretenden engañar
a los satélites enemigos.
Nadie les gana, pero no te rindas.
Y no ha hecho nada más que comenzar.

Todavía no retires las tropas,
el primer batallón ha caído
sin caja negra.
Estaban desnutridos y no daban bien ante las cámaras.
La guerra preventiva llega
y necesito comprar el silencio.
¿Dónde puedo descambiar estas anchas sílabas?
Nadie les gana, pero no te rindas.
No ha hecho nada más que comenzar
y son fútiles acuerdos con el enemigo.

(De Timos en la Edad Desnuda, 2008).

 

 

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