Biografía
Nace en Barcelona el 11 de enero de 1943. Aficionado desde pequeño a la escritura, por tradición familiar acabó estudiando Derecho. En 1965 viaja por varios países de Europa. El año siguiente lo pasa estudiando Sociología en Londres. En 1973 abandona Barcelona y se va a Nueva York para trabajar como traductor en la ONU. En la primavera de 1975 aparece en España su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, que es saludada como un verdadero acontecimiento: la primera novela de la transición democrática y anuncio de un cambio profundo en la novelística española.
Regresa a Barcelona en 1982, pero sigue dedicando unos seis meses al año a la traducción simultánea en distintos organismos internacionales y viajando por distintas ciudades europeas. En 1986 publica su novela más ambiciosa y aplaudida, la que lo convertirá en una figura crucial de la literatura española: La ciudad de los prodigios. A partir de 1995 se dedica a impartir clases en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Unas declaraciones a la prensa y una ponencia del autor en un curso de verano en la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander desatan una larga polémica sobre la muerte de la novela. Varias de sus novelas han sido adaptadas al cine.
Obra
NARRATIVA
La verdad sobre el caso Savolta (1975).
El misterio de la cripta embrujada (1978).
El laberinto de las aceitunas (1982).
La ciudad de los prodigios (1986).
La isla inaudita (1989).
Sin noticias de Gurb (1991). Novela por entregas publicada primeramente en El País.
El año del diluvio (1992).
Una comedia ligera (1996).
El mundo del ritmo (1998).
La aventura del tocador de señoras (2001).
El último trayecto de Horacio Dos (2002). Novela por entregas publicada primeramente en El País.
Mauricio, o las eleciones primarias (2006).
El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008).
Riña de gatos. Madrid 1936 (2010).
El enredo de la bolsa y la vida (2012).
El secreto de la modelo extraviada (2015).
El rey recibe (2018).
El negociado del yin y el yang (2019). Transbordo en Moscú (2021).
RELATOS
Tres vidas de santos (La ballena, El final de Dubslav y El malentendido) (2009).
El camino del cole (literatura infantil) (2011).
TEATRO
Restauració (1990). En catalán y español.
Glòria (2001).
Grandes preguntas (2004).
Teatro reunido (2017).
TRADUCCIONES
E. M. Foster, La mansión (1981).
Shakespeare, Antoni i Cleopatra (1995).
Lord Byron, Débil es la carne. Correspondencia veneciana (1816-1819) (1999).
Shakespeare, Sueño de una noche de verano (2003).
Arthur Miller, Panorama desde el puente (2003).
E.M.Forster, Regreso a Howards End (2004).
OTROS
Nueva york (1986). Libro de viajes.
Barcelona modernista (1989). Ensayo; en colaboración con Cristina Mendoza, su hermana.
Pío baroja (2001). Ensayo biográfico y crítico.
¿Quién se acuerda de Armando Palacio Valdés? (2007).
¿Qué está pasando en Cataluña? (2017).
Por qué nos quisimos tanto (2019). Las barbas del profeta (2020).
Premios
1975: Premio Nacional de la Crítica por La verdad sobre el caso Savolta.
1987: Premio Ciudad de Barcelona por La ciudad de los prodigios.
1988: Mejor Libro del Año (Francia), revista Lire por La ciudad de los prodigios.
1988: Finalista Premio Grinzane Cavour de narrativa extranjera (Italia) por La ciudad de los prodigios.
1988: Finalista Premio Médicis y Femina (Francia) por La ciudad de los prodigios.
1992: III Premio de las lectoras de la revista Elle por El año del diluvio.
1998: Premio al mejor libro extranjero (Francia) por Una comedia ligera.
2001: Premio Libro del Año por La aventura del tocador de señoras.
2002: Premio al Mejor Libro del Año, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid, por La aventura del tocador de señoras.
2007: Premio Fundación José Manuel Lara por Mauricio o las elecciones primarias.
2009: Premio Pluma de Plata por El asombroso viaje de Pomponio Flato.
2010: Premio Planeta por Riña de gatos. Madrid 1936.
2015: Premio Franz Kafka.
2016: Premio Cervantes. 2020: Premio Internacional Barcino de novela histórica por Las barbas del profeta.
Poética
– “Siempre he procurado introducir la contraposición entre realidad y fantasía. El hecho mismo de escribir una novela a estas alturas, y en un momento de tanta perplejidad, te lleva a ello. Somos tan conscientes de que lo que estamos leyendo es una novela, que ni siquiera nos enteramos del argumento. Una novela tiene que incluir la conciencia de que es una propuesta de ficción, no una ficción. Es muy difícil, por ejemplo -esto es una cosa que vengo pensando desde hace un tiempo-, que en estos momentos funcionen verdaderamente una novela o una película, o cualquier tipo de narrativa, que no incluya una parte de verdad, o de presunta verdad. Una película no nos interesa si, además de contarnos una historia, no nos enseña cómo se vive en estos momentos en Seattle, por ejemplo, o si no hace referencia a un suceso que ocurrió realmente: tiene que suceder en algún sitio, en algún momento histórico. Ya ha pasado de moda la novela histórica, pero ha quedado un necesario residuo de historicismo”. (En Elena Santos, «Entrevista con Eduardo Mendoza», Cuadernos Hispanoamericanos, 562 (abril de 1997), p. 101).
