Biografía
Nació en Estepa (Sevilla), el 18 de agosto de 1956. La Guerra Civil española había comenzado solo veinte años antes y a la dictadura que resultó de ella le quedaban aún veinte años de poder. La guerra, a través de enfrentadas historias familiares y de persistencias sociales acalladas e ineludibles, ha sido parte esencial de su vida.
En los años de su niñez, España se modernizó económicamente. La agricultura y el mundo tradicional cedieron terreno a la incipiente industria, al turismo y a las nuevas costumbres. Fue monaguillo de misas en latín y vio los últimos bueyes arando las tierras de su familia, como ha sido espectador de los primeros televisores y degradado seguidor de Bob Dylan. Vivió junto a su familia en una casa de la que todavía no conocía todas las habitaciones, y algunas ya no podrá conocer.
Se convenció de que comenzó a escribir poesía durante la adolescencia, en Sevilla, después de leer la de Antonio Machado, poeta a cuya estela cree que pertenecen sus versos. Sus dos grandes aficiones, como las de don Antonio, son desde esa edad pasear y leer, y no puede evitar la sensación de que su vida se desdobló cuando en 1972 fue a estudiar a Granada, ciudad en la que habitó.
Participó con fervor juvenil en la Transición política, social y cultural. Era licenciado en Filología Hispánica, padre de un hijo y marido de la escritora Pilar Mañas. En dos ocasiones ha sido becario de la Academia de España en Roma. Fue librero entre 1979 y 1992 y trabajó como editor de las publicaciones de la Diputación de Granada. Falleció el 20 de septiembre de 2019.
Obra
POESÍA
Otra casa (1986).
Las cosas naturales (1990).
Aulaga (1995).
La herida (1996).
Para siempre. Poemas 1978-1999 (2001).
Lo que vale una vida (2001).
Todo es poesía en Granada. Panorama poético (2015).
Premios
1995: Premio El Tesorillo.
Poética
Mi poesía ha evolucionado desde la oscuridad expresiva y la imprecisión sentimental hacia la claridad y la búsqueda de lo universal como materia del poema. Quiero escribir poesía directa, destinada a formar y mantener una emoción que pueda ser revivida por cada lector. La poesía es una forma de decir y las formas anodinas a las que dan lugar los prejuicios contenidistas, aunque la métrica de cada verso sea correcta, resultan endebles como poemas. Una forma anodina, mecánica o simplemente torpe no aguanta dentro una emoción, si es que alguna vez la puso el autor cuando escribía, o no permite que el lector acceda a ella, equiparándose así a las formas vanas, narcisistas. Los poemas no son textos efímeros, sino que aspiran a perdurar en su literalidad, a alcanzar la comprensión del lector y a ser parte de su memoria.
Poco más puedo decir con alguna certeza; completaré estas palabras mencionando a tres de los autores que han determinado mi gusto literario y también mi imagen de lo que es ser poeta: Antonio Machado, sereno y fundamental; Blas de Otero, variado y conflictivo; y Francisco de Aldana, activo y secreto.
Texto
LO QUE VALE UNA VIDA
Estoy en esa edad en la que un hombre quiere
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.
Vivir entre las cosas mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje y la casa.
Hasta ahora he vivido perdido en el mañana
–seré, seré, decía-o en el pasado -he sido
o pude ser pensaba-y el mundo se me iba.
Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva.
(De Lo que vale una vida, Valencia, Pre-textos, 2001).
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