SILVERA GUILLÉN, Francisco

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SILVERA GUILLÉN, Francisco

Biografía

 

Nací en Huelva el 24 de abril de 1969, me crié en esta ciudad y estudié con los Hermanos Maristas hasta los 16 años, lo que puede explicar una gran parte de mis devaneos mentales. Hice un COU muy agitado políticamente para matricularme después en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca; cuatro meses pude vivir allí, mi absoluta falta de fe y mis desesperadas búsquedas filosóficas no terminaban de calar en el ambiente de aquellas aulas, pues mis escasos compañeros, en su mayoría, pertenecían a organizaciones eclesiásticas. El frío, desconocido entonces para mí, y el amor de mi vida, estudiando en Sevilla, forzaron mi traslado. Me queda la duda.

El curso siguiente fue el de la matrícula en la Facultad que me daría mi titulación de Ldo. en Filosofía y Ciencias de la Educación, Sección de Filosofía. Mi desespero intelectual fue el mismo, tampoco hallé solución alguna a mis interrogantes en aquella tediosa y mediocre, en general, Facultad: más perteneciente a un Santo muy reciente que al ámbito de las Letras. Hice, simultáneamente, el curso 1º de Filología Clásica en mi 3º de Filosofía, con el consiguiente abandono, pues hube de estudiar griego y latín por mi propia cuenta. Después decidí aligerar mi salida del mundo universitario estudiando 4º y 5º en un sólo año, con las asignaturas troncales en Filosofía y el resto en Filología Clásica de nuevo. Esto da muestra de mi deficiente formación en ambos terrenos, a pesar de la pasión y una afición por el griego que, al salir de Sevilla, me permitía traducir a los presocráticos y a Platón. Hoy no diría lo mismo.

El paro me conducía inexorablemente al Doctorado -jamás España viose de doctores tan bien servida- y a una Beca de Investigación en el extranjero, cuando me llamaron, tras haber aprobado alguna fase de los exámenes de oposición, para cubrir una vacante de Filosofía en un centro de Bachillerato; he de reconocer en mi oficio de Profesor de Filosofía la fuente de muchísimas satisfacciones personales y profesionales.
Por fortuna, y no sé si esto beneficia o perjudica al concepto que puedan hacerse de mí, aunque escribo desde la adolescencia jamás tuve contacto alguno ni con escritores concretos ni con grupos literarios locales, regionales o lo que sean… Esto, unido a mi, entonces, vocación filosófico-filológica hizo de mí un torpe y constante aprendiz de las Letras hasta casi la treintena. La casualidad, y sólo ella, me puso en contacto con otros locos de los libros y a partir de ahí comenzó un movimiento que, espero y ansío, ya no habrá de parar mientras quede un resuello mental. Después haré una lista de mis exiguas publicaciones, pero insistiré en el papel que ese aislamiento tuvo en mí: por necesidad, y sin jactancias, me obligó a desarrollar un estilo propio más fruto de la búsqueda ciega y mis torpezas que de un desarrollo técnico ordenado.

Actualmente, aún hago algún tipo de contribución a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en lo que se refiere a su política musical, soy miembro del Consejo Asesor de la Dirección General de la Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales en cuestiones de subvenciones a proyectos musicales.
En la actualidad coordino la Comisión Zenobia-JRJ 2006-2008 promovida por la Diputación Provincial de Huelva, con la intención de conmemorar el cincuentenario de la concesión del Nobel a JRJ y las muertes de Zenobia y Juan Ramón.

Obra

NARRATIVA

Las apoteosis (2000).
Libro de las taxidermias (2002).
Libro de los Humores (2005).
Libro del ensoñamiento (2008).
Libro de las causas segundas o las criaturas (2014).

OTROS

Relación de algunas publicaciones en revistas:
«El clavadista», Los Papeles Mojados de Ríoseco, nº1,Estepa, 1999.
«El ahogado», en Los Papeles Mojados de Ríoseco, nº 3, Estepa, 2000.
«Vida nueva», relato usado como felicitación para el nuevo milenio en la pagina «web» por la Empresa Municipal de Aguas de Granada (EMASAGRA) entre el 1 y el 10 de enero de 2001.
«Sol de siesta» y «La sonda» en El Caracol del Faro, Alicante, primavera de 2001.
«Crónica del ángel» en homenaje a Antonio Carvajal Los Papeles Mojados de Ríoseco, nº4, Estepa, 2001.
«La temblaera», con ilustraciones de Juan Pedro Suárez, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, nº4, Andújar, en julio de 2001.
«Memorial de la herrumbre», en un catálogo de una exposición de María Jesús Casermeiro publicado en Almonte, Huelva, en 2002 por la FABA y el Ayto.
«Los poetas», «Los helmintos», «Ruina» y «Pecio», dentro de la Revista Jizo de Humanidades, nº 1, Granada, invierno de 2002.
Participación, improvisando con guitarra eléctrica, en el CD musical y en el CDRom de Confluencias. Arte y Tecnología al Borde del Milenio, editados por la Junta de Andalucía en 2003.
«Música en Doce Partes», Revista Extramuros de Granada, nº 37 de 2005.
«Oratorio de Navidad» en el periódico digital Liberal Online, de Cabo Verde, el relato, el 24 de diciembre de 2005.
«Retrato de un hombre en prosa: Muñoz Rojas» en la revista literaria Quimera, nº 266, en el contexto del homenaje «José Antonio Muñoz Rojas: clásico y moderno», el artículo sobre sus libros de prosa, de enero de 2006 (pp. 27-29).
Prólogo al «El Cheque», de Rafael Leblic Fluíters, en la Colección Gerión de la Diputación Provincial de Huelva.
Junto a Rocío Fernández-Berrocal, Coordinador del CDRom educativo «Juan Ramón Jiménez-Zenobia: Un paseo literario», editado por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial de Huelva en 2006.