– “Es un momento crítico, pero no dramático [1997]. Voy a replantearme las cosas. Ya veo hasta dónde puedo llegar con este tipo de novela. Podría seguir por ahí, pero ya no me divierte. Me divierte mucho más la crisis. Ahora me puedo permitir un tiempo de reflexión. El éxito ya lo he tenido. Si me doy un batacazo, lo mismo me da. Sé que haga lo que haga, ya he demostrado que lo hago de buena fe, que intento hacer las cosas lo mejor que puedo, y si me salen mal, no pasa nada. Si la novela es algo que se ha acabado en términos generales, no soy yo quien puede decirlo. No lo sé”. (En Elena Santos, «Entrevista con Eduardo Mendoza», Cuadernos Hispanoamericanos, 562 (abril de 1997), p. 109).
– “Por lo general una novela no se escribe de un tirón en unas cuantas horas. Es un proceso largo, en el cual intervienen muchos elementos, algunos intuitivos, otros reflexivos, y a lo largo del cual se pasa por diferentes etapas. Hay momentos de desconcierto, no sólo con respecto a la palabra o al párrafo (éstos se producen cada diez minutos), sino sobre el sentido e incluso la sensatez de lo que se está haciendo. En estos períodos es donde interviene la reflexión sobre la novela en abstracto”. (Fragmento de entrevista en http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/mendoza/entrevista.htm)
– “Al igual que en pintura se ha vuelto a lo figurativo, yo he vuelto al figurativismo en la novela, a alguna de las características de las novelas del siglo XIX, como por ejemplo la identificación del lector con los personajes, cosa que hasta hace poco se pretendía lo contrario, distanciar; el sentido del tiempo, el transcurso del tiempo en la novela, que se había roto, aunque no tan recientemente”. (Fragmento de entrevista en http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/mendoza/entrevista.htm)
Texto
LA CIUDAD DE LOS PRODIGIOS (1986)
El año en que Onofre Bouvila llegó a Barcelona la ciudad estaba en plena fiebre de renovación. Esta ciudad está situada en el valle que dejan las montañas de la cadena costera al retirarse un pco hacia el interior, entre Malgrat y Garraf, que de este modo forman una especie de anfiteatro. Allí el clima es templado y sin altibajos: los cielos suelen ser claros y luminosos; las nubes, pocas, y aun éstas blancas; la presión atmosférica es estable; la lluvia, escasa, pero traicionera y torrencial a veces. Aunque es discutida por unos y por otros, la opinión dominante atribuye la fundación primera y segunda de Barcelona a los fenicios. Al menos sabemos que entra en la Historia como colonia de Cartago, a su vez aliada de Sidón y Tiro. Está probado que los elefantes de Aníbal se detuvieron a beber y triscar en las riberas del Besós o del Llobregat camino de los Alpes, donde el frío y el terreno accidentado los diezmarían. Los primeros barceloneses quedaron maravillados a la vista de aquellos animales. Hay que ver qué colmillos, qué orejas, qué trompa o proboscis, se decían. Este asombro compartido y los comentarios ulteriores, que duraron muchos años, hicieron germinar la identidad de Barcelona como núcleo urbano; extraviada luego, los barceloneses del siglo XIX se afanarían por recobrar esta identidad. A los fenicios siguieron los griegos y los layetanos. Los primeros dejaron de su paso residuos artesanales; a los segundos debemos dos rasgos distintivos de la raza, según los etnólogos: la tendencia de los catalanes a ladear la cabeza hacia la izquierda cuando hacen como que escuchan y la propensión de los hombrea a criar pelos largos en los orificios nasales. Los layetanos, de los que sabemos poco, se alimentaban principalmente de un derivado lácteo que unas veces aparece mencionado como suero y otras como limonada y que no difería mucho del yogur actual. Con todo, son los romanos quienes imprimen a Barcelona su carácter de ciudad, los que la estructuran de modo definitivo; este modo, que sería ocioso pormenorizar, marcará su evolución posterior. Todo indica, sin embargo, que los romanos sentían un desdén altivo por Barcelona. No parecía interesarles ni por razones estratégicas ni por afinidades de otro tipo. En el año 63 a. de J.C. un tal Mucio Alejandrino, pretor, escribe a su suegro y valedor en Roma lamentándose de haber sido destinado a Barcelona: él había solicitado plaza en la fastuosa Bilbilis Augusta, la actual Calatayud. Ataúlfo es el reyezuelo godo que la conquista y permanece goda hasta que los sarracenos la toman sin lucha el año 717 de nuestra era. De acuerdo con sus hábitos, los moros se limitan a convertir la catedral (no la que admiramos hoy, sino otra más antigua, levantada en otro sitio, escenario de muchas conversiones y martirios) en mezquita y no hacen más. Los franceses la recuperan para la fe el 785 y dos siglos justos más tarde, el 985, de nuevo para el Islam Almanzor o Al-Mansur, el Piadoso, el Despiadado, el Que Sólo Tiene Tres Dientes. Conquistas y reconquistas influyen en el grosor y complejidad de sus murallas. Encorsetada entre baluartes y fortificaciones concéntricas, sus calles se vuelven cada vez más sinuosas; esto atrae a los hebreos cabalistas de Gerona, que fundan sucursales de su secta allí y cavan pasadizos que conducen a sanedrines secretos y a piscinas probáticas descubiertas en el siglo XX al hacer el metro. En los dinteles de piedra del barrio viejo se pueden leer aún garabatos que son contraseñas para los iniciados, fórmulas para lograr lo impensable, etcétera. Luego la ciudad conoce años de esplendor y siglos opacos.
(De La ciudad de los prodigios, Barcelona, Seix Barral, 1986).
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Enlaces
Estudio de Miguel Herráez sobre E. Mendoza:
http://www.ucm.es/info/especulo/numero5/mendoza.htm
Eduardo Ruiz Tosaus, “La Barcelona prodigiosa de E. Mendoza”:
http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/barcelon.html