Biografía
Gonzalo Santonja Gómez-Agero nace en Béjar (Salamanca), ciudad de la que ha sido nombrado Hijo Predilecto, el 12 de octubre de 1952. Detenido y procesado durante el franquismo por el Tribunal de Orden Público, rechazó el exilio y volvió a España. Doctor en Filología Hispánica, Diplomado en Documentación por la Escuela Nacional de Documentalistas y «Honorary Fellow in Writing» por la Universidad de Iowa (USA), es Catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, de cuyos Cursos de Verano de El Escorial fue cofundador y vicedirector durante sus cuatro primeros años, aunque él prefiera definirse como espeleólogo, taurómaco y caminante.
Rafael Alberti le nombró Asesor Cultural de su Fundación (El Puerto de Santa María, Cádiz), cargo que también ha ejercido en entidades como Sociedad V Centenario del Tratado de Tordesillas, Sociedad Estatal Lisboa 98 o Nuevo Milenio y en la actualidad desempeña en la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Ha impulsado importantes iniciativas editoriales y coordina premios de poesía tan importantes como el «Jaime Gil de Biedma» de la Diputación de Segovia o el «Rafael Alberti» de Unicaja.
En 1994 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo y en 1998 el Castilla y León de las Letras. En el 2002 fue nombrado director general del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.
Obra
NARRATIVA
Incierta memoria de las tempestades y el terremoto de 1680. Verídica historia de sus destructores efectos, así como del extraño caso que sucedió en Lisboa (1988).
Un inventario de malas costumbres y otro de medio buenas (1993).
El júbilo de los días. Cuatro estaciones y un intermedio (2000).
Siete lugares. Tierras adentro (2002).
POESÍA
Por la noche (1997; 2000). Prólogo de Mario Benedetti.
Pasadizos (2001). Prólogo de José Ramón Trujillo.
ENSAYO
Del lápiz rojo al lápiz libre. La censura de prensa y el mundo del libro (1986).
República de los libros. El nuevo libro popular de la II República (1989).
Las obras que sí escribieron algunos autores que no existen (1993).
Un poeta español en Cuba: Manuel Altolaguirre. Sueños y realidades del primer impresor del exilio (1995). Prólogo de Rafael Alberti.
Lo que se llevaron de esta tierra ? (1994, 1997).
España en sus catedrales (1996).
De un ayer no tan lejano. Cultura y propaganda en la España de Franco durante la guerra y los primeros años del Nuevo Estado (1996).
Al otro lado del mar. Bergamín y la Editorial Séneca (México, 1939-49), (1997).
La insurrección literaria. La novela revolucionaria de quiosco (1905-1939), (2000). Prólogo de Alfonso Sastre.
A la lumbre del día (2000; 2001). Notas sobre la lengua y la literatura del ladino.
Los signos de la noche. De la guerra al exilio. Historia peregrina del libro republicano (2003).
Elegía española : la colección Mirto Buenos aires, 1943-1949 (2004).
Museo de niebla (2005). Crónica del patrimonio histórico-artístico y bibliográfico del que ha sido despojado Castilla y León.
Los papeles y los días (2006).
El mecenazgo literario en la casa ducal de Béjar durante la época de Cervantes (2006).
Premios
1986: Honorary Fellow in Writing by the University of Iowa (USA).
1990: Premio Ortega y Gasset.
1994: Premio Nacional de Literatura (Ensayo).
1994: es nombrado Huésped de Honor de la Ciudad de Camagüey (Cuba).
1996: es nombrado Hijo Predilecto de Béjar (Salamanca).
1997: es elegido correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
1996: Premio González de Lama (Poesía).
1998: Premio de la Letras de Castilla y León.
1998: Premio Nacional de las Letras «Teresa de Ávila».
1999: Premio Miguel Delibes (Narrativa).
2001: Premio Ateneo de México (México).
2002: Premio Pemán (Artículos periodísticos).
Poética
– «? la sangre del espíritu de los exiliados fue, fecundamente, nuestro idioma, a la vez plural y común, tan plural como pocos y tan común, quizás, como ninguno» (Los signos de la noche, Madrid, Castalia, 2003, p. 15).
– «? siempre, siempre, me recuerdo, desde que tengo memoria, anhelante de los caminos perdidos, continuamente vencido por la incitación de hacer trizas cualquier programa de viaje a favor de esos ramales humildes, los caminejos y las veredas que se asoman al asfalto y lo muerden, deseoso de que el tren parase en medio de vallezuelos mínimos e invariablemente ganado por la tentación de trazar un escorzo de fuga hacia las imágenes acariciadas en los recodos inesperados» (Siete lugares, Valladolid, Ámbito, 2002, p. 11).
Texto
LAS ALAS INCONSCIENTES (1988)
Un amanecer es como el mar: hay que acercarse al pulso sostenido de su oleaje con delicado tiento, embelesadamente, entreabriendo con pudor las hojas de la ventana y aguardando desnudo el centelleo multiforme de la luz al penetrar la estancia. Mientras al fondo brillan los chopos, su armoniosa invasión nos devuelve a la vigilia traslúcida de las cosas ciertas. En un sueño remoto, ajado, imposible, se agita entonces, perdido, el recuerdo de las sombras. (De Incierta memoria, Salamanca, Universidad, 1988).
CINCO POEMAS QUE HABITAN EN TI, III (1997)
No me atrevo
a escribir lo que debiera.
Además, por dos palabras
no dejarán de caer las flores del mismo modo:
así, rizando el agua,
con anunciada tibieza,
como sólo las flores
de los cerezos oscuros
saben hacerlo.
(De Por la noche, Madrid, Sial, 2000).
ÁLBUM DE NOCHE, IV (2000)
La memoria es un río que nace de las tinieblas,
presenta orillas confusas, remolinos de silencio.
La memoria es un río con las aguas muy ebrias,
arrastra corrientes de palabras,
el rumor de las voces y el marfil de los gestos.
La memoria es un río con búhos de fiebre,
el bosque sin límites de los senderos tibios.
A veces se confunde, enrojecida de sueño,
habitada de pérdidas, sin encontrarte nunca.
(De Niebla y luz, Ávila, Institución «Gran Duque de Alba», 2000, p. 76).
UN MUNDO EN SOMBRAS, VI (2000)
Al pie de la cruz, en la espadaña, contienen el vuelo dos cigüeñas comunes. La más grande lo reanuda pronto, emitiendo largos silbidos, níveas las alas y de negritud impecable las poderosas plumas remeras; la otra rebulle y castañetea, vacilante y remolona. De la ermita procede un rumor de oraciones, el apagamiento de unas letanías. No sé, no sé, de súbito he sentido, igual que cuando era niño, la sensación borrosa de que alguien, por detrás y en el hombro, me daba una palmada de bienvenida.
(De Siete lugares, Valladolid, Ámbito, 2002, p. 31).
Subir