UMBRAL, Francisco

Inicio/UMBRAL, Francisco

UMBRAL, Francisco

Biografía

Francisco Umbral representa el fluir temporal de una vida que conoce la guerra civil, la dictadura, la transición y la democracia española, y de ello hace una crónica literaria y periodística. Por este motivo, un camino de acceso a su biografía es su propia obra literaria, esencialmente memorialística y autobiográfica, y con grandes dosis de narcisismo. Junto a esta biografía creadora del personaje, coexiste otra personalidad más pegada a la realidad cotidiana, duramente criticada, acumuladora de enemigos y críticos que desmienten sus pretendidas señas de identidad.

Nace en Madrid, el 11 de mayo de 1935, pero pronto la familia se traslada a Valladolid, ciudad que vio crecer al niño lector y acogió las primeras publicaciones del narrador y del reportero, junto a los sueños vocacionales del futuro escritor. Hacia 1960 regresa a Madrid, al reclamo de la vida cultural y literaria. Exhibiendo su dandismo y al mismo tiempo con disciplina y tenacidad egocéntrica, y con deseos de triunfar, manifiesta su excepcional capacidad como escritor profesional en la literatura y en el periodismo: escribe cuentos, novelas, memorias, ensayos, reportajes, crónicas y diarias colaboraciones periodísticas.

El reconocimiento del valor literario de su extensa obra y del prestigio alcanzado por el escritor ha sido materializado en la concesión de los más importantes premios. Los artículos periodísticos, publicados en los periódicos de mayor impacto y poder mediático, son su manera de participar activamente en la política y en la vida social. Como articulista es agitador, provocador y peleón, duro y cínico. Lo esencial de su obra, el toque de genialidad, se debe a su original estilo, brillante y atrevido. Tiene una manera personal de expresar el mundo, ése es su sello: exigencia y permanencia en toda su obra, que le identifica y le distingue. Falleció en Madrid el 28 de agosto de 2007.

Obra

NARRATIVA

Balada de gamberros (1965).
Tamouré (1965).
Travesía de Madrid (1966).
Si hubiéramos sabido que el amor era eso (1969).
Las europeas (1970).
El Giacondo (1970).
Amar en Madrid (1972).
Memorias de un niño de derechas (1972).
Los males sagrados (1973).
Carta abierta a una chica «progre» (1973).
Mortal y rosa (1975).
Retrato de un joven malvado (1976).
Las ninfas (1976).
Teoría de Lola (1977).
Los amores diurnos (1979).
Los helechos arborescentes (1980).
El hijo de Greta Garbo (1980).
 Crímenes y baladas (1981).
Las ánimas del purgatorio (1982).
Las giganteas (1982).
Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo (1985).
Sinfonía borbónica (1987).
Un carnívoro cuchillo (1988).
Nada en el domingo (1988).
El día en que violé a Alma Mahler (1988).
El fulgor de África (1989).
Y Tierno Galván ascendió a los cielos (1990).
Leyenda del César Visionario (1991).
Memorias borbónicas (1992).
Madrid 1940. Memorias de un joven fascista (1993).
Las señoritas de Aviñón (1995).
Capital del dolor (1996).
La forja de un ladrón (1997).
Historias de amor y Viagra (1998).
El socialista sentimental (2000).
La República Bananera USA (2002).
Los metales nocturnos (2003).
Hojas de Madrid (Antología) (2008).
Carta a mi mujer (2008).

POESÍA

Obra poética (1981-2001) (2009).

ENSAYO

Larra, anatomía de un dandy (1965).
Lorca, poeta maldito (1968).
Valle Inclán (1968).
Miguel Delibes (1970).
Las españolas (1974).
España de parte a parte (1976).
Tratado de perversiones (1977).
Ramón y las vanguardias (1978).
La fábula del falo (1985).
El fetichismo (1986).
Guía irracional de España (1989).
La escritura perpetua (1989).
El socialfelipismo (1991).
Del 98 a Don Juan Carlos (1992).
Las palabras de la tribu (De Rubén Darío a Cela) (1994).
Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué (1998).
Cela. Un cadáver exquisito. Vida y obra (2002).

ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Spleen en Madrid (1972).
Diario de un snob (1973).
Crónicas antiparlamentarias (1974).
Museo nacional del mal gusto (1974).
Diario de un español cansado (1975).
Suspiros de España (1975).
La guapa gente de derechas (1975).
Cabecitas locas, boquitas pintadas y corazones solitarios (1975).
Las cartas (1976).
Crónicas postfranquistas (1976).
Iba a comprar yo el pan (1976).
Los políticos (1976).
Mis mujeres (1976).
Las respetuosas (1976).
Amar en Madrid (1977).
Las jais (1977).
Diario de un snob-2 (1978).
Teoría de Madrid (1980).
Spleen, cuaderno madrileño (1980).
Spleen de Madrid-2 (1980).
España como invento (1980).
A la sombra de las muchachas rojas. Crónicas marcianas de la transición (1981).
Memorias de un hijo del siglo (1986).
Mis placeres y mis días (1994).
La derechona (1997).
Madrid tribu urbana. Del socialismo a don Froilán (2000).
Los placeres y los días (2001).

