ROMERA, Fernando

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ROMERA, Fernando

Biografía

Nacido en Ávila en 1967. Es Doctor en Filología. Dedica su tiempo a la docencia de la Literatura, a la investigación y a la creación. Ha publicado cuatro libros de poesía y otros tantos de investigación literaria, fundamentalmente sobre semiótica y, en concreto, sobre el tema de las «ciudades muertas» y su importancia en la literatura de la llamada «Edad de Plata». Entre estas parcelas de creación y estudio se encuentran sus traducciones de poesía francesa.

Figura su poesía en diferentes antologías, como la que realizó el Diario La Jornada, de México: Jóvenes poetas españoles. Ha publicado numerosos artículos sobre semiótica en prestigiosas revistas universitarias como SIGNA, Revista de la Asociación Española de Semiótica. Ha codirigido la revista de Investigación y Ensayo Falsirena. Es miembro de varias instituciones de investigación. Actualmente vive entre Ávila y Santander.

Obra

POESÍA

Genealogía de la sombra (1996).
Profanación del Agua (1997).
Poemas (2006).
Marte Melancólico (2008).
Cuarenta poemas (2011).

OTROS

Las ciudades escriben su autobiografía. Espacio urbano y escritura Autobiográfica (2012).

Écfrasis y autobiografía (2015).

Poesía pixelada. La autobiografía en la poesía ultimísima (2019).

Investigación y ensayo:

Ávila y la literatura de la Edad de Plata. Ávila, Institución Gran Duque de Alba (2005).
Rutas literarias por la provincia. Universidad de Salamanca (2006).
Ávila en la obra de Ernest Hemingway. Institución Gran Duque de Alba (2008).
Las «ciudades muertas» en la escritura autobiográfica (en prensa).

LIBROS DE POESÍA FRANCESA TRADUCIDOS

Palabra y materia. Cuatro poetas franceses. Ávila. El Toro de Granito, 2002.
Philippe Jaccottet, 24 poemas. Pavesas, hojas de poesía. Segovia, 2005.

Premios

1995: Accésit Premio Fray Luis de León.
1996: Premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas.
2000: Premio Nacional de Narrativa de la Prensa.
2004: Premio Regional de Innovación educativa. Junta Castilla y León.

 

 

Poética

 

«Siempre he buscado un justo término medio entre la interpretación del mundo, la indagación en un universo simbólico, y un lenguaje, por decirlo de un modo sencillo, realista. Creo que el lenguaje realista es un tópico más, que no representa necesariamente una forma de acercarse al mundo exclusiva del realismo.»
«Hoy el mundo, la naturaleza, han perdido parte de su valor simbólico; nadie entiende la naturaleza como símbolo de nada. Nadie es capaz de hacer poemas sobre los árboles o los montes. Esa era la intención de Profanación del agua.»
«Todos los que escribimos en castellano somos deudores de los mismos escritores y no creo que podamos huir de ello.»
«Me interesan muchas propuestas y muy variopintas, como las de Luis Antonio de Villena, Trapiello o Sánchez Rosillo. Aprecio mucho las líneas más intimistas, que creo que son las que mejor fruto están dando.»
«Traducir te hace indagar en otra lengua, y, por lo tanto, reflexionar sobre la tuya, ser consciente de que una lengua no es capaz de nombrar exanctamente el pensamiento ni el mundo. Creo que, como poetas, la traducción nos hace más humildes, nos hace ver que ante el lenguaje y el mundo estamos solos.»

(Textos tomados de la entrevista realizada por P. Flores para La Gaceta de Las Palmas. 11 abril de 2004)

 

 

Texto

 

I

Qué mayor observancia
de las leyes del mundo este dejar
la vida a su dominio. Olvida
que en sus ojos habita
el deseo de amar el artificio,
las obras que le dan valor de hombre,
olvida
lo hermoso de la luz contra la roca:
En los claustros de Silos
Ni los ángeles se atreven a hacer música.
En los Eremitani
Hasta un ángel de Mantegna desafina.

II

Entró en el templo. En los muros
Intuiciones huecas.
Se ocultan en los vanos
la estatua de su dios y los exvotos:
La toga de un muchacho,
El bastón de un anciano.
Desde la luz del mármol y el viejo
Lucernario
A la escultura,
señales de muy blancas derrotas
Son los hombres.
Pero ha contemplado el brillo
Transparente de la piedra, la luz
Vive muy dentro.
Y, entregado a la sombra
Que recorre los pliegues, el talle,
el dedo que señala su divina presencia
Entre la carne,
Sabe la salvación por su dibujo, y su trazo
Le salva.

III

ORFICA

Andaba cantando
sobre cierta prisión que duele
al alma. Y un volar
que no acaba, un no morirse:
Se estremecieron los fantasmas
de Homero,
Eurídice con ellos.
Si enloqueció
de amor tened en cuenta
que el alma se le fue
con ella,
y que las cosas
suelen entre sí consolarse.

 

 

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