Premios

 

 

 

Poética

 

¡Una poética! ¡Pues no ves que estoy vivo!, que decía el del chiste… No quisiera ser enredoso, pero yo no puedo responder a esta pregunta «mía», porque confundo mi vivir con mi escribir. Una patología, reconózcolo. Aun así, me adjudicaré la eterna intención hermética de capturar la realidad para poder entenderla y poder modificarla, nada menos. Y al decir «eterna» montamos sobre «intención» un bucle sin fin, la hélice áurea de la realidad.
La Literatura es una disciplina del conocimiento como la Física, sólo que tiene coherencia con cada nuevo discurso engendrado por el poeta, ¡tantas poéticas como poetas! Sólo la Literatura aúna razón y pasión, el sentimiento y el cálculo, la vida verdadera de la Humanidad, que no está ni en lo racional ni en lo veleidoso. Por eso descarto lo narrativo, lo estético vacío, y por eso el Arte es la Revolución, no hay mayor motor de cambio que la crisis, el análisis permanente: la vida digna desde el pensamiento y los sentidos… ahí brota mi letra. ¿No es esto la Piedra Filosofal?
¡Una poética!: Horacio, ¿por qué ignorar si se puede aprender? Esfuerzo, depuración, trabajo, búsqueda del fondo en la forma y de la forma en el fondo, utilización consciente de los recursos, la construcción del estilo, el ansia absurdo y engreído de producir para que perviva después, trabajar con la consciencia de que la obra supervive enajenada de nosotros, es criatura autónoma y por ello tenemos la obligación paterna de dotarla con una panoplia que le sirva para la lucha. La dignidad personal es la dignidad de la obra, y viceversa.
¡Una poética!: El compromiso, toda literatura es comprometida o no es Literatura. Todo simultáneamente en ella, ser testigo exacto, reproducir con la mirada propia en permanente educación hasta la muerte. Que entretengan otros.

 

 

Texto

 

«INERCIA»

Sólo cuando comprobé que en el resquicio último de nuestro Universo rebotaban tus causas, sin que la fuerza pudiera oponer voluntad alguna, sin que ningún músculo pudiera resistirse a la atracción eterna e infinita del vacío perfecto; sólo cuando pude probar de tu caída irremisible y orbital hacia el centro del Universo, decantándote con tu naturaleza explícita, sólo cuando te vi feliz de inercia envuelto en lenta paz exhánime, sólo entonces supe qué era la vida.

(Inédito, 2005)

«EL AHOGADO»

A Rosaura Álvarez, por una lección.

El viejo vivo levanta la mirada, aparta un instante su ver de los cidros y observa el pantano en la lejanía: quieto, monocorde, reposado, el lago contrahecho anega un valle de la Tierra Llana, a medio camino de la costa y la sierra.

Sopla viento a través del silencio. Silba por los brezales y resbala por peñas estériles. Oculta la superficie de la presa el agua profunda, fría y muerta de los arroyos asediados, vencidos. En las orillas el agua trémula excava terracillas interrumpidas por raíces vehementes de tocones varados. A la deriva, el ahogado sobrevuela el interior del pantano colgado de nada, despreocupado, lento. Por entre sus carnes podridas pasan a veces burbujas de gas provenientes del fondo removido, tal vez, por una carpa. El ahogado ya no siente, fluye.

El limo de la orilla se transforma en tierra, la tierra en chaparral, las encinas en canchal de peñascos elevados. La brisa de la mañana fresca mece las juncias y los carrizos, las jaras y los cantuesos, los romeros, las manzanillas; grita una lechuza extraviada por la luz del día, arrecia la brisa y se riza el agua. Hace ademán de salir pero vuelve el ahogado a su mundo triste y helado, tranquilo. Navega rumbo a ningún sitio, ningún puerto le espera, ningún atraque será su alegría sino los albedríos de las corrientes frías y templadas, los caminos del agua invisibles todos.

Aprieta el silbo del viento entre las frondas de los helechos, en los rincones húmedos se estremecen los gallipiernos, las tontullas y los gurumelos. El silencio se expande cabalgando a mujeriega el aire, atravesando juguetón las alas lindas de una polilla blanca, gorda y torpe. El cadáver pútrido y feliz tropieza con una rama sumergida, se aferra, aguanta y después se deja ir iniciando su recorrido de nuevo, un viaje sordo y líquido, denso y muelle, sin término. Reposa el pantano.

El anciano vivo deja el embalse, oye el viento, el ladrido arrastrado de un perro lejano, para en una corta abandonada, recorre el valle y vuelve a sus cidras. La superficie del lago deja emerger un borbotón de aire, las aguas guardan un mundo.

(2002, pp. 39-40)

 

 

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