MEMORIAS

Retrato de un joven malvado (Memorias prematuras) (1973).
Mis paraísos artificiales (1976).
La noche que llegué al Café Gijón (1977).
Trilogía de Madrid (1980).
Los males sagrados (1982).
Crónicas de esa guapa gente. Memorias de la jet (1991).
Memorias eróticas (Los cuerpos gloriosos) (1992).
La década roja (1993).
Madrid 650 (1995).
Los cuerpos gloriosos (Memorias y semblanzas) (1995).
Los cuadernos de Luis Vives (1996).
Días felices en Argüelles (Memorias periodísticas) (2005).

DIARIOS

Diario de un escritor burgués (1979).
Los ángeles custodios (1981).
La bestia rosa (1981).
La belleza convulsa (1985).
Diario político y sentimental (1999).
Un ser de lejanías (2001).

OTROS

Biografía completa de George Gordon, Lord Byron (1969).
Lola Flores, sociología de la petenera (Biografía) (1971).
Caperucita y los lobos (Humor) (1976).
La prosa y otra cosa (Antología) (1977).
Diccionario para pobres (Lexicografía) (1977).
Mis queridos monstruos (Entrevistas) (1980).
Guía de pecadores/as (Todos los que están) (Libro de personajes) (1980).
Guía de la postmodernidad (crónicas, personajes e itinerarios madrileños) (1980).
Diccionario cheli (1982).
La rosa y el látigo. Noches, Ninfas, Fuegos (Antología) (1994).
Los alucinados. Personajes, escritores, monstruos. Una historia diferente de la literatura (2001).
¿Y cómo eran las ligas de Madame Bovary? (Historia literaria) (2003).
Crónica de las tabernas leonesas (2004).

Premios

1964: Premio Nacional de Cuentos Gabriel Miró.
1975: Premio Nadal por la novela Las Ninfas.
1975: Premio Carlos Arniches.
1980: Premio César González Ruano por el artículo «El trienio».
1990: Premio Mariano de Cavia por el artículo «Martín Descalzo».
1991: Premio Nacional de la Crítica.
1994: Premio Provincial de Valladolid a la Trayectoria literaria.
1996: Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
1997: Premio Nacional de las Letras.
1997: Premio de novela Fernando Lara por La forja de un ladrón.
1999: Doctor Honoris Causa por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
2000: Premio Cervantes de Literatura.

Poética

– Dos aspectos sobresalen en su poética: el esplendor de su estilo, que deja en sombra el nivel del contenido, y la complejidad genérica de su obra. Francisco Umbral elige la metáfora de "la rosa y el látigo" para definir su estilo brillante y agresivo, cargado de lirismo e ironía.
Muestra interés por la renovación de la prosa: "Amo los géneros literarios por donde corre el tiempo real, vivo, lozano: memorias, diarios íntimos, crónica periodística. El tiempo de la novela es un tiempo falso, convencional, pasado, del que dispone el autor como de un capital, mezquinamente." (En Diario político y sentimental, Barcelona, Planeta, 1999, p. 11).

– Y explica sobre su innovación genérica: "No ya el diario íntimo, narcisista, atormentado de soledad y espejos, sino un diario abierto, informal, irregular, el que la vida nos va escribiendo cada día, el que se hace para afuera -el escritor de periódicos siempre cose para afuera- y que, más que un testimonio personal, es un testimonio histórico, social, cotidiano, de la fugitividad que permanece y dura, quevedescamente. (…) Inventado ya, en novela, el monólogo interior colectivo, faltaba por inventar el diario íntimo colectivo." (En Diario de un snob, Barcelona, Destino, 1973, p. 9).

 

 

 

Texto

Mortal y rosa

Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.
Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que la persistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar.

(De Mortal y rosa, Barcelona, Destino, 1995, p. 219).

 

Ella ha madrugado, inquieta, movida por un secreto, por una alegría pequeña -qué triste picardía la suya- y se ha movido por la casa con más vivacidad, como cuando tú vivías, y ha traído de la calle dos rosas rojas, dos flores forradas de verde, que eran la clave de su secreto, el centro de su pequeña y tierna conspiración, porque algo había que hacer, hijo, y las dos rosas estuvieron ahí, lumbre de una alegría remota en lo gris del hogar.
Diría yo, sí, que fue ella a lo más remoto de nuestra dicha, al fondo de los días, al bajorrelieve de la memoria, allí donde aún ríes entre conchas doradas, para cortar esas dos flores -que en realidad son del mercado- y hacer que por última vez prenda en esta casa la luz de un tiempo en que éramos alegres. A la tarde, escucha, fuimos apresurados, silenciosos, sonámbulos, en el fondo de un coche, hacia el hueco doloroso, lejano, y el otoño estaba rojo, dorado, lento, espeso, como si tú existieras, y cruzamos tantas arboledas, hijo, tanto espesor de muertos, tanta luz acumulada en los márgenes de la tarde, para sumirnos en el túnel azul e inexistente en que no nos esperas, y llevábamos las dos rosas como un reclamo para tu sangre, una llamada de lo rojo a lo rojo, de la vida a la vida, de la vida -ay- a la muerte.

(De Mortal y rosa, Barcelona, Destino, 1995, p. 226).

 

 

 

 

Subir