TALENS, Manuel

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TALENS, Manuel

Biografía

Manuel Talens, hermano menor del poeta Jenaro Talens, nació en Granada en 1948. Estudió la carrera de Medicina, aunque más tarde decidió dedicarse a la creación literaria. En su faceta de periodista, colaboró asiduamente a lo largo de más de una década como columnista para la edición valenciana de El País. Dedicado también a la traducción de diversos autores (desde Georges Simenon hasta Edith Wharton, pasando por Paul Virilio, Derek Walcott, etc.), ha fundado Tlaxcala (una red cibernética de traductores multilingües) y participa con traducciones y artículos en Rebelión. Como escritor, ha publicado varias novelas y volúmenes de relatos. Falleció en el año 2015.

 

 

 

Obra

NARRATIVA

La parábola de Carmen la Reina (1992).

Venganzas (Relatos) (1994).

Hijas de Eva (1997).

Rueda del tiempo (Relatos) (2001).

La sonrisa de Saskia y otras historias mínimas (Relatos) (2003).

La cinta de Moebius (2007).

COLABORACIÓN EN ANTOLOGÍAS

Cuentos eróticos de Navidad, relato «Sola esta noche» (1999).

ENSAYO

Cuba en el corazón (2008).

Premios

1997: Premio Turia (Valencia) a la mejor contribución literaria con Hijas de Eva.

2002: Premio Andalucía de la Crítica con Rueda del tiempo.

 

 

Poética

El cuento de la poética

Con el cuento sucede lo mismo que con el arte en general: primero existe, nace libre, y luego los teóricos se encargan de circunscribir sus fronteras. Demasiada tinta se ha gastado ya tratando de explicarlo.
¿Qué es un cuento? Una de las muchas definiciones que se pueden leer en cualquier tratado, enciclopedia o diccionario, lo define como la «relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención».
Se me pide ahora que entregue una página explicando mi poética del cuento. Es muy sencilla: contar. Descubrí sus existencia al calor del brasero en las duras noches invernales de Granada, cuando mi abuela, que no sabía de literaturas pero llegó a poseer una inmensa fuerza telúrica en el oficio de crear mundos de ficción, lograba mantener boquiabiertos a media docena de niños mediante esa ciencia sutil que consiste en hilar sabiamente las palabras. Ella fue mi escuela en este oficio.
Muchos años después, cuando quise convertir la escritura en quehacer diario, tras haber leído cientos o miles de cuentos y tras haber interiorizado de manera intuitiva las técnicas de los cuentistas que nos han precedido, recurrí a los libros que disecan con asepsia el arte de narrar. En ellos sólo he aprendido a designar las cosas por su nombre, de la misma manera que un escolar «descubre» que ese tiempo verbal utilizado sin vacilaciones en su vida diaria se llama pretérito anterior, o que el insulto que le lanza a su hermana responde al apelativo de interjección. Supe que existen las elipsis, las digresiones, los contextos, las metáforas, el punto de vista y los saltos en el tiempo, que todo cuento que se precie necesita por sistema mantener la tensión interna del relato y que el menor decaimiento significa su muerte. En el camino perdí la inocencia del que sabe sin saber y descubrí que, a veces, contar historias puede responder a ese deseo subconsciente de tornar a las raíces populares de la farsa utilizada como arma política, como revancha, como contrapeso de la historia oficial. Venganzas en general y «Ucronía» en particular responden a dicho principio.
(De J. A. Masoliver Ródenas y Fernando Valls (eds.), Los cuentos que cuentan, Barcelona, Anagrama, 1998, pp. 286-287)

 

 

 

Texto

 

Así, cuando el cielo empezó a clarear y los estorninos a desperezarse con sus gorjeos y las gentes de Valencia a andar por las calles y las mujeres de los puestos del Mercado Central a interpelarse con sus griteríos, el mendigo más viejo sintió el impulso a tocar lo prohibido y, medio en duermevela, avanzó su mano izquierda hacia Fausta Camarasa, que dormía profundamente de lado y le daba la espalda. En ese momento, ella estaba soñando con la higuera que verdeaba en Poliñá junto a la cenia, camino del cementerio, y el ojo insomne de su cerebro contemplaba el paisaje florido, los naranjos de su niñez y la soledad de su adolescencia junto a Paulino. Se sentía tranquila y extraña, como si observara su propia vida desde el exterior, con una sensación apremiante de conservar aquella antigua paz sin futuro y, al mismo tiempo, con miedo a volver a la prisión del pasado. No se dio cuenta de la mano rasposa que culebreaba desde atrás sobre la falda, y que avanzaba a tientas, lentamente desde el muslo izquierdo, en busca de la presa codiciada, porque en aquel momento acababa de arrancar un higo oscuro que, al abrirlo, le mostraba el color rosado y apetecible de su interior. Llegó a rozarlo con los labios en el mismo instante en que la mano del mendigo se situaba encima de su pubis y empezaba a hurgar; y entonces, su sueño se pobló de miedos, de olores desconocidos, de estrellas relampagueantes, de hogueras amarillas y de una extraña pesadez en los brazos y en las piernas que le impedía avanzar. Hasta que, de repente, el mundo se disolvió en su memoria, y en las paredes de la fachada de los Santos Juanes retumbó la vocalización de un grito epiléptico que desgarraba la garganta de Fausta Camarasa, al tiempo que sus extremidades iniciaron un parasismo frenético de idas y venidas, y la cara se le puso azul, y la boca se le llenó de una espuma sanguinolenta, y los dos mendigos y su prima Rosilda, despiertos súbitamente por aquel espectáculo del diablo, la contemplaban con mirada temerosa, paralizados por la sorpresa.
(De Hijas de Eva, Barcelona, Tusquets, 1997, pp. 186-187)

 

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Enlaces

Otras páginas web sobre el autor:
http://circulodetiza.blogspot.com/2007/12/la-cinta-de-moebius-manuel-talens.html
http://www.manueltalens.com/ficcion/cubacorazon/index.htm (sobre su ensayo Cuba en el corazón).

Páginas web con textos del autor:
http://www.rebelion.org
http://www.tlaxcala.es (página con traducciones de artículos hechas por el autor)

Páginas web con entrevistas hechas al autor:
http://www.nozal.com/pintura/carteles/rueda.